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El pequeño Pataxú, Tristan Derème

Tercera Prueba
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Semíramis



Registrado: 16 Nov 2010
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MensajePublicado: Vie Dic 21, 2012 7:50 am    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Nada que disculpar, es que yo he estado también yendo y viniendo y nos hemos cruzado Very Happy . Lo vi a última hora de ayer. Hoy, en cuanto pueda, me pongo con ello.
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Semíramis



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MensajePublicado: Vie Dic 21, 2012 10:28 am    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Bien, pues aquí estamos con el primer concursante. He mezclado sus cartas al aire y os las iré mostrando según lo ha querido el destino.

Con el dorsal NVMERO I salta a la palestra el primero de nuestros bardos. Aquí está su obra. Que la disfrutéis.

—No te apenes, hermana mía, construiremos en esta tierra lo que nos fue preciso abandonar. Levantaremos un nuevo mundo en honor de los pasados días, aquellos que nos arrebató su codicia. Y lo llenaremos de la gloria y el honor que él despreció, de los afectos perdidos y de nuevas esperanzas.
Y ahora sigue, no te detengas, corta pequeños pedazos de esta piel de buey, porque ella decidirá cuánta tierra haremos nuestra.

Dido recordaba mientras las huellas de sus pies se estampaban sobre la arena de la playa dando la espalda a la fortaleza que, con tanto esfuerzo, habían logrado erigir. Su mirada celeste se derramaba en un piélago de lágrimas, irritada por una espesa humareda negra.

Las frases y las imágenes se agolpaban en su mente conformando el extraño rompecabezas de su vida. La mentira en los ojos de su hermano, el zumbar de las moscas volando sobre el cadáver de Siqueo, el tacto recio de la tierra adherida al oro exhumado, aquella frase que con tanta convicción había pronunciado y a la que sucedió el rasgar del cuchillo de Ana cortando en finas tiras la piel de un buey, la fragancia tostada que penetró su olfato mientras el granito de una cueva que un simple tronco cerraba, reflejaba cómo su sombra y la de Eneas se unían al compás de las llamas de una hoguera que ambos habían encendido.

El fuego seguía brillando en sus retinas y el olor a quemado invadía sus sentidos. Aquel mismo tronco que les había amparado, ahora ardía con el ímpetu de su soledad.

—Voy a guardar el recuerdo de este instante en mi mente —le dijo Eneas el día en que se conocieron— porque nunca podré volver a verte por primera vez.

En boca de otros hubiera pensado que sólo eran las palabras halagüeñas de una seductora araña enredando a su presa, pero aquel rostro imberbe le había convencido, sin entender muy bien el por qué. Él le contó entonces historias mágicas de grandes héroes, fragores de una lejana guerra, engaños de madera e interminables huídas. Aquellos fueron los días del sudor deslizándose por sus pieles, del eco de unas risas entremezcladas, de la complicidad de una mirada y de una exhalación liberada

—Si no me quieres—le había comentado ella—, no me hables de la llamada de los dioses, sé sincero.

Le pidió franqueza. El la abandonó en busca de su destino eterno, de una nueva vida.

En lo alto de aquella hoguera demente, semejante a una pira funeraria que había ordenado levantar con los restos de su amor traicionado, vio entonces como el brillo de una espada olvidada recogía la primera caricia del amanecer. Su hermana Ana gritaba a lo lejos. Los pasos sordos de Dido se encadenaron a aquel centelleo perdido. La señora de Cartago escuchaba sin sentir el crepitar de los jirones de su ropa, de su piel y ahora de su alma, quemándose junto a los relegados enseres de Eneas en una impía unión abandonada.
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Semíramis



Registrado: 16 Nov 2010
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MensajePublicado: Vie Dic 21, 2012 11:42 am    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Siguiente concursante.
Con el dorsal NVMERO II...

NUEVA VIDA

—No te apenes, hermana mía, construiremos en esta tierra lo que nos fue preciso abandonar. Levantaremos un nuevo mundo en honor de los pasados días, aquellos que nos arrebató su codicia. Y lo llenaremos de la gloria y el honor que él despreció, de los afectos perdidos y de nuevas esperanzas.
»Y ahora sigue, no te detengas, corta pequeños pedazos de esta piel de buey, porque ella decidirá cuánta tierra haremos nuestra.

