EL PATRIOTA Y OTROS ENSAYOS – Samuel Johnson
Samuel Johnson, el Doctor Johnson, es poco conocido en España pero una gran celebridad en Inglaterra, donde es el escritor más citado después del Gran Bardo. No en vano es el autor en solitario de un Diccionario de la Lengua Inglesa utilizado como texto canónico durante más de doscientos años; de una edición crÃtica, prologada y comentada de las obras de Shakespeare; y de una Vida de los Poetas ingleses que es obra de referencia para todos los especialistas en literatura inglesa. Educador, poeta, ensayista, articulista, crÃtico, mosca cojonera, contertulio respetado a la par que incómodo, fue un intelectual completo cuyos artÃculos de opinión, aunque publicados en revistas de escasa difusión, acababan influyendo en la opinión pública, formando parte de esa Ilustración Inglesa tan poco conocida en nuestro paÃs.
PolÃtico tory, aunque sin venderse a su propio partido ni rechazar los aciertos del contrario, sorprende por su profundo pacifismo y antiimperialismo. El señor Galtieri deberÃa haber leÃdo su crÃtica contra la guerra entre España e Inglaterra por el control de las Malvinas, dispendio de dinero y vidas para decidir quiénes serÃan «los señores de una tierra estéril golpeada por el mal tiempo». Hombre de profundas contradicciones, hallamos en él ideas progresistas, como la libertad de culto para los francófonos de Quebec (siendo como era un fervoroso anglicano), junto a otras claramente reaccionarias, como negar inteligencia polÃtica a las «clases inferiores» («ya que sus opiniones no se propagan por la razón, sino que se transmiten por contagio») o acusar de antipatriotas a los candidatos que se dirigen preferentemente a dichas clases. Puede a la vez criticar la guerra imperialista («la guerra es uno de los males más abrumadores para la nación, una calamidad que trae consigo toda suerte de miserias») y defender el recurso a la fuerza por parte del estado («el poder del gobierno legÃtimo ha de ser defendido») incluso aunque cause desgracias y muerte a civiles inocentes («las consecuencias de la violencia indiscriminada pueden ser lamentables, más no culpables»), lo que hoy llamarÃamos «daños colaterales». Profundamente monárquico, su adhesión a la forma de gobierno no impidió sus crÃticas a la ineptitud de los reyes en particular: «Jorge I era un ladrón, Jorge II era un tonto y Jorge III era idiota». Antes he dicho que es una celebridad «en Inglaterra» y no en «los paÃses de habla inglesa», dado que es particularmente odiado en los Estados Unidos por su abierta oposición a la independencia («separación») de las colonias («unas colonias que fueron pobladas gracias a la protección de Inglaterra, instituidas gracias a estatutos ingleses y defendidas por soldados ingleses»), al tiempo que critica el carácter criollo del nuevo estado («gritan «libertad» aquellos que se la niegan a los negros»); aunque tampoco ahorró crÃticas a la polÃtica europea con los nativos americanos, que definió claramente como «opresión».
El presente libro incluye algunos de sus más célebres artÃculos. En algunos (como en «El oficio de escribir», sobre el agobiante peso de la fama) destila fina ironÃa, hasta el punto de que a veces hace dudar de cuál es la postura que defiende, hasta que la reducción al absurdo («cambio de dirección cinco veces por semana, y me mudo siempre en plena noche») despeja la incógnita. En otros, por el contrario, huye de artificios y desarrolla un discurso moralizante para enseñarnos a tolerar las crÃticas, condenar la excesiva aplicación de la pena de muerte, o aceptar que nuestros logros deben ser por necesidad limitados. En otros, finalmente, opta por un estilo fabulÃstico, como en «La visión que el buitre tiene del hombre», donde una hembra que instruye a sus polluelos nos muestra el agradecicimiento del carroñero ante la contemplación de un campo de batalla: «-El hombre -dijo la madre buitre-, es la única bestia que no come lo que mata, y esta particularidad lo convierte en un auténtico benefactor de nuestra especie».
De todos modos, que el lector no se llame a engaño: sus artÃculos, como el autor, no responden a ninguna ideologÃa del siglo XXI, y pueden usarse tanto en un sentido como en otro. Johnson es, ante todo, fiel a su conciencia, no a los dictámenes de un grupo polÃtico concreto. Quien pretenda hallar un catálogo de frases afines a sus propios pensamientos, o un autorrefuerzo de su propia doctrina, se verá defraudado.
Con todo, no puedo evitar citar uno de sus artÃculos: «Aceptar las crÃticas».
«Quienes estallan de ira a la menor contradicción o la más leve crÃtica, dando asà a entender que se consideran ofendidos, lo hacen porque se imaginan que alguno de sus viejos privilegios ha sido quebrantado o alguien se ha atrevido a usurpar una cualquiera de sus prerrogativas naturales. Equivocarse (si tales fueran capaces de suponerse propensos al error) no debiera ser considerado algo vergonzoso o extraordinario (…). De todos los mortales, los más seriamente infectados con esta variante de la vanidad parecen ser los que integran la raza de los escritores. Como su reputación está basada exclusivamente en su discernimiento, han desarrollado una sensibilidad exacerbada a cualquier ataque a su reputación literaria.»
