Foro de Hislibris

[Germánico]

Joé...
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Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito.

[Koenig]

HISTORIA DE LA GUERRA DEL FOROPONESO
By Koenixides el galo.

Reunidos en magno foro griegos y romanos, en amistosa desconfianza, acallose el público expectante, pues interesante había de ser, lo que tan preclaros contendientes hablaran, ya que si bien había paz, las diferencias eran grandes, los ánimos estaban caldeados y las lenguas prestas.
Era el tema a dilucidar un papiro, de un bárbaro adulador, que trataba sobre el poder militar de griegos y romanos, y cuyo título, “Soldados y Fantasmas” venía inspirado por la mismísima discordia, que tras entregar al bello Paris una manzana para la mas bella, dejó flotando la duda de quiénes serían los guerreros y quienes los fantasmas.
Sirviose vino contra el consejo de los prudentes, soltáronse las lenguas, voló discordia de unos a otros (susurrándoles insensateces al oído y todo eso), y pronto estaba el aire cargado de tormenta, lista la liza para la pugna, faltaba sólo la chispa que prendiera el inmenso conflicto.
Alzose Germánico, el de altos humos, y pronunció, impávido, las palabras que iniciarían esta guerra memorable, equiparando los griegos a fantasmas, y a guerreros los romanos. Alzáronse los demás contertulios, indignados unos, aplaudiendo otros, pues lo que a unos parecía inmensa injusticia, a otros parecía acertado comentario. Y de entre todos los indignados destacó Cavilius, de sutil dialéctica, que opuso su poder al del poderoso Germánico, Cesar hasta su deposición.
Fue el primer tema de debate medir los imperios, como colegiales que miden... (lo fuertes que son sus papas, no vayáis a pensar mal) por ver cual era mas extenso y de mayor poder. Acertaron los romanos al hablar de su fuerte limes, y también acertaron los griegos al no limitar su influencia a menos de lo que está mas acá del cielo y de la tierra, ofendiendo de paso a Poseidón, que se sintió olvidado. Mas si eran ambos imperios distintos en su fondo, pues en el de los romanos sojuzgaban a los vencidos con el hierro, y los engañaban con el lejano espejismo de la ciudadanía y los griegos preferían dejarlos venir libremente, sojuzgarlos con el control de sus dineros y engañarlos con la promesa de la igualdad, liviana como la brisa, que luego topaba con los acropileos muros de Atenas. Eran ambos imperios iguales en la forma, pues prometían mas de lo que daban, y tomaban mas de lo que se les ofrecía
¡Eso es ligar!
Distribuíanse los contendientes en dos fuertes partidos. En el pro-romano, comandaba al inicio Germánico, el de altos humos, y junto a él combatía Urogallo, el de colorido plumaje, que luego en rápida guerra civil ocuparía su puesto como “imperator” y tras ellos vendría Casio, el dubitativo, limítrofe entre ambos y que a punto estuvo de luchar por los griegos, y Atilio, gran general, al mando de la décima legión y muchos otros. Frente a ellos se plantaba Cavilius, valiente como ninguno, hábil dialéctico, en absoluto amedrentado por tan poderoso oponentes, y escasamente apoyado por Aretes, de sin par prudencia, amante de la paz.
¡Eso es desproporción!
Fue la batalla por la fidelidad de Casio, el dubitativo, la siguiente que se libró, una vez establecida la habilidad de ambos contendientes para engañar y expandirse. Fue convencido Casio, el emocionado, de unirse a los romanos por el innegablemente retórico discurso de Germánico, el de altos humos, vilipendiando la retórica como cosa de griegos, ensalzando la extensión del imperio (donde era mas fácil perderse), el amor de los romanos por el agua (agua de falerno, agua de Sicilia, agua de rioja si se tercia...), por la ciudadanía (siempre que aclamara al césar), por las calles rectas y trazadas según un plan preconcebido (monótono, simplón y obsoleto muchos años atrás), por la “universitas” (como la Academia, pero a lo bestia, típicamente romano), la “grávitas” (cosa fácil de entender, pues hay que comer para acompañar al agua, que sola sienta mal), la “dignitas” (conocida enfermedad que afecta a las articulaciones y elimina la flexibilidad de cuerpo y mente) y otras cosillas varias. No pudo oponerse a esto Cavilius hábil dialéctico, y uniose Casio, el fiel, a los romanos.