La joven muchacha arrugó sus espesas cejas, negruzcas y cuasi unidas entre sí. Su lozana juventud sólo era comparable a su espantosa fealdad. Bien, y en tamaño, también era comparable a su soberana estupidez. Y al diámetro de su trasero.

—¿Así, hermanita mía? —gimoteó mientras cortaba un jirón cuadrangular de escasas dos pulgadas de lado.
—No. Has de cortarla así, poco ancha, de menos de un dedo, pero todo lo larga que se pueda. Y no me llames ”hermanita mía”, joder, que me da vergüenza ajena.
—Aaaah, vale herman… hermanota mía…

La chiquilla, inocente, trazó su afilado cuchillo sobre el mismo jirón, diminuto, que había cortado previamente. Resultando con ello, pues, un fino hilo de la misma medida, dos pulgadas.

—¿Así, hermanita mía? ¿Así está bien?
—A ver, pedazo de alcornoque. Que no eres más lerda porque Baal quiso apiadarse de todos nosotros en último momento. Te he explicado el plan mil veces, desde que partimos de Tiro. ¿Es que aún no has entendido nada?
—No, hermanita mía. Algo así como hacer un círculo gigante y…
—Bien, y ahora me explicas cómo vamos a hacer un círculo gigante… ¡con esto! —diciendo tales palabras exhibía delante de los obtusos ojuelos de la muchacha el ridículo retazo de piel que acababa de rebanar.

Mientras las dos hermanitas discutían acaloradamente, un elegante y gallardo mancebo, de porte orgulloso y, al parecer, cabecilla de una muchedumbre atareada en aquellos lares, se acercó a ellas con expresión hostil en el rostro.

—A ver, niñatas. Fuera de aquí, que estamos construyendo.

Dido, pues ése era el nombre de la hermana lista y guapa, al borde de la desesperación, decidió cambiar de interlocutor por no asestar una soberana colleja a la imbécil de su hermana. No contribuyó para nada en aquella decisión la exhibición de bíceps y pectorales radiantes del mancebo, evidentemente.

—¿Y quién sois vos, apuesto caballero de elegante porte?
—¿Yo? No importa mucho quién soy yo; me llamo Abelardo Barca, y soy el capataz. Estamos construyendo Cartago, una ciudad que esperamos que sea muy importante. Tanto, que incluso pudiera ser motivo de la redacción de una prueba mvneraria hislibrense, fíjate tu. Así que apartaros, ¡fuera, fuera de aquí, malos bichos!

—¿Barca? Anda, que bien, nosotras también hemos venido en barca, ¿eh, hermanita mía?
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Semíramis



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MensajePublicado: Vie Dic 21, 2012 3:46 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Con el dorsal NVMERO III...

NUEVA VIDA

—No te apenes, hermana mía, construiremos en esta tierra lo que nos fue preciso abandonar. Levantaremos un nuevo mundo en honor de los pasados días, aquellos que nos arrebató su codicia. Y lo llenaremos de la gloria y el honor que él despreció, de los afectos perdidos y de nuevas esperanzas.
Y ahora sigue, no te detengas, corta pequeños pedazos de esta piel de buey, porque ella decidirá cuánta tierra haremos nuestra.

Así dijo Dido, mientras Ana despedazaba lentamente al cornúpeto animal. Andar troceando y sacando tasajos de carne no era algo que Dido hiciera, pero sí su hermana, más amante de Diana que de Venus. Con un rápido gesto de la mano llamó a aquellos esclavos negros, agazapados bajo un árbol, para que la ayudaran a desollar al buey, quitando por un lado la piel para las futuras marcas y por otro el alimento y las vísceras propiciatorias.