Ficha técnica:
TÃtulo: El patriota y otros ensayos.
Autor: Samuel Johnson.
Editorial: El Buey Mudo. Madrid, 2010.
Bolsillo. 240 páginas.
PVP: 17,50 euros
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Buena reseña, Josep. Yo debo de ser una de las pocas que le suena el nombre del Dr. Johnson. Tengo leÃda la biografÃa que le hizo James Boswell, publicada en Acantilado. Es muy interesante. La última vez que pasé por Londres visité la casa museo de Johnson, y comà en su pub favorito, que por cierto es uno de los pocos edificios que quedan anteriores al famoso incendio. Efectivamente, el Dr. Johnson era lo que los británicos llaman «a pain in the ash». No dejaba pie con cabeza.
Oye, no consigo ver la editorial …¿El Buey Mudo, quizás?
Digooo…»tÃtere con cabeza»
A) La biografÃa que le escribió Boswell está considerada por muchos como el «modelo de biografÃa».
B) SÃ, «El Buey Mudo». Está en la «Ficha Técnica».
C) Por cierto, qué faenón ha hecho Sandra con la imagen de cabecera. Currada de verdad. ¡Felicidades!
Es que Boswell tampoco era manco…
Si, me sumo a tus felicitaciones a Sandra. Le ha quedado muy pero que muy bien la cabecera.
¿Sobre qué no escribió el doctor Johnson? Jejeje. Aún me acuerdo de aquel
capÃtulo de ‘La VÃbora Negra’ sobre él…
Sugestiva reseña, sà señor. Y es que el doctor Johnson era todo un personaje…
¡Muy bueno el vÃdeo, Farsalia! No lo conocÃa.
Me parece que es una exelente recomendación Josep, y pienso que al señor Galtieri como a otro montón de militares latinoamericanos, les hacia y hace faltar leer más de todo (si es que saben)
Desde mi ignorancia, encuentro la reseña la mar de instructiva e interesante, y muy bien expuesta, Josep. Gracias.
Vaya, mi última respuesta fue «moderada»…
¿Cuál? ¿Te falta alguna?
Por cierto, pintas bien en la TV.
SÃ, una en la que te daba las gracias a ti por cedereme este espacio.
¿Ya has visto mi vÃdeo? ¿Has tenido problemas lingüÃsticos para entenderme?
Pues no andaba en el Limbo de los Moderados, Josep, asà que la conexión o qué sé yo te habrá jugado una mala pasada.
En cuanto a los problemas lingüÃsticos, los tengo en castellano como para no tenerlos en valenciano. Pero se te entiende prefectamente, sÃ. Tanto que me daban ganas de rebatirte con lo de la «responsabilidad del novelista» y del «no engaño», cuando, precisamente, ahà reside la buena labor de un escritor: en engañarte hasta el corvejón.
Yo no hablo de «no engaño», sino de no «difundir la falsedad», que es distinto.
Pero lo importante es que, como ves, las lenguas romances no san tan difÃciles de entender entre sÃ.
Iba a decir una burrada, pero mejor te la digo en privado.
Je… Bueno, bueno, que la burrada no era para tanto. A ver qué se va a pensar la concurrencia. Ya sabes que tocanarices hay en todos lados. En un sitio, artificiosamente y con intereses espúreos, y en otro, a la contra y a mala leche.
En cuanto a la falsedad, le voy a dar yo pa´l pelo, por ejemplo, a J. L. David por presentarme a los amigos de Aristóteles como si fuesen apóstoles o la Roma arcaica como si fuese un castillo medieval.
Pues a ese tipo de cosas me refiero cuando hablo de introducir un error «por mercantilismo, negligencia o pereza» (que fueron mis palabras textuales, aunque en valenciano). Otra cosa es el engaño «artÃstico»: si puedes hacerme creer que un representante se convierte en insecto, entonces estás a la altura de Kafka.
Es cierto que lo dijiste, sà señor. De todas formas, siendo asÃ… habrÃa que bajar a unos cuantos clásicos del pedestal entonces.
Me he perdido…¿de qué estáis hablando? No consigo entenderos, … ¿Donde está ese vÃdeo de TV al que aludÃs que no lo encuentro?
Habéis cambiado de tema, ¿no? quiero decir, que no habláis de la reseña sino que ha pasado un ángel y os movéis por otra onda, me parece…
Javi, -ya que te pillo-mira tu correo, plis.
No es un hombre que sobre entre los aficionados a la novela histórica, ya que las novelas británicas están repletas de citas al «Dr Jhonsson», empezándo por la saga de Sharpe, que comienza precisamente citándole.
«Todo hombre se averguenza de no haber sido un soldado».
La cita se repite, con cierta intención irónica, en «Las cuatro plumas», la última versión.