¡Eso es argumentación!
Pasaron a hablar de diversidad (que está muy de moda) declarándose los romanos a favor de la globalización (siempre y cuando fueran ellos los que dirigieran el cotarro: empezando por los pesos y las medidas, y acabando con la ONU y el Banco Mundial), y los griegos en contra. Organizando los romanos invasiones, conquistas y congresos del G-7: Urogallo, Germánico, Casio, Atilio, Valeria, Marcelotodi y Ascanio. Mientras los griegos, mas independientes, conscientes de su individualidad y dispuestos a dejarse comer antes que a asimilar, organizaban “manifas” “botellones” y otras actividades culturales (para que luego digan que las cosas cambian).
¡Eso es lo de siempre!
Y de la independencia pasaron a batallar sobre tema tan sutil como el arte, y aquí habían de llevarse la victoria los griegos, pues es bien sabido que fueron grandes talladores de bustos, bustos que los romanos siempre envidiaron (hay que comprenderlos, entre bellas Helenas y robustas matronas... no sigo que me pierdo).
¡Eso es meter la pata, o a puntito!
Se hizo el silencio. El público dejó de patalear y aplaudir y jalear a unos u otros, pues estaban a punto de asistir en directo a uno de los espectáculos folclóricos mas típicos entre los romanos: la guerra civil. Y así fue que había acudido discordia en ayuda de Cavilius, hábil dialéctico, y había sembrado la desconfianza en el corazón de Urogallo, el contundente, que decidió destituir a Germánico, señor de las afortunadas, y ocupar su lugar como “imperator” de los romanos, dejándolo elegir, posteriormente, entre un honroso suicidio o un triste exilio al país de los hiperbóreos, mas allá de las llanuras de Escitia y del país de los Isedonios. Cosa esta última que eligió, yéndose a purgar sus errores al ejército rojo, del que volvería con posterioridad, dócilmente, a colaborar con la causa.
¡Eso es un cambio de gobierno!
Batallaron a continuación sobre el respeto a los muertos, observados con atención por los señores del inframundo. Era virtud romana no cejar nunca en el empeño, utilizando los cadáveres de los soldados muertos como rampas si era necesario, para ascender las acropileas murallas de las ciudades griegas. Y aquí tuvo el público que abuchear a los romanos, pues a nadie hace gracia que hablen mal del destino de sus mortales restos (aunque luego hagas lo que hagas ningún cadáver protesta nunca). En cambio era virtud griega arriesgarse a morir por rescatar el cadáver de un compañero (lo que es, por cierto, poco práctico porque si por cada cadáver rescatado te dejas dos en el campo de batalla... no salen las cuentas), para una vez rescatado, rendirle honores y honrarlo con juegos (supongo que habrá que terminar la batalla primero... o esperar a las cinco). Fue esta última opción la mas coreada por el público asistente, que premió a Cavilius con la corona de laurel de los triunfadores (y eso que ningún cadáver da tampoco las gracias después de tantos trabajos y mimos, cosa que nos hace pensar que a los cadáveres, en el fondo, les da bastante igual el asunto).
¡Eso es desagradecimiento!
Pasaron al tema del ostracismo y del asesinato, acusándose a los romanos de asesinar a sus líderes (asunto sobre el que el exiliado Germánico no dijo nada), y a los griegos de exiliarlos (lo cual es bastante mas cruel, porque donde mas rabia un político no es bajo tierra, sino en la oposición...). Y de ahí surgió la cuestión del poderoso caballero. Y en esto hubo que dar toda la razón a los romanos, que capitaneados por Urogallo, el desprendido, acusaron a los griegos de amar al dinero, perseguirlo con afán y desearlo con frenesí (a diferencia de los romanos, que no lo quieren nada y lo tienen todo el día encerrado en sus cajas de caudales). Y aceptó Cavilius ser cierto que amaban los griegos el oro, y que estaban siempre al tanto de las mejores maneras de cuidarlo, mimarlo y hacer que se multiplique (dáricos con tortugas, tortugas con lechuzas, lechuzas con dáricos o tríos bien avenidos, que de todo había en la luminosa Grecia). En cambio era de los romanos la superioridad moral en lo que a avaricia se refiere, pues como dijo el gran Borrellus, el filósofo, sólo un tercio de