Ya tenía el cuchillo en alto para atacar el corazón del animal cuando uno de aquellos negros la retuvo con fuerza. Ana siguió con la mirada su propio brazo y alzando aún más la vista se fijó en que aquel esclavo le había agarrado simplemente con una mano sucia y rasposa de la cacería. ¿Cómo era posible? Ella, que corría diariamente por los bosquecillos de la costa; que disparaba certeramente con su arco a cualquier ser vivo que hubiera; o que luchaba y ganaba, con el cuerpo untado y desnudo a cualquier efebo del puerto… ni siquiera le había visto venir. Bajó la mirada y con gran asombro sumergió su iris en los ojos de aquel esclavo. No despedían odio por su condición servil, ni suplica por la muerte del animal. No había compasión en ellos sino solamente sabiduría eterna.

Dido se acercó a su hermana y con sutiles movimientos, propios de reina, la retiró de la presencia de los esclavos.

-Déjalos hacer. Es su destino.

Como hormigas caníbales de más allá de las arenas del interior, en silencio se lanzaron sobre el buey desollándolo en breves minutos quedando solamente el corazón en el centro de las tiras de piel. Después las habían estirado hasta lo permitido en un gran perímetro situándose cada uno de ellos en un área. Y fue entonces cuando ocurrió el milagro, pues aquellos negros se convirtieron en auténticas teas ardientes imprimiendo ese fuego a las pieles. Cuando el abrasador círculo estuvo cerrado de cada zona partió un trueno que impacto en el corazón…

…que entonces comenzó de nuevo a latir, saliendo de cada movimiento cardiaco imágenes fantasmagóricas que anunciaban lo que habría de venir en un futuro. Traspasadas por ellas las dos hermanas veían acá una gran ciudad con sus calles perfectamente delineadas, allá un gran puerto de innumerables barcos perfectamente artillados, y como si fuera una alucinación una esplendida muralla que desafiaba en altura a los mismísimos dioses.

Aunque la visión se esfumó en un gran estallido, Dido tenía lágrimas en los ojos. Allí estaba su sueño. Allí estaba su nueva vida.
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Semíramis



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MensajePublicado: Vie Dic 21, 2012 5:54 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

NVMERO IV

—No te apenes, hermana mía, construiremos en esta tierra lo que nos fue preciso abandonar. Levantaremos un nuevo mundo en honor de los pasados días, aquellos que nos arrebató su codicia. Y lo llenaremos de la gloria y el honor que él despreció, de los afectos perdidos y de nuevas esperanzas. Y ahora sigue, no te detengas, corta pequeños pedazos de esta piel de buey, porque ella decidirá cuánta tierra haremos nuestra.
—¿Pequeños pedazos?
—O, mejor, tiras, tiras muy delgadas… tan largas como se pueda. Sí, atiende, eso es, hermana. Hagamos bandas tan finas que sirvan de ceñidor de una avispa. Tan dilatadas que juntas puedan recorrer dos veces tres Sor.
—¿Qué pretendes, hermana?
—Piénsalo. No estamos en Sor, pero sí en una colina rodeada de lago, lagunas insalubres y mar.
—Ay de mí, ya te sigo.
—Pues ea, Dido, a recortar de manera delicada la piel. Muda el aspecto de tu cara y que tu tez brille como el sol. Habrás de anunciárselo a Jarbás y es preciso que al menos lo derrote un astro.
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Semíramis



Registrado: 16 Nov 2010
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MensajePublicado: Vie Dic 21, 2012 7:09 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

NVMERO V...

No te apenes, hermana mía, construiremos en esta tierra lo que nos fue preciso abandonar. Levantaremos un nuevo mundo en honor de los pasados días, aquellos que nos arrebató su codicia. Y lo llenaremos de la gloria y el honor que él despreció, de los afectos perdidos y de nuevas esperanzas.
Y ahora sigue, no te detengas, corta pequeños pedazos de esta piel de buey, porque ella decidirá cuánta tierra haremos nuestra.

