ELIS. INTERNAL POLITICS AND EXTERNAL POLICY IN ANCIENT GREECE – Graeme Bourke

“Este libro es una historia política tanto de la región noroccidental del Peloponeso, conocida en los primeros tiempos como ‘Elis’, como de la ciudad clásica y posterior del mismo nombre situada en esa región. Lejos de resumir los estudios anteriores, pretende reconsiderar aspectos concretos de esta historia a la luz de los últimos avances académicos y de otras observaciones”.

Bienvenidos sean los trabajos que transitan por caminos diferentes a los trillados, abriendo así el horizonte que dibujan las visiones canónicas y tradicionales del mundo clásico y recordándonos la obviedad de que la antigua Grecia no fue solo Atenas y Esparta. He aquí una obra que revela la importancia de una ciudad griega, una polis, que, por un lado,  destacó enormemente a nivel político y religioso en el Peloponeso, el coto privado de los espartanos; y por otro, mantuvo un idilio largo y turbulento con la democracia, sistema político que no fue en absoluto patrimonio exclusivo de los atenienses.

En efecto, la Grecia del primer milenio antes de Cristo no consistió en Atenas y Esparta; si hacemos caso al monumental trabajo (más de 1400 páginas) de Mogens H. Hansen y Thomas H. Nielsen An inventory of archaic and classical poleis (Oxford University Press, 2004), allí se describen un total de 1035 poleis griegas, repartidas a lo largo y ancho del Mediterráneo. Muchas de ellas, o todas, cuentan con una historia y tradiciones propias, costumbres , probablemente también mitos fundacionales autóctonos… En ese millar figura Elis, la que fue capital de la región homónima Élide, situada en el noroeste del Peloponeso y flanqueada por Acaya al norte, Arcadia al este, Mesenia al sur, el Egeo al oeste y con la cercana isla de Zacinto a menos de 20 kilómetros mar adentro. La región elea y la koile Elis (la “cóncava Elis”) estaban situadas en un fértil terreno de valles, el río Peneo junto a la ciudad y el Alfeo a no mucha distancia hacia el sur. Elis (a la que el inventario de Hansen & Nielsen dedica 4 páginas, no está mal), su historia antigua y el papel que desempeñó en el panorama polifacético (nunca mejor empleado el término) de la Grecia de las poleis, es el objetivo de Graeme Bourke en Elis. Internal Politics and External Policy in Ancient Greece. La obra forma parte de la serie de libros Cities of the Ancient World que la editorial Routledge decidió lanzar al mercado hace dos décadas, a lo largo de las cuales han ido viendo la luz 12 monografías dedicadas a otras tantas ciudades de la Antigüedad.

Ese es, pues, el propósito de Bourke en este trabajo: examinar la ciudad de Elis “desde su historia más temprana, pasando por los períodos arcaico, clásico y helenístico, hasta su pérdida de independencia bajo el dominio romano”. Sin embargo, Elis no era una polis más. Al  leer esta obra sucede lo que he indicado hace un par de párrafos: que uno descubre una ciudad cuya importancia en la Grecia arcaica y clásica estuvo, dejando al margen Atenas y Esparta, a la altura de los otros grandes actores griegos: Tebas, Corinto, Argos… El sustancial elemento distintivo de la ciudad de Elis tuvo carácter religioso: los eleos fueron los tradicionales administradores del santuario de Zeus situado en la cercana Olimpia, lugar cuya relevancia en el mundo griego es difícilmente equiparable a la de cualquier otro centro cultual. El control del santuario incluía, como es lógico, la gestión de su nada despreciable tesoro, por un lado, y la organización de los juegos atléticos dedicados a Zeus cada cuatro años, por otro. Salvo las disputas con los vecinos pisanos en tiempos arcaicos, y con los arcadios en el siglo IV a.C., el control del santuario de Olimpia lo ejercieron los eleos durante prácticamente toda la Antigüedad. Tanto es así, afirma Bourke, que de lo que dicen algunas fuentes podría interpretarse que durante las guerras Médicas, en las cuales los griegos se enfrentaron a los persas, los eleos quedaron eximidos de los combates, pues su misión en el mundo griego era la de custodiar y velar por el santuario de Olimpia, lo cual no era poca cosa. Según otras fuentes, la ausencia de murallas en torno a Elis (pero sí alrededor de su acrópolis) se debía a su carácter sagrado: nadie osaría atacar la ciudad, por la cual velaba el mismísimo Zeus. La inexistencia de muros de protección era un rasgo que compartía con Esparta, aunque las razones de los espartanos eran bastante diferentes. Por otro lado también se ha sugerido que, a similitud de algunas ciudades del lejano Oeste americano, los que entraban en Elis (o en Élide, menos probable pero también posible) debían hacerlo sin armas, las cuales se dejaban en un lugar cercano a la colina de Armátova, donde se recogían a la partida.

El trabajo del especialista australiano sigue los patrones habituales y previsibles de un trabajo de investigación, y organiza sus esfuerzos siguiendo una línea clásica. En los primeros capítulos aborda cuestiones etnológicas, geográficas y de política local que conecta la ciudad elea con sus vecinos, y otras acerca de creencias y la titularidad del santuario de Olimpia, disputada con Pisa. Y en seguida los capítulos adoptan el formato cronológico y pasan a describir la historia de los eleos desde los tiempos arcaicos hasta la dominación romana. El viaje permite al autor mostrar el rico e interesantísimo crisol de interconexiones de la ciudad con el resto de estados griegos a lo largo de la época arcaica y clásica, así como su influencia en sucesos de magnitud tales como el conflicto civil de Epidamno que involucró a Corcira, Corinto y Atenas, y que a la postre fue uno de los detonantes de la guerra del Peloponeso; o la batalla de Mantinea del 418 a.C., en la cual su retirada antes del choque tal vez provocó la derrota del bando antiespartano.