ellos amaba el dinero, los “crisódulos”, siendo los otros dos tercios “litocéfalos” y “hematófagos”, mas bien desdeñosos con él. Ahora bien ¿Qué es mas útil? ¿El hierro o el oro?. Según el noble Urogallo, belicoso en el combate, el hierro, para fabricar grilletes y armas, argumento del que hizo de hacer mofa Cavilius, sabiendo que el oro puede comprar hierro, y el hierro no compra oro, aunque ayuda a ir a buscarlo. Cosa que sucedió, con el resultado de que se inventó el “Comercio Justo”: tanto oro griego fue a roma como hierro romano fue a Grecia (pues al final los romanos se quedaron en Grecia, y por cada quilo de armamento que acuartelaron allí, se llevaron un kilo de oro para Roma, supongo que para equilibrar, y evitar el sobrepeso, y la subida del nivel del mar y todo eso que está de moda ahora).
¡Eso es conquista!
Asunto no sin importancia en esta guerra dialéctica fue el de los traidores. Pues si bien es sabido que “Roma no paga traidores” es increíble que los siga empleando. Desde el punto de vista romano es lógico, pues cualquier ayuda es bienvenida (sobre todo si al final puede salir gratis). En cambio desde el punto de vista del traidor es absurdo. Porque si no le van a pagar ¿dónde está el beneficio? Y el caso es que sigue habiéndolos (lo que desmiente claramente que la gente se pasa el día viendo la tele, porque yo que la veo mucho tengo comprobado que los traidores siempre salen en primera plana en los programas del corazón, y siempre se quejan de que no les pagan). En cambio en Grecia no había traidores. Idílico, maravilloso panorama político-militar el de un pueblo que ha eliminado la traición de sus filas, todo confianza, todo apoyo mutuo, nunca un griego dejará con el final de la espalda al aire a otro griego (¿?). Bueno, en realidad si no había traidores era porque les habían cambiado el nombre por el de mercenarios. Ya se sabe, lo mismo que un traidor, pero con excusas socioeconómicas (de hecho en los últimos años ya no se habla tampoco de mercenarios, sino de oposición política vehemente).
¡Eso son eufemismos!
Apaciguose el público, que de nuevo jaleaba y aplaudía ante tan animada guerra dialéctica, apoyando a unos, apoyando a otros, o no apoyando a ninguno, según los pitidos fueran con i latina o y griega (los ronquidos sonaban todos mas o menos igual, lo que venía muy bien para distinguir los ns/nc de la encuesta). Y el motivo del apaciguamiento fue que había surgido un asunto de vital importancia. El vino. Sinceramente, no he visto tertulia en que personas de lugares distintos no acaben por discutir vehementemente sobre las virtudes del vino propio con respecto al ajeno. Incluso los lapones (hiperbóreos, quise decir hiperbóreos) consideran su vino como el mejor que hay (y debe ser verdad porque no dejan que lo pruebe nadie, o al menos yo no conozco a nadie que lo haya probado). Este tema recurrente causa siempre importantes discusiones: amigos que se odian, parejas que cambian de pareja, familias desgarradas... (si pensáis que no es así empezad una conversación en la mesa con “Me han regalado una botella de vino francés riquísimo...). Hasta que se inventaron los enólogos. Los enólogos solucionaron el problema inventando multitud de extrañas palabras para referirse al vino. Entre otras: “acidez” (que se nota al día siguiente de consumirlo en exceso y depende del tipo de ácido que contenga el vino: tartárico, que es el mas oriental; málico, como su propio nombre indica; cítrico, cuando la acidez vuelve y vuelve en un citro interminable; y succinico, cuando succiona todo para fuera). “Cuerpo” (y no, no se refiere a la botella, que son todas iguales, sino a esas expresiones de “passa cuerpo” tan comunes cuando uno lo ha consumido en exceso). “Aromas” (que pueden ser de varios tipos: primarios cuando son de la uva, secundarios durante la fermentación, terciarios cuando surgen al abrir la botella, también llamado bouquet, que es la forma gala y fina de referirse al boquete que te abren en el presupuesto mensual los restaurantes sólo por abrirte una botella; y finalmente aromas cuaternarios... eeee. Al final del proceso). “Volatilidad” (pues muy fácil, si el vino está bueno vuela. En cambio el de tetra brik no tiene nada de volatilidad, a no ser que se deje abandonado en un parque con una botella de coca cola). “Afrutado” (uno de los argumentos mas socorridos, porque pensaría uno que se va a referir a mas o menos uva, uva blanca o negra, tempranillo, garnacha, mencía... pues no. Se refiere a melocotón, cereza, plátano o grosella. Y esto, damas y caballeros, romanos y griegos, francamente, es un misterio). Así pues tuvo lugar la típica discusión: que si el vino griego, que si el romano, que si quíos, que si la malvasía, que si la retsina, que si...el mío es mas volátil, pues el mío mas afrutado, etc, etc, etc.
