Foro de Hislibris

[Miguel Pablo Sancho Gomez]

Nos encontramos ante la cuarta entrega del “universo Dörflinger”, en la que Miguel Pablo Sancho Gómez cambia el rumbo anterior emprendiendo un sugerente viaje al norte de Alemania, lejos esta vez de Westfalia, Renania y los Países Bajos borgoñones, que fueron los escenarios de las tres primeras novelas.
Y lo primero que se descubre es, nuevamente, esa rigurosa documentación histórica; la ambientación está tan lograda como en las anteriores, y el lector lego descubre, con no poca sorpresa, que un mundo “hollywoodiense” aparece ante él, con un panorama político en el que no falta de nada: el obispo de Bremen y Hamburgo, las ligas de caballeros, el cabildo catedralicio, los nobles, los estados del principado eclesiástico (en los que están incluidos, con voz y voto, los representantes de los campesinos), la Liga Hanseática y el eterno conflicto comercial por las materias primas con las monarquías escandinavas, especialmente con Dinamarca, entonces en la cumbre de su poder.
En ese mundo complicado y cambiante, Hans Dörflinger deberá escoltar a un enviado de su señor, el intrigante arzobispo Dietrich von Mörs, que intenta armar una alianza de obispos y arzobispos para aprovecharse de la nueva doctrina del conciliarismo, definida en el recién finalizado concilio de Constanza, logrando así la fuerza que les permita erigirse en dominadores de la situación tanto en Roma como en las tierras alemanas.
La estratagema, ya quimérica de por sí, pronto empieza a torcerse: tras un viaje largo y dificultoso, plagado de incidentes, Hans y sus amigos descubren fortuitamente que un complot está en marcha para envenenar a Juan de Slamestorpe, Juan II, el obispo de Bremen. La conjura está dirigida por Nicolás, el hijo del conde de Delmenhorst, un joven aristócrata licencioso y arruinado cuya única posibilidad de salvación económica es convertirse en el siguiente obispo, para lo que ha sobornado abundantemente a los principales estamentos de la ciudad.
Ante la tenacidad de Hans Dörflinger, decidido a llegar hasta el final y castigar a los culpables, los esbirros de Nicolás acuden a los temibles Vitalienbrüder, una suerte de gremio de piratería que todavía aterrorizaba los mares en esa parte del mundo. Los piratas consiguen secuestrar a Joel von Linz, el emisario del arzobispo. Para contrarrestar esa gran amenaza y rescatar a su compañero, Hans se pone en mano de los Dithmarschen, los legendarios hombres de los pantanos, que hasta el avanzadísimo año de 1559 lograrán defender sus derechos y libertades, llevando una existencia ajena al yugo señorial que afectaba al resto de regiones. Así, el conflicto está servido… Pero no destriparemos un final por todo lo alto y plagado de sorpresas.
Lo que más llama la atención de esta novela es la habilidad para generar suspense y emoción, muchas veces en cada capítulo; una característica que impele a recorrer las páginas sin descanso. En “Noticias desde Bremen” observamos a los personajes principales ya en plena madurez, perfectamente desarrollados y caracterizados, “tomando vida propia”, por así decirlo.
La dramática trama principal, en la que aparecen el deber, el amor, la profesionalidad, los celos, el odio, la codicia, etc., reflejados en los Dörflinger y sus allegados, se engarza perfectamente en las otras dos hebras que forman la saga: los personajes históricos importantes, en un segundo plano, lejano pero inquietante, como el arzobispo, el emperador Segismundo, el duque Adolfo, etc., y por último, la estructura, los cimientos de todo el edificio, constituidos por la historia cronológica y los fenómenos sociales y políticos que marcaron el día a día y el devenir de todas aquellas gentes, grandes, sin distinción de clase o posición.
En el estilo de Miguel Pablo se siguen distinguiendo con facilidad rasgos tolkenianos, que sin duda constituyen una de las pasiones que le han acompañado casi toda su vida; así, Hans es en ocasiones un Túrin Turambar, ese gran héroe maldito por el destino, con un hado nefasto, la maldición de Morgoth, que hace que todo le salga mal: “aunque siempre te acompaña como una nube negra y ominosa, y hay trifulcas y jaleos allá por donde vas, Hans”, le dirá su amigo, el capitán de Baden, Kurt Diettenhoffer (página 159); algo que confirma poco después el erudito renano al que está escoltando, Joel von Linz: “perdonadme la osadía, pero […] he llegado a sentirlo yo mismo en ocasiones, durante todos estos días”, y también: “no obstante, os rodea como el peso de una gran sombra. El recuerdo de las tristezas del pasado, imagino” (página 149).