Sentía caer las lágrimas mientras asía con firmeza el cuchillo ceremonial, pequeño, de hoja ancha y muy afilado. Era perfecto para desollar un cuerpo cuya sangre no había empapado la nueva tierra que estaban obligados a habitar. Al menos su piel cimentaría unos muros fuertes y sólidos que cobijarían a la pequeña hueste que le había acompañado en su huida. Cayó de rodillas sobre la arena del desierto y sintió como le abrasaba la piel. Apretó los dientes en un esfuerzo por reprimir la náusea. El cadáver comenzaba a descomponerse.
Cortó fibras, se ayudó del puño cerrado para despegar el músculo, blando y flácido, y se afanó en separar, cuidando de no romperla, la piel frágil, quebradiza.
El sol se alzaba. La brisa suave del mar acariciaba sus cabellos, los despegaba de su frente sudorosa y agitaba la piel desollada que pendía ahora de la nuca. Había conseguido desprenderla en una sola silueta, una lámina fina que bailaba al ritmo del viento, la esperanza y el hedor a podredumbre.
Dudó. Su dolor era grande, pero de su entereza dependía la suerte de su gente. Se secó los ojos arrasados en lágrimas y con un gesto indicó a sus hombres que separaran la cabeza del cuerpo. Este ya no era más que un despojo.
Extendió la piel sobre una tabla ancha del barco y fue contorneando la silueta con el cuchillo para separar un largo fragmento de apenas de una uña de grosor. Ana tomó el extremo y comenzó a andar por el pie de la loma hacia la otra punta de la playa.
Poco a poco, ante los atónitos ojos del rey Jarbas, una fina cuerda de piel se extendió desde el ara de la diosa, trazando un amplio semicírculo de más de mil pasos, hasta donde habían erigido, nada más llegar, el pequeño altar en honor de Melkart, llamado en su tierra Baal, el dios becerro.
Tal como Dido temía, no llegaría a cercar la tierra precisa si no usaba también la piel de la cabeza. La tomó entre sus manos con un sollozo, la dejó reposar sobre el cuello cercenado y la despojó de los cuernos bañados en oro que daban forma a su tocado sacerdotal. Un gesto airado sirvió para arrojarlos sobre la arena. Pequeñas gotas de sangre surgieron en sus labios, allí donde clavaba los dientes con furia. Sus dedos se volvieron blancos cuando asió de nuevo el cuchillo, pero su mano no tembló cuando, acariciando más que cortando, empezó a desprender de sus huesos la amada cara de su esposo Siqueo.
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Semíramis



Registrado: 16 Nov 2010
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MensajePublicado: Vie Dic 21, 2012 7:41 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

... Y el NVMERO VI:

NUEVA VIDA

—No te apenes, hermana mía, construiremos en esta tierra lo que nos fue preciso abandonar. Levantaremos un nuevo mundo en honor de los pasados días, aquellos que nos arrebató su codicia. Y lo llenaremos de la gloria y el honor que él despreció, de los afectos perdidos y de nuevas esperanzas.
Y ahora sigue, no te detengas, corta pequeños pedazos de esta piel de buey, porque ella decidirá cuánta tierra haremos nuestra.
Antígona había acompañado a su hermano al destierro, sumisa, pero su corazón había quedado dolorosamente dividido. Atrás quedó su familia destrozada. Su alma y la de Edipo languidecían en aquella tierra que ahora llamaban suya, pero que a ella se le antojaba extraña y hostil.
La zozobra pudo más que ella y una lluviosa tarde se dirigió al Oráculo. Iba arropada por negros presagios. En la pequeña estancia donde fue atendida una lánguida luz entraba por un minúsculo ventanuco. Tras sacrificar al ave, el Oráculo permaneció unos instantes examinando sus entrañas. Al fin, levantó la vista.
—El mal que te atenaza desaparecerá, no dudes. El destino está escrito pero los caminos que nos conducen hacia él unas veces se tuercen y otras se enderezan. Ve tranquila, Antígona, los augurios son claros. Pondría mi vida como garantía de ello, si así lo deseas.
Regresó a su casa, impaciente por compartir las buenas nuevas con su hermano. Gritó su nombre, pero no halló respuesta. Aunque no era adecuado, se acercó hasta sus habitaciones. Sus ojos tardaron un par de segundos en descifrar lo que veían, el cuerpo sobre el tálamo, la copa vacía en el suelo junto a la mano que colgaba inerte.

