EL CERRAJERO DEL REY – María José Rubio
Por lo pronto, nos encontramos ante un libro de empaque: seiscientas y pico páginas ambientadas en la primera mitad del dieciocho en España. Siglo de las luces, el dieciocho no ha sido muy solicitado como marco para escribir novelas en la actualidad: parece que la antigüedad egipcia, griega y romana, así como el Medioevo, atraen a los novelistas históricos por su lejanía y oscuridad, que aparentemente se prestan más a la novelación que los siglos más cercanos, de los que abundamos en datos. Incluso el Siglo de Oro tiene bastantes adeptos. Pero el XVIII, pese a ser de las luces, parece bastante oscuro en cuanto a literatura histórica española se refiere.
Por otra parte, la etapa elegida es la del reinado del primer Borbón…y la del segundo. Época de transición: cambio de dinastía, de modos, estrategias y personajes. Así mismo, hay cambios sociales que paulatinamente emergen como icebergs. Las investigaciones científicas, mezcladas con la alquimia y magia, producen descubrimientos que configurarán la naciente sociedad industrial, de la que España, por razones que podremos colegir de este texto, quedará a la cola del progreso. También contempla la narración la transición entre dos reinados, ambos dominados por féminas, mientras que los dos reyes, Felipe V y Fernando VI son hombres débiles de carácter, que se abandonan a la melancolía o a la caza, quedando, pues, el gobierno en manos de las reinas …y de los poderosos secretarios de Estado. Mientras que el gobierno de la farnesina se inclina hacia Italia y Francia, el de Brabanza lo hace hacia Portugal e Inglaterra. Se quiere modernizar el país, cambiar la austeridad austríaca por la elegancia francesa e italiana, pero intervienen muchos intereses de por medio y la cosas quedan en incierto equilibrio. Entre los hechos destacables, está el intento de dar un impulso a las artes plásticas creando la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La relación de artesanos y artistas fluye como un torrente a lo largo de la narración. Toda una tropa al servicio de unos reyes que quieren cambiar la imagen de austeridad austríaca por una más festiva y alegre, francesa e italiana: construyen el palacio y los jardines de la Granja, en Segovia, y remozan el palacio y los jardines de Aranjuez.
Este conjunto se nos presenta principalmente bajo la óptica de un personaje histórico, real, Francisco Barranco, un maestro cerrajero. ¿Qué pinta un cerrajero, un artesano, en la corte? No pinta: abre y cierra puertas. Y con las puertas, secretos. Es una magnífica imagen la elegida para servir de símbolo de unos tiempos llenos de intrigas y sociedades secretas. Y también la excusa para entrar en la corte sin ser cortesano, y para contarnos las vidas de los reyes y de los principales protagonistas de ese medio siglo en Madrid. Hay, pues, otros muchos personajes en la novela, la mayoría históricos: con este texto, la autora se inclina claramente hacia la historia novelada. La ficción alterna con largos tramos de reportaje histórico.
Hay ficción, desde luego, centrada en la biografía cotidiana de Francisco, el aprendizaje en la fragua de José de Flores, así como en la parte personal del protagonista, amigos, enemigos y amores, y la enconada búsqueda de una fórmula magistral del acero. La autora propone asimismo un personaje femenino, también histórico: la condesa de Valdeparaíso, dama al servicio de Bárbara de Braganza, que junto a Miguel de Goyeneche nos sumerge de lleno en las intrigas de la corte. A su vez, desfilan como secundarios históricos las parejas reales y sus hijos, los músicos Scarlatti y Farinelli, empresarios como la familia Goyeneche, los secretarios de estado/ministros como Patiño, Carvajal, el marqués de la Ensenada; arquitectos como Sacchetti y Bonavía …
Pero además del desfile de personajes históricos relevantes, a lo largo de esa primera mitad del siglo ocurren muchos hechos importantes, además del incendio del Alcázar y la construcción del Palacio Real: el terremoto de Lisboa, que se siente incluso en Madrid, la creación de la primera escuela de Bellas Artes, la de San Fernando; la modernización de los astilleros y creación de una Armada potente; la reorganización del ejército; la modernización de la administración, etc. En el transcurso de la narración, el terrible incendio y destrucción del Alcázar real, descrito magníficamente por la autora, ejerce como un eje simbólico (el cambio de una dinastía por otra) alrededor del cual gira la novela. Ese suceso conlleva su reedificación, siguiendo la construcción del palacio real el curso de todo el texto, incidiendo en él a veces o simplemente, como telón de fondo.
Espacio principal de la acción: Madrid, con unos capítulos en Sevilla, cuando los reyes desplazan allí la corte durante unos años. En esos espacios se mueve nuestro cerrajero, la condesa y Goyeneche, los cerrajeros Pedro y Sebastián de Flores, a quien habría que sumar otro personaje, proveniente del mundo de la farándula y el teatro, Pedro Castro, cuya amistad con el protagonista le lleva de la mano para entrar en otros mundos.
