BIZANCIO Y VENECIA. HISTORIA DE UN IMPERIO – Giorgio Ravegnani
Uno de mis libros favoritos de la historiografía medievalista es Las Vísperas Sicilianas: una historia del mundo mediterráneo a finales del siglo XIII, de Sir Steven Runciman. Una obra de estilo, sobre todo, en el que la narración es el eje sobre el que mostrar una panorámica general, partiendo de un hecho concreto. Un estilo que Runciman magistralmente ya había explicitado, largo y tendido, en su trilogía sobre las Cruzadas y en otro librito dedicado a la caída de Constantinopla. Pues coged ese estilo de Runciman y mezcladlo con el de Alessandro Barbero en su reciente libro sobre Lepanto y tendréis, más o menos, un libro como el de Giorgio Ravegnani que nos llegó traducido a las librerías a finales de 2011: Bizancio y Venecia. Historia de un imperio (Antonio Machado Libros).
De entrada, y a pesar de recoger un milenio de historia, es un libro breve: apenas 240 páginas de texto, apéndices al margen. Luego está la temática, que no es ni una historia de Venecia ni tampoco un relato de los avatares del imperio bizantino, especialmente desde el siglo XI. No, es un libro sobre las relaciones entre una metrópoli (Bizancio) y una ciudad surgida en las lagunas adriáticas del norte de Italia (Venecia). Unas relaciones que pasaron inicialmente por esa relación entre, hasta cierto punto, metrópoli y colonia (que nunca lo fue, dejémoslo claro). Llevándonos a los precedentes romanos y bajo-imperiales, la llegada (o el retorno, dependiendo del punto de vista) de los bizantinos a la región del Véneto e Istria se produjo como consecuencia de las guerras de los primeros contra los ostrogodos (535-552) y, concretamente, ante el empuje de los longobardos desde el 568. La conquista longobarda de Italia no fue completa y el ducado de Venecia siguió durante un par de siglos dependiendo de Constantinopla, aunque al peligro longobardo siguió el dominio (imperial) carolingio. ¿En qué momento se produjo la «independencia» de los venecianos, con sus dogos como máxima institución, respecto los bizantinos? ¿Avanzado el siglo IX? Está claro que a mediados de esa centuria ya existía un ducado veneciano autónomo, sin la presencia militar bizantina, pero sujeto formalmente al imperio carolingio y gozando de las ventajas (que no eran pocas) que ello suponía. La pujanza económica veneciana surgirá, poco a poco, de su privilegiada situación geográfica, del dominio de las rutas por el Adriático y del empuje comercial de sus navegantes, cuyos buques ya alcanzaban los principales puertos mediterráneos a finales del siglo VIII.
El libro de Ravegnani asume un ritmo narrativo ágil desde este momento, con un imperio en decadencia (aunque el período de la dinastía Comnena, entre 1081 y 1203, aún fue un período de gloria para el Estado y la cultura bizantinos) y un ducado en franca expansión. De la dependencia a la autonomía, y de ahí a la guerra y las relaciones comerciales entre ambos estados durante el siglo XII. La conquista de Constantinopla por los cruzados y el establecimiento del Imperio Latino (1204-1261) dieron paso a un cambio en las tornas del juego. Venecia, ciudad que aunque no promovió la conquista de la capital bizantina, una vez producida se aseguró de conseguir su parte del botín (de ahí su imperio en el Mediterráneo oriental, surgido de las cenizas de un imperio que se resistiría aún dos siglos y medio en morir), cambió desde entonces sus reglas del juego, ya bajo los emperadores latinos, ya especialmente con la recuperación de la dinastía Paleóloga. De unas más o menos amistosas relaciones se pasó a la dura negociación de treguas y de ventajas económicas, pugnando Venecia con Génova por conseguir el trato de «nación favorecida» por parte de los bizantinos. El imperio fenece, especialmente en la segunda mitad del siglo XIV, ante el empuje de los turcos otomanos por Asia Menor y la Tracia y las presiones de los reinos balcánicos (serbios, húngaros, búlgaros). ¿Qué papel juega Venecia desde entonces? Por un lado, es la ciudad a la que en sus décadas finales el imperio acude en busca de ayuda (tres emperadores bizantinos acudieron a Venecia en busca de ayuda frente a las amenazas externas); por otro lado, es poseedora de antiguos territorios bizantinos, como los genoveses u otros príncipes occidentales. Y es una ciudad rica, que ofrece recursos, y con la que Bizancio sigue manteniendo vínculos culturales e incluso ideológicos.