¡Eso es el resultado de una cogorza!
Tratose a continuación y muy de soslayo, un tema que no voy a comentar, no sea que esta historia la lean menores, o me envíen a la inquisición o a sitios extranjeros de esos, donde no suelen poner demasiado bien de comer. Sólo indicar que sirvió el asunto para descuajaringar el ánimo del nobilísimo Urogallo, el despistado, que a punto estuvo de no recuperarse. Frases como “useful casino bongog”, fueron la prueba de ello. Mas salvó la situación Max Staub, hombre de paz, que pasaba por allí, haciendo propuestas que motivaron que tanto griegos como romanos se le tiraran al cuello (Y es que si uno se aburre no hay nada como terciar en disputa ajena, y llevarse las bofetadas en estéreo) (Creo que estoy a punto de saber algo de eso).
¡Eso es ser temerario!
Pasó el tema a tácticas militares propiamente dichas: que si la tendencia de los romanos a quedarse en retaguardia (nadie conquista el mundo atacando en vanguardia, no cabe duda, es mejor quedarse detrás para que los de delante te lo conquisten). Que si donde poner los escudos: encima de la cabeza, de lado o delante del compañero (personalmente también me gustan colgando en la espalda, por si tengo que irme con prisas a hacer otra cosa). Debemos recordar que en este momento Cavilius, paladín de los griegos, defendía sólo la causa, pues mucho hacía que nadie le ayudaba en su empeño. Así pues es normal que al volver a sacar el asunto del sexo de las estatuas el descolocadísimo Urogallo, el olvidadizo, no supiera Cavilius que contestar, descolocándose a su vez
¡Eso fue un golpe bajo!
En este momento, cansados y acalorados, se produjo un receso. Algunos se fueron a hacer pis, otros al bar, otros a picar algo (comilona montaron mas bien). Y subió a escena el “Chiquito de la calzada” cuyos chistes no comentaré por dignidad.
¡Eso ni hablar!
Sonaron los timbres y volvieron romanos y griegos, griegas y romanas, al foro a seguir batallando, animando o jaleando. Mas volvieron calmos, hablando en voz baja, tratando temas inanes, y es que es bien sabido que gaznates rellenos y digestiones pesadas son enemigos de parlamentos acalorados. El público se dormía y no surgían novedades, mas no abandonaban los batalladores la palestra. Un poco de contraseña, un poco de traición, un poco de cuchicheo, Trimalción, Petronio, Satiricón y latinajos varios (y a que le saco yo punta ahora).
Y así quedó la cuestión por entonces. Y es opinión de este humilde cronista, que mucha verdad hay en todo lo comentado: que los romanos eran imperialistas y los griegos se quedaban con el dinero de sus aliados, y que ambos eran mentirosos; que unos se pasaban a la hora de uniformizar el mundo, y los otros a la hora de des uniformizarlo; que los romanos no sabían de arte, y acabaron copiando el griego, cosa que por cierto benefició a los griegos, que fueron los inventores de lo que mas adelante sería conocido como “souvenir”; que los romanos gustaban de las guerras civiles, y los griegos de las elecciones amañadas, ambas sutiles combinaciones para alcanzar el poder; que los romanos pasaban de los muertos, los griegos se pasaban con los muertos y los muertos pasaban de todo; que los romanos abusaban del asesinato, y los griegos eran demasiado avariciosos; que desde luego a todos les iba la traición, la llamaran como la llamaran; y que tanto el vino romano era en exceso fuerte como el griego en exceso malo. Así pues ¿a qué seguir esta disputa si todos tienen razón? (Para regocijo del respetable, me cuchichea mi conciencia al oído, y no es mala idea)
Y así acabó el primer mes de esta guerra del foroponeso, que narró Koenixides el galo.