El protagonista es un artesano con aspiraciones, pero artesano y por tanto perteneciente a una clase inferior, ajeno a la nobleza, aunque la autora lo presenta como hijo de hidalgo venido a menos por desgracias de la vida. A veces resulta un tanto forzada su relación con los aristócratas y el mundo de las altas esferas palatinas. Un cerrajero real que tiene la opción de abrir todas las puertas de palacio es un plato muy gustoso para los que manejan las intrigas y el espionaje político, por tanto es en cierto modo verosímil que le halaguen y le atraigan, dejándole en la cuneta cuando ya no les sirve, pero en algunos momentos tenemos la impresión de que se violenta un poco una relación que es difícil de asimilar: por ejemplo, la reunión casi conspiratoria en casa de Goyeneche o la impensable relación entre la condesa y Francisco. La trama de ficción desarrolla la tensión de Francisco entre las dos mujeres que ama, la que desea y la que tiene. La que comparte su estatus real y la que personifica el estatus al que desearía acceder. También la ficción muestra la lucha contra su enemigo y competidor visceral, el ex compañero de fragua Félix Monsonio, un malvado que cumple el papel de tensar las cuerdas y tener al lector atento a sus fatales movimientos. Si añadimos a todo ello una subtrama en la que se trata de encontrar la fórmula de conseguir el acero perfecto, recurriendo a tratados alquímicos y a fórmulas magistrales de los gremios herreros, mezclado con intrigas de espionaje político e industrial, tenemos un buen potaje hirviendo en el fuego.
El libro se lee de modo que interesa y entretiene, aunque el ritmo es sincopado, la acción puramente novelesca se ve entrecortada por la narración histórica, que, si bien marca las pautas generales donde se desarrolla la ficción, ralentiza mucho su seguimiento; supone un punto y aparte. En cuanto al estilo, es correcto, aunque quizás en algunos casos haya términos o conceptos demasiado contemporáneos, no de la época en que nos sitúa, sobre todo en los tramos puramente históricos, en los que quizás la profesión de la autora aflore inconscientemente y utilice un discurso más cercano al ensayo.
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El libro es largo, en eso estamos de acuerdo.
Hay una minuciosa descripción del ambiente de los herreros, y, pretendidamente, de la alta política de la corte del primer borbón.
Creo sinceramente que a la novela le sobran páginas, y que el planteamiento de los personajes peca de lineal. Se exprese el protagonista, su enemigo el otro herrero, la joven criada o la propia Isabel de Farnesio…todos comparten unas formas de expresión semejantes.
Coincido. Larga y maniquea. Los personajes buenos y los malos (sin termino medio) parecen de cartón piedra, hieraticos y muy muy previsibles, lo que hace que la trama sea previsible a cada rato.
Al principio empieza bien (además es una época, los primeros borbones, que me apasiona) pero luego empieza a desmoronarse. Es como un gran edificio que se resquebraja por la cantidad de información que hay muchas veces sin estructura. Lo siento por la autora, que hizo un espectacular trabajo con la recopilación de las reinas de España, pero que, a mi modo de ver ha pegado un pequeño patinazo con este libro.
Uffff! Por las formas, que no por la trama me recuerda a «El imperio eres tu» una novela que se me hizo bastante pesada.
Gracias por la reseña Ariodante!
A mí no se me ha hecho pesada; pero, efectivamente, si os referís a que hay un bueno y un malo, en ese caso sí podría considerarse maniquea. Pero en cuanto a las relaciones de la Corte, no necesariamente es así, ya que a los personajes, aunque no estén tratados muy profundamente, se les presenta con sus luces y sombras, entiendo yo.
Para mí, lo más chirriante no es tanto eso como el hecho de introducir en los ambientes aristocráticos a personas de un nivel muy inferior, e introducirlos como casi iguales. La novela, obviamente, no es redonda, pero lo que sí le veo es que traza bastante bien el panorama de ese cambio dinástico en cuanto a objetivos y nuevos usos políticos.
Novela que en general me gustó y no se me hizo larga. Nos acerca muy detalladamente a las profesiones de cerrajeros y herreros. Cierto es que el maniqueísmo es demasiado marcado entre el protagonista y el otro aprendiz, así como, entre Isabel de Farnesio y Bárbara de Braganza.
Coincido en que traza bien el cambio dinástico en lo tocante a nuevas formas y objetivos políticos.
En fin, me parece que para ser la primera incursión de María José Rubio en la novela es un buen intento aunque debería haber pulido más algunas cosas.
Pues a mi esta novela me gustó mucho. Me mantuvo enganchado de principio a fin, muy entretenido. Cuando llegué al final y vi la parte de las biografías, es decir, que todos los personajes fueron reales, no salí de mi asombro. Me ha entretenido y he aprendido de un periodo histórico del cual ignoraba mucho. Yo la recomiendo.