Bourke traza el recorrido vital de Elis hasta el sometimiento al poder de Roma en el 146 a.C., una línea en la que también se habla de las simpatías de los gobernantes eleos con el rey macedonio Filipo II, que se tradujo en las edificaciones cuyas ruinas aún se pueden contemplar en el santuario de Olimpia. Los textos de Pausanias, Diodoro, Polibio, Tucídides, Herodoto y Estrabón son los principales recursos de que el autor se vale para tratar de reconstruir la historia de Elis, tarea nada fácil dadas las numerosas lagunas. La obra no elude las dificultades, puntos oscuros e incógnitas, que cualquier historiador encontraría al emprender esta tarea: las fuentes antiguas no rellenan todos los huecos existentes, y a menudo se contradicen o se complementan mal. Cuando esto sucede, el investigador australiano así lo expone y trata de definir la línea de acontecimientos probable. En efecto, y tal y como él mismo indica en la cita que abre esta reseña, el objetivo no es compilar lo que hasta el momento se ha dicho acerca de los eleos, sino abrir nuevos caminos iluminados por los nuevas investigaciones académicas y arqueológicas, así como por las propias ideas del autor.

Llama la atención, y Bourke abunda a menudo en ello de manera más implícita que explícita, el hecho de que Elis mantenía en su política interna y en sus relaciones exteriores un llamativo paralelismo con Atenas. En la formación de la Atenas clásica destacan el sinecismo (la unión administrativa y jurídica de diversos núcleos poblacionales) atribuido al mítico Teseo, y el advenimiento posterior de la democracia. Pues bien: los eleos de tiempos arcaicos vivían en núcleos dispersos entre los ríos Peneo y Alfeo (¿existió una entidad política llamada Elis antes del siglo V a.C.? Bourke debate sobre ello), hasta que en el 471 a.C. se produjo el sinecismo de 16 comunidades. Además, la unidad política resultante adoptó como sistema de gobierno una democracia a imagen y semejanza de la de Atenas, la cual tenía solo tres décadas de antigüedad. Con el pasar del tiempo los oligarcas eleos se rebelaron contra el sistema democrático, como sucedió también en Atenas casi por las mismas fechas; sin embargo la stásis, el conflicto civil, que en Atenas no consiguió acabar con la democracia, en Elis sí lo hizo, gracias al apoyo espartano a la causa oligarca. Es tentador pensar en Elis como una especie de espejo de Atenas, una réplica a menor escala de la ciudad de la democracia, de las artes y de la cultura, inserta en pleno Peloponeso, territorio este de claro ascendente espartano donde las democracias, salvo contadas excepciones como Argos, Mantinea o la propia Elis, brillaban por su ausencia.

Igual que en la ciudad del Ática, el esplendor de Elis comenzó a raíz de la llegada del gobierno democrático, y también los eleos, como los atenienses, tuvieron afanes expansionistas, hacia el sur de la región. Así como los espartanos controlaban buena parte del territorio del Peloponeso mediante el sistema de ilotas y de periecos, los eleos también extendieron su poder sobre un buen número de núcleos del noroeste peloponesio, cuyos habitantes bien podían ser considerados periecos de Elis. Se aprecia a lo largo de la historia de esta polis una tensión continua con los espartanos, los poderosos vecinos peninsulares que presidían una liga de aliados a la cual pertenecía la práctica totalidad de ciudades peloponesias, incluidos los eleos. Fruto de esa tensión, Elis acabó enfrentada a Esparta, derrotada y humillada. Paralelamente, pese a que las simpatías hacia Atenas fueron más que evidentes, también hubo de enfrentarse a esta polis, forzada por la liga peloponesia.

Se trata, en fin, de un trabajo de investigación y de reconstrucción histórica más que interesante, revelador y profundo, con el valor añadido de poner de relieve el destacado papel en el mundo griego de Elis, una ciudad que tiene entre otras singularidades la de haber erigido un santuario dedicado al Innombrable, el dios Hades. También deben de ser interesantísimos, sin duda, el resto de títulos de la serie Cities of the Ancient World, dedicados a Mileto, Tebas, Antioquía, Palmira, Damasco… Sería una estupenda noticia que alguna editorial se decidiera a traducir estos trabajos al castellano, en aras de fomentar la alta divulgación y la difusión de la historia y cultura de la Antigüedad.

 

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Graeme Bourke, Elis. Internal Politics and External Policy in Ancient Greece. Nueva York, Routledge, 2018, 247 páginas.

     

4 comentarios en “ELIS. INTERNAL POLITICS AND EXTERNAL POLICY IN ANCIENT GREECE – Graeme Bourke

  1. Farsalia dice:

    Pinta muy bien este libro. Lo tengo hojeado, pero para cuando pueda leerlo…

  2. cavilius dice:

    Es un buen libro para conocer la historia de la región y la ciudad de Elis. Y el resto de libros de la serie, sobre Tebas, Mileto, etc., también deben de serlo.

  3. Manuel dice:

    Realmente interesante ahondar en la historia de esta ciudad tan rica en hechos memorables. Sagrada como fue, sagrados como siguen siendo, por ejemplo, en el fondo, aunque no siempre afloren, los valores del deporte en los modernos Juegos Olímpicos. Un afectuoso saludo, Cavilius.

    1. cavilius dice:

      Un saludo para ti también, Manuel.

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