Dedicado a las griegas y romanas del foro, en descarado peloteo.

Koenixides el Galo.

[Aretes]

Plas,plas plas (GRAN OVACIÓN porque NO TENGO PALABRAS)

(No hay ningún emoticono con la boca suficientemente abierta)
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Lo que más necesitamos en la vida es gratis y, además, no tiene precio

[Valeria]

Me levanto para hacer la ola, Koenixides, y siéndome indiferente si la democracia la inventó Pericles , el pueblo de Atenas o Zorba el griego, voto por que te sean otorgados laureles de vencedor después de este hermoso discurso PRO DEBATE, envidia de Cicerones y Demóstenes. Que Hermes y Mercurio sigan acogiéndote bajo su manto.

(Y como es de justicia dar a cada uno lo que le corresponde, mención honorífica para Cavilius, a quien siempre me dolió ver en franca minoría, defendiéndose con valor sin igual, cual leónidas en las termópilas, frente a las legiones de Roma)

[Germánico]

¡Te compro, Koenig! Mas pagaré por ti el precio que estime un romano, no lo que venga a pedirme un griego.

(Eres un genio, tío)
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Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito.

[richar]

Bueno, con lo dicho por Koenixides.... cierro ya este hilo y a otra cosa, ¿no?

buf... canela en rama. Gracias.

Richar (más anonadado que nunca).
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Errare humanum est

[Atilio]

Me sumo a las felicitaciones.

Richar: demasiadas cosas deben romanos y griegos decirse unos a otros.
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El lector -como la mujer- ama más a quien le ha engañado más.

Greguerías.

[Casio]

Lo dicho: un maldito genio.
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Hay cierto placer en la locura que sólo el loco conoce.

[Max Staub]

sin palabras... plas, plas, plas... (ruido de aplausos)
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La verdad está ahi fuera... pero se está mas calentito dentro

La felicidad no se compra. Yo solo pretendo alquilarla durante una larga temporada.

[cavilius]

Que las Musas que habitan el Helicón dejen un ratito sus ocupaciones y bajen a rendir pleitesía a este su mejor discípulo, el gran logógrafo galo Koenixides, civis gallum, que no romanum (pues sin duda reside en la aldea que comanda Abraracurcix y corta el pescado Eseautomátix). La lectura de su crónica de este primer mes de guerra, que ha transcurrido a caballo entre Poseideón deuteros y Gamelión, ha de dejar a las músicas divinidades sin habla ni respiración (si la tienen, que los dioses no sé yo...), como le ha pasado a este griego dicharachero.

Tu discurso, Koenixides Tucidídeo, merece ser reproducido una y mil veces por copistas romanos, amanuenses bizantinos, calígrafos medievales, impresores renacentistas y, si me apuras, por fotocopistas postmodernos y escaneadores sigloveintiuneros. Tu logos ha dado nuevas fuerzas a este pobre griego para volver a ajustarse la panoplia y lanzarse al campo de batalla en busca de romanos frescos a los que acometer, sólo para poder disfrutar de nuevo con tu narración de los hechos del segundo mes de guerra.
Pero me temo que los romanos esta noche se han retirado a su Senado porque aún no han "senado", y no habrá quien los saque de allí.

Por su parte, este humilde griego te ofrece su admiración, respeto y amistad, y una estancia sine die en el Pritaneo ateniense con todos los gastos pagados.

Y callo ya para que sólo se oigan los aplausos, vítores y aclamaciones que están dando ya a Koenixides fama y gloria eterna.

¡¡Xaire, kalokagathós Koenixides!!
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Otros pueblos tienen santos, los griegos tienen sabios.
Friedrich Nietzsche
La vida solo puede ser comprendida mirando atrás, pero solo puede ser vivida mirando adelante.
Søren Kierkegaard

[Atilio]

Nuestro cónsul está preparado y estamos todos a sus espaldas, expectantes. Y un clamoroso rugido se extiende entre nuestras filas cuando extiende el brazo y la lanza de Belona surca los cielos para caer poco después. Las puertas del Templo de Belona están, nuevamente, abiertas. Prepárate, griego insolente, porque nuestros armeros afilan ya nuestras armas y nuestros legionarios avanzan acompañados por el estruendoso sonido de sus calligae.
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El lector -como la mujer- ama más a quien le ha engañado más.

Greguerías.

[Messala]

Me uno a las felicitaciones y a los aplausos. Muy bueno, Koenig.

Un saludo nuevamente admirado.

[Ascanio]

Koenig, me has dejado patidifusa, patitiesa y con las patas colgando.
Sólo añadir que lo he impreso, y que vas a inaugurar una carpeta llamada "Momentos estelares de Hislibris".
Y ahora me asalta una duda: ¿Cuánto tiempo has tardado en escribirlo? ¿Es fruto de una larga y sesuda reflexión o vino la inspiración avasalladora como una tormenta tropical?

[Koenig]

Buenos días.

Ahora que estoy en la oficina y los socios han ido a tomar café, por fin tengo tiempo de agradeceros (en nombre de Koenixides el galo), los amables comentarios que habéis hecho.

Creo que era Tagore quien decía "Me averguenzan las alabanzas porque sin querer las mendigo en secreto".
Me temo que no es mi caso y que mi mujer os odia porque llevo un fin de semana bastante insoportable. También me odia a mi, tranquilos.

Contestando a tu pregunta, Ascanio, y dando al césar lo que es del césar, parte de la responsabilidad de este desaguisado es de Germánico, imprudente entre muchos, que me animó en el hilo del "Pintor de Flandes" a definirme entre griegos y romanos. Un par de horitas mas tarde había nacido la criatura. Se dejan pasar 24 horas y luego se le hace una operación de estética para que quede mas mona.

Un saludo.

Koenig.

[cavilius]