Mi apreciada amiga María José:
Leo lo escrito sobre tu Cerrajero y te digo,que bueno que haya personas (autorizadas o no ) a decir lo que escriben…yo los comentarios negativos los releria varias veces por ver de aprender algún/unos errores cometidos…les daria las gracias por lo que pudiera aprender de ellos y…les pediria siguieran haciendolo.
Por cierto…para que te critiquen…tienes que hacer algo…
Que facil es…enjuiciar algo una vez producido…menos mal que hay personas como tu …que trabajan…bien o mal…pero aportan algo,pobres aquellos que solo se dedican a criticar todo y son incapaces de producir algo…es tan facil !
Te ruego continues con tu carrera y asumas las criticas,de ellas saldras mas reforzada…porque tu vales.
Creo que todas las críticas que se han vertido aquí son perfectamente correctas y nada ofensivas, Luis. Y todos los autores deberían agradecerlas. Se aprende de los errores, principalmente. Estoy segura de que Maria José Rubio comprende que nuestra intención es positiva.
Efectivamente Ariodante. Además el objeto de participar en la Papri y en las reseñas es ese. La crítica objetiva de los que por aquí pasamos… Con educación. Y en su caso Ariodante es un ejemplo al respecto… y los demás ;-) también. No seamos tan tiquismiquis, que la crítica es buena, hombre.
Pues suscribo lo dicho por Iñigo. Y además, en el caso de Ariodante, su valoración es bastante positiva, una reseña magnífica. Yo, que le suelo hacer bastante caso, me quedo con ello. Últimamente, me interesa bastante el período de transición entre la época moderna y contemporanea, siglos XVIII-XIX, así que me anoto la propuesta y la pongo en la pila de «futuribles».
Criticar una novela tan extensa no es tarea menor.
Lo facil es criticar un comentario de cuatro lineas.
Gracias, Horus. Obviamente, no podemos coincidir todos en nuestros gustos o incluso en nuestra aceptación o valoración de las novelas. Lo que yo valoro como un fallo tolerable otros pueden considerar que es más grave. En mi reseña ni siquiera he considerado ese maniqueísmo del que se habla, incluso me pareció al leer el libro, que el hecho de que hubiera un «malo» tan malvado ponía interés en la trama de ficción. Porque sin «malo», hubiera sido demasiado dulce. Ojo, hay modos de poner malos, desde luego, que no sean tan obvios, porque ni el Cerrajero es trigo limpio (acepta espiar para Goyeneche, se salta su código de honor gremial, se casa con una mujer pero está siempre pensando en otra, …) ni las reinas (Farnesio o Braganza) quedan al margen de intrigas, ni los reyes salen bien parados, y tanto Goyeneche como la duquesa son piezas de cuidado…en fin, el único que no tiene ni un punto de bueno es el «malo», pero tampoco lo considero un fallo garrafal.
A mí me costó terminar el libro. Porque peca de exceso de información (lo que se entiende si uno llega al final, cuando te enteras de que esta novela surgió de una tesis doctoral). Porque la trama es muy irregular, y da vueltas y vueltas buscando un final. El argumento concluye de repente, en apenas unas páginas en las que sin apenas diálogos y a toda prisa se van cerrando hilos argumentales en ocasiones de manera inverosímil. Iba a poner un ejemplo pero mejor no le destripo a nadie la lectura. El argumento recurre a demasiados clichés (esposa sumisa y bondadosa, protagonista enfrentado desde niño a su álter ego malo malísimo, etc) y algunos de los principales personajes no son creíbles. Por eso a mí no me ha gustado. Aunque el escenario es novedoso y original -el gremio de los cerrajeros- y en principio parecía un acierto una novel coral donde hubiese representación de varias capas sociales diferentes de una época no muy tratada en la novela histórica, como es la del primer rey Borbón.
Bueno, pues yo repito mi valoración muy positiva. Me parece que está al nivel de otras buenísimas novelas históricas, tipo «Bomarzo». A mí, me gustó mucho. Me mantuvo intrigado y enganchado hasta el final. Y en el punto de la información, bendita sea una novela histórica que por fin se escribe con profundo conocimiento de una época. Justamente es lo interesante. Que encima aprendes. Mi enhorabuena a la escritora. Espero con interés su siguiente libro.
Poe no estaria de acuerdo, pero es una opcion legitima.
Bueno, yo no la compararía con Bomarzo…con todos los respetos.
No quiero que esto quede como un desprecio para nadie, pero es que tengo a Bomarzo en un altar, siempre me pareció una obra magnífica y de un nivel de calidad altísimo. Mújica Láinez es un novelista como la copa de un pino, y creo que salvando lo dicho, Maria José Rubio aun tendrá que escribir algunas novelas más para hacerse un buen sitio en la estela literaria de los grandes escritores. Cosa que probablemente hará, porque tesón y talento no creo que le falten y documentación, tampoco.