Cuando el Oráculo volvió a su cubículo tras cumplir unos recados, Antígona le esperaba sentada en un pequeño taburete. A pesar de la escasa iluminación, pudo distinguir dos cosas, el brillo de los diamantes que resbalaban por sus mejillas y la copa que sostenía en sus manos.
—¿Qué haces aquí? Nadie tiene permitido el acceso a…
—Nadie me lo ha permitido. Soy tu destino, que viene a tu encuentro. Unas veces los caminos se enderezan, otras se tuercen. Sin embargo, tú disfrutarás de un privilegio que a otros les ha sido negado: elegir tu propia muerte. Puedes hacerlo honorablemente —le tendió la copa— o como un miserable. En tu mano queda.
—¿Cómo te atreves? ¡Te arrepentirás de haber venido, estúpida mujer! —una daga apareció en su mano al tiempo que daba un paso adelante, pero su gesto quedó congelado cuando Antígona, impertérrita, se puso en pie sin mostrar el más mínimo asomo de temor.
—Puedes matarme, te será sencillo. Nada tengo que perder ya. Sin embargo, has de saber que si no salgo por esa puerta lo único que conseguirás es demorar tu fin unos días más. Un día, cuando menos lo esperes, la muerte te estará esperando en un oscuro callejón. Sufrirás como una rata inmunda, mientras la sangre escapa de tu cuerpo —una vez más le tendió la copa—. Tú eliges.
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Nausícaa



Registrado: 29 Oct 2011
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MensajePublicado: Sab Dic 22, 2012 6:33 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Pues me temo que lo vais a tener difícil los jurados Smile Son seis buenos relatos, aunque me temo que el último equivocó el mito Wink pero es interesante, eso si Smile
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Somos el tejido del que están hechos nuestros sueños. (W. Shakespeare)
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Raskolnikov



Registrado: 25 Dic 2009
Mensajes: 4982
Ubicación: Esperando en el Desfiladero del Borgo

MensajePublicado: Sab Dic 22, 2012 7:15 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Al final me quedé atascado y no supe solucionar a tiempo el embrollo que había formado en solo quinientas palabras Crying or Very sad
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Semíramis



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MensajePublicado: Dom Dic 23, 2012 12:13 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Claro, estarías por ahí sorbiendo cuellos Evil or Very Mad
Laughing Laughing
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Raskolnikov



Registrado: 25 Dic 2009
Mensajes: 4982
Ubicación: Esperando en el Desfiladero del Borgo

MensajePublicado: Dom Dic 23, 2012 3:12 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Un caballero no cuenta esas cosas Cool
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Semíramis



Registrado: 16 Nov 2010
Mensajes: 2948

MensajePublicado: Lun Dic 24, 2012 10:32 am    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

¡Loa a los valientes que compiten en estos juegos!
Efectivamente, seis muestras de buen hacer, de arrojo y valentía. Los cónsules y yo ( Laughing ) agradecemos la participación y nos acogemos a honda meditación para dar con el resultado más justo, que está difícil el tema Very Happy
Antes de que acabe el año tendremos nuestro veredicto.

¡Feliz y literaria Navidad para todos!
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Semíramis



Registrado: 16 Nov 2010
Mensajes: 2948

MensajePublicado: Vie Dic 28, 2012 12:39 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Ya no queda nada, espero podáis contener vuestra indescriptible emoción ( Laughing ) unas horas más porque en breve se conocerán los resultados... Y habrá que desollar y desmembrar a los perdedores Twisted Evil


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Javi_LR



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MensajePublicado: Vie Dic 28, 2012 1:03 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

¿Y sacrificar al ganador?
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El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.
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Valeria



Registrado: 16 Oct 2006
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Ubicación: Al otro lado del Limes

MensajePublicado: Vie Dic 28, 2012 1:50 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Pues era una idea, a ver si favorecemos el cambio de ciclo. Que acuda al sacrificio voluntario por el bien de la humanidad.

¿Qué mejor sacrificio que lo que es más valioso para Hislibris? Un nuevo Marco Curcio, al que ofrendaremos flores y libros hasta el fin de los tiempos.
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