El libro, pues, nos ofrece en su brevedad un amenísimo repaso de las relaciones entre dos estados que durante muchos siglos se entendieron, se buscaron, se enfrentaron y se reencontraron. En la hora final, Venecia estuvo del lado de la ciudad ya asediada por los ejércitos de Mehmet II. Sin notas a pie de página, con un estilo dinámico y en el que la narración histórica es lo predominante (no se entretiene demasiado el autor en análisis económicos o sociales), el libro avanza con buen ritmo y nos muestra, como Runciman en sus libros, una panorámica general, con toda una historia milenaria como telón de fondo en un escenario en el que dogos, embajadores, bailíos, emperadores, navegantes y cruzados se disputan el control de un imperio en decadencia, pero aún muy apetecible. Como esto, que no es poco, y como ejercicio netamente narrativo, el libro de Ravegnani funciona a la perfección. Se nota al autor, ducho en la historia de Bizancio y en la presencia de los bizantinos en Italia, cómodo en la tarea. Nos dejamos llevar como lectores por su buen hacer con la pluma. Nos seduce con la Serenísima esperando en la lejanía y con un imperio bizantino que se resiste a desfallecer. Y todo en apenas 240 páginas. A partir de aquí, señores, el mundo es posible…
[tags]Imperio Bizantino, Venecia, decadencia, Italia[/tags]
¡¡Apuntado queda!! Una visión parecida la aporta Lord John Julius Norwich en uno de sus libros. Norwich y Runciman, dos monstruos bizantinistas. Y ahora éste, a ver qué tal. Gracias por la reseña, Farsalia.
PD: Me faltan ya estantes…
Un libro que parece más que interesante. Gracias por la reseña Farsalia.
Disfrutadlo. ;-)
Y baratito, que en estos tiempos se agradece (y una editorial con los pies en la tierra)…
Yo ya lo he comprado. Y tambien estoy de acuerdo con Farsalia, una editorial con un planteamiento racional y un precio asequible.
Muy buena reseña, como acostumbras. Una mezcla de Runciman (sus Vísperas Sicilianas son uno de mis cinco libros de historia preferidos, sin duda) y Barbero promete. No conocía el libro y agradezco especialmente que sea italiano, porque así aprovecho para practicar el idioma.
Enhorabuena, una vez más, Farsalia.
Magnífica reseña de una obra que, por lo que cuentas, nos transporta a gloriosos tiempos pretéritos. Como bien dices: «A partir de aquí, señores, el mundo es posible…». Queda anotado.
Coincido contigo en que el estilo de Sir Steven Runciman es magistral. Realmente me fascinó «La caída de Constantinopla. 1453», editado por Reino de Redonda. Para quitarse el sombrero.
Saludos.
Gracias, muchachos. Un libro que evoca el de Runciman, claro que como Sir Steven no había nadie…
Interesante libro.
Señalar que la evolución de Venecia, antes de constituirse en potencia comercial, a la del ducado de Nápoles en el sur que se fue independizando de la autoridad imperial.
Sobre la Italia bizantina había un excelente trabajo en castellano.
Farsalia tienes razón el precio parece razonable, y las publicaciones recientes de la editorial de este año tienen buena pinta:
-Congreso de Verona de François René de Chateaubriand.
-Memorias de la Revolución Griega de 1821 del general Yanis Macriyanis.
-La República de Weimar (una democracia inacabada) de Hordt Moller.
Muy razonable…
El de Weimar lo compré hace unos días…
El mundo de Bizancio, no country for old men, segun el verso immortal de Yeats. Enhorabuena por la elección del libro
Pues ya lo comentarás Farsalia.
Me estoy pensando el de la Revolución Griega y el de la Guerra de los 30 años de Parker de esa editorial.
Y el de Parker es el mismo que publicó Crítica hace décadas, ¿no?
Creó que si.
Ya me parecía. Muy bueno, lo leí hará ya diez años largos, vale mucho la pena.
Venecia es una ciudad europea muy interesante y no sólo por el hecho de estar formada de islas artificiales.
También es la ciudad donde nació el capitalismo moderno en su famoso arsenal y donde se crean las primeras patentes del mundo.