DETRAS DEL MITO. EL TIO SAM VA A LA GUERRA. – José Antonio Peñas Artero
Un ejército de aficionados inexpertos, equipado con unos carros que no eran más que Ronson incendiables, que se imponen al Eje por simple capacidad producción enviando cinco carros Sherman contra cada panzer enemigo a costa de sacrificar cuatro de ellos,… Estas y otras afirmaciones han sido típicas, durante mucho tiempo, a la hora de comentar el papel del Ejército de Estados Unidos y en especial de sus unidades acorazadas durante los combates de la Segunda Guerra Mundial. Frente a ellas, el autor, como ya hizo en tres anteriores libros analiza, más allá de una mera enumeración de modelos, la realidad del desarrollo tecnológico, doctrinal, táctico y operativo que tuvieron los carros de combate estadounidenses y su papel en el conflicto.
El libro comienza explicando los condicionamientos doctrinales y políticos que dieron luz a las divisiones y batallones acorazados estadounidenses. Unos aspectos muy poco tratados y que son de lo más destacado e incluso da ganas de conocer más sobre la política industrial seguida, pues nos muestra los diversos intereses y luchas entre las unidades y armas por hacerse con el control y determinar el diseño operativo de unas nacientes unidades que equipadas escasamente con reliquias de la Primera Guerra Mundial, dan sus primeros pasos formativos; los cuales se acelerarán con la sorprendente capacidad de las fuerzas alemanas en 1939 y 1940.
Es de destacar que el autor nos presenta a personajes menos conocidos para el público como Chaffee, pero sobre todo Lesley James McNair, un buen organizador y administrador, pero cuyas decisiones y preferencias condicionarían e incluso condenarían todo el desarrollo armamentístico y operativo de los carros de combate de EE.UU., como el apoyo sin reservas a los cazacarros para enfrentarse a supuestas oleadas de carros enemigos o la idea de que los carros de combate no tenían que enfrentarse a otros carros, por lo que no necesitan mejores cañones.
A partir de esas bases, el libro recorre las actuaciones militares de las unidades acorazadas, desde sus ingratos comienzos por Kasserine y los duros combates en las montañas de Italia, siguiendo con los desembarcos de los LVT en las playas del Pacífico o las luchas a bocajarro en el bocage normando, hasta los combates en Lorena o en St. Vith, donde aplicando toda la experiencia obtenida en armas combinadas los Sherman y cazacarros masacraban a los más modernos carros alemanes, en batallas en las cuales serán los alemanes los que sufran esas pérdidas de 4 a 1 o superiores. De esa forma, vemos el desarrollo de los diversos modelos, que normalmente destacan por su fiabilidad frente a los de otros contendientes, y del uso de los mismos en el campo de batalla.
En el apartado gráfico el libro cuenta con ilustraciones muy bien hechas de los diversos vehículos y carros de combate, y diversas fotografías. Si bien, debo señalar como defectos que han vuelto a emplear mapa a doble página, que queda mal en la unión de páginas, y de nuevo faltaría algún croquis que acompañe la narración de alguno de los combates menos conocidos porque con tantos nombres de lugar es complicado seguir.
También considero que le hubiera venido bien un pequeño glosario de abreviaturas, porque con tantas a veces se olvida su significado o un lector nuevo a lo mejor desconoce lo que significa por ejemplo CCR.
En conclusión un buen libro, siguiendo la estela de los dedicados a los carros alemanes y británicos, que completa la colección en espera de los futuros sobre otros contendientes y que permite desmitificar algunos aspectos de las unidades acorazadas estadounidenses.
José Antonio Peñas Artero. Detrás del mito. El Tío Sam va a la guerra. HRM Ediciones, 2021, 316 páginas.
Tuve la buena suerte de escuchar al autor en un podcast y me pareció documentado y lleno de curiosos detalles técnicos sobre un arma tan sólida.
Nuestro amigo MC Nair, que terminó víctima de un fuego igual de amigo.
Si hubiera sido un cañonazo de los tanquistas no hubiera sorprendido pues sus ideas les costo muy caras.
Por eso se dice que es el único caso de la guerra en la que el fuego amigo tuvo un resultado positivo….
Dichoso frente del Mediterráneo, que significó para los estadounidenses un campo de entrenamiento perfecto para cuando llegaron a Normandía… Sin embargo para los británicos fue un sacrificio tan grande que para cuando llegaron al norte de Francia en junio de 1944, estaban agotados y no eran tan eficientes como sus primos yankies.
Faltaba infantería…el imperio no estuvo a la altura.
El imperio estaba agotado.