Foro de Hislibris

[Urogallo]

Que curioso.
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—Tienes la palabra de un oficial romano —dijo—. Vale más que un juramento.-

[momper]

No me resisto a contar un par de deliciosas anécdotas, por irrelevantes que sean:

Cuando Lenin regresó del exilio a principios de 1917, tuvo que hospedarse con su mujer Nadia en el piso de su hermana en Petrogrado. La única habitación libre tenía las camas separadas, y al enseñársela todos advirtieron una pequeña nota que alguien (que resultó ser el pequeño Gora, hijo único de la hermana) había dejado allí. ¿Qué rezaba tal nota? Pues qué va a ser... «Proletarios del mundo, ¡uníos!».

Stalin solía contar divertido lo que le dijo su anciana madre cierta vez que fue a visitarla a Tiflis. Ésta había querido que su hijo estudiara en el seminario del que acabaron expulsándolo. Muchos años después, convertido ya Stalin en dictador, le dijo a esta sabia mujer: «Mamá, ¿te acuerdas del zar? Pues yo ahora soy como el zar». A lo que ella le contestó: «¡Mejor habrías hecho haciéndote cura!».

[Urogallo]

Esto lo dijo Harold Mac Millan cuando le atacaron por la crisis económica inglesa.

"Si nosotros hubiesemos perdido dos guerras, dedicado nuestros recursos a pagar las deudas, no tuviesemos que tener tropas en el extranjero ni mantener una armada, si renunciasemos a todas nuestras posesiones imperiales y alianzas, y dejasemos nuestras defensas en manos de EEUU, les aseguro que seríamos tan ricos como los alemanes".


¿Donde está el problema?.


Como se decía entonces en Inglaterra: "1954 fué nuestro último verano de esperanza".-
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—Tienes la palabra de un oficial romano —dijo—. Vale más que un juramento.-

[Urogallo]

En el Reino Unido, "Aceptar el chelín del rey" era el eufemismo para referirse a aceptar entrar al servicio de la corona en el ejército o la armada. Era una aceptación que se perfeccionaba al aceptar la paga de enganche, y el compromiso de cobrar cada día un chelín ( que era menos, tras los descuentos varios).

"Soldado me hice, por que gloria quería, y ahora me disparan, por seis peniques al día".

Contra lo que se piensa, en el ejército ( al contrario que en la armada) la aceptación de los soldados era algo más libre, puesto que al servir en la infantería sería muy fácil escapar a los hombres que hubiesen sido reclutados a la fuerza ( De los barcos lo tenían más dificil).

Por eso se embaucaba a los jovenes con patrullas de reclutamiento y la prima de enganche. Para evitar arrepentimientos, se les llevaba ante el juez de paz de la zona que les recordaba que podían romper el contrato pagando la indemnización establecida ( A mediados del XIX, 20 chelines), algo que pocos podían afrontar.

Para los nobles, "aceptar el chelín del rey" habría sido infamante. Por eso solían emplear otra frase, más antigua y biblica: "Comer el pan y la sal del rey".


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