Cuando los protagonistas llegan a la gran carretera entre Groninga y Bremen, se refleja claramente, incluso en el momento del día, el bello pasaje de Tolkien en el que, después de sus desventuras en el Bosque Viejo y las Quebradas de los Túmulos, retoman por fin el Gran Camino del Este, desde el que parten a una Bree ya muy cercana. Está claro que el autor, dentro de esa gran trilogía, siente un cariño especial por la Comunidad del Anillo, y así se observa en “Noticias desde Bremen”. Obviamente no hay un Bombadil en esa escena, pero uno de los amigos del protagonista, el sacerdote Hubert Wildgrube, recuerda a menudo a otro famoso sabio como es Gandalf.
Pero las imágenes tolkenianas no se terminan ahí. Von Linz se sincerará con Hans, en una escena en la que nuestro aventurero aparece retratado como el severo y adusto Aragorn, cuando recibe la confesión de Frodo: “al principio tuve miedo de vos. Parecéis serio… Y peligroso. Hosco, montaraz; pero no taimado o maligno” (página 148). Del mismo modo, al principio de la novela, Gerardo de Cléveris, aliado de circunstancias de Hans, y siempre a la gresca con su hermano Adolfo, que le ha dejado sin señorío alguno, aparece retratado como un jinete oscuro, embozado, que mira nerviosamente a los lados, y olfatea: la escena es un clarísimo homenaje de reconocimiento a Tolkien, y evoca una de las primeras apariciones de los temibles Jinetes Negros, cuando, junto a Bosque Cerrado, todavía dentro de los límites de la Comarca, uno de esos seres está a punto de descubrir a los hobbits, llamado por el Anillo Único, sólo para esfumarse por la oportuna llegada de los Elfos Noldor de Gildor Inglorion, que aparecen en ese momento, cantando (página 8.
Relacionado con este último aspecto, hay otra experiencia, esencial en la vida del autor, pero que se ha convertido hoy apenas en un recuerdo nostálgico de otros tiempos: el rol. Los protagonistas de la saga evocan profundamente las profesiones del sistema Rolemaster, y del primigenio el Señor de los Anillos, el juego de rol de la Tierra Media [MERP], de Iron Crown Enterprises. La segunda influencia poderosa observable en la caracterización de los personajes es el arcade, asimismo desaparecido, especialmente Camelot Warriors y la legendaria King of Dragons.
Otro de los amores del autor, labrado por multitud de estancias investigadoras, experiencias personales, amistades, e incluso lazos profesionales, es el Báltico, especialmente sus gentes y su apasionante historia. Livonia, nunca ausente, empieza ahora a tomar más importancia en la saga, lo que aparece reflejado en la toponimia de la novela, con los nombres alemanes de pueblos y ciudades que, a veces por obra de la trama, a veces lanzados al azar, hacen detectar el gran gusto e interés del autor por la Orden Teutónica . En este sentido aparecerá (de forma muy limitada) un personaje histórico, Vinno von Rohrbach, caballero teutónico, originario de la actual Sigulda, y también se nos presenta a un nuevo personaje, en este caso ficticio, oriundo de la actual Valmiera: el marinero Edwin Dethleffsen, que, como el resto de los compañeros, unirá su destino al de Hans y promete ser importante y reaparecer en el futuro.
Por último, llamaremos la atención sobre el gran realismo y finura a la hora de describir los paisajes, especialmente los rurales o campestres; una visión que aparece a menudo en forma idílica, y que nos revela los propios sentimientos del escritor. Miguel Pablo, que se define a sí mismo como “triste urbanita”, siente anhelos frecuentes de esa huerta murciana perdida, que apenas llegó a vislumbrar de pequeño, y de la desaparecida Murcia barroca que sería hoy indudablemente patrimonio de la humanidad, pulverizada por el mundo moderno en pos del progreso. Tales añoranzas aparecen en ocasiones como aliño a la narración y en forma descriptiva, creando un efecto meritorio y notable que nos revelan que al menos algunas de las raíces literarias del autor provienen directamente del romanticismo.
En definitiva, se trata de una lectura trepidante, en la que no falta el sabor de la baja edad media germana. La acción está muy presente, pues se trata de un escenario de aventureros y hombres de armas que luchan, apareciendo incluso, en algunos casos, como dijo el profesor Antonio Candeloro, “con tintes tarantinescos”. También se debe destacar el casi omnipresente suspense, y la autenticidad de protagonistas que expresan (y sufren) las emociones más variadas: todos los ingredientes para conformar una lectura que te atrapa, y hace quedarte con ganas de más, esperando impacientemente la próxima entrega del “universo Dörflinger”, que será la quinta. ¿Dónde marchará Hans esta vez?, me pregunto a menudo.

Rafael Fernández Moreno (IkarusXB1)