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El pequeño Pataxú, Tristan Derème

historias con Historia
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Lucie



Registrado: 08 Ene 2012
Mensajes: 3896
Ubicación: Gallaecia

MensajePublicado: Vie Feb 15, 2013 9:59 pm    Tí­tulo del mensaje: historias con Historia Responder citando

Hola a todos, leía anoche un artículo sobre la historia de un futbolista y una actriz ocurrida en la Hungría soviética de los 50 que me impactó. Pensé, si a alguien le interesa, que podríamos compartir aquí este tipo de historias con trasfondo histórico que nos emocionan, marcan por algún motivo o, simplemente, nos llaman la atención.

Aquí va esa historia (no os asusteis porque el link sea de Marca XD):

Sandor Szucs, el futbolista ahorcado por amor
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momper



Registrado: 14 Dic 2008
Mensajes: 4739
Ubicación: el chacuatol

MensajePublicado: Jue Abr 04, 2013 2:48 am    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Franz Stigler es el único piloto de la Luftwaffe con la «Orden de la Estrella de Paz», concedida por la Federación de Excombatientes Aliados en Europa. El acto que motivó esta distinción sucedió el 20 de diciembre de 1943: desde un aeródromo alemán fue visto un bombardero B-17, y se envió un Messerschmitt pilotado por Stigler para derribarlo. El avión aliado estaba pilotado por el norteamericano Charlie Brown y había perdido a su grupo después de resultar gravemente alcanzado en el bombardeo de una fábrica de aviones en Bremen:

«Comencé a descender en espiral y salí de ella muy cerca del suelo. En mi memoria perdura la tensión de esquivar árboles y edificios, tuve pesadillas durante años y años, esquivando una y otra vez árboles y edificios. Creo que los alemanes pensaban que terminaría por estrellarme».

Con el compás estropeado, el B-17 se adentró en Alemania cuando creía estar dirigiéndose a Gran Bretaña. En el momento en que Stigler se aproximó al avión para acabar con él, quedó sorprendido:

«Nunca antes había visto volando a un avión en un estado tan calamitoso: la cola y la sección trasera estaban severamente dañadas y el artillero de cola herido; la torre superior había desaparecido, el morro estaba demolido y tenía agujeros por todos lados».

Stigler sintió curiosidad y se acercó un poco más al bombardero (cuya tripulación estaba prácticamente fuera de combate): vio a Brown herido y luchando por controlar un avión con los motores seriamente dañados. Entonces recordó las palabras de uno de sus comandantes: «Si alguna vez oigo que habéis disparado a un paracaidista, os mataré yo mismo». Mucho después comentó: «Para mí fue como si estuvieran en un paracaídas. Los vi y no pude dispararles». Stigler les hizo señas para que aterrizaran o fueran a Suecia, a treinta minutos de vuelo, pero Brown apenas pudo reaccionar, por lo que Stigler se limitó a escoltarlo hasta el Mar del Norte, donde lo despidió con un saludo militar.

De vuelta en Alemania informó de que lo había derribado en el mar. A Brown y su tripulación sus superiores les ordenaron guardar silencio sobre lo sucedido.

Más de cuarenta años después Brown hizo gestiones para encontrar a su noble enemigo, el cual, por su parte, nunca había mencionado el asunto a nadie. Se conocieron en 1989 en la base del 379º Grupo de Bombarderos de EE. UU. En la reunión estaban presentes las diez personas que aún vivían gracias a la humanidad de Franz Stigler.


Ultima edición por momper el Mie May 01, 2013 7:35 pm; editado 1 vez
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Taipan



Registrado: 18 Feb 2013
Mensajes: 126
Ubicación: El punto Lagrange

MensajePublicado: Jue Abr 04, 2013 9:05 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Momper, gracias por explicarnos una historia tan hermosa.

Hay unos pocos detalles más aquí http://en.wikipedia.org/wiki/Charlie_Brown_and_Franz_Stigler_incident, aunque no demasiados, porque el resumen de Momper es excelente (lo ha captado todo y nos lo ha explicado todo).
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Lopekan



Registrado: 16 Nov 2011
Mensajes: 2258
Ubicación: ILTVRIR

MensajePublicado: Jue Abr 04, 2013 11:16 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Aquí también cuentan esta "historia con historia" Rolling Eyes
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Diocles



Registrado: 27 Oct 2008
Mensajes: 378
Ubicación: en la antigüedad

MensajePublicado: Vie Abr 05, 2013 11:49 am    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Por seguir con las historias de aviación y sabiendo que somos muchos los aficionados a la F1 y al automovilismo en general , os dejo este enlace donde se cuenta el origen del Cavallino Rampante de Ferrari , por si alguien no lo conocía

http://www.elenaferrari.net/cavallino.html
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momper



Registrado: 14 Dic 2008
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Ubicación: el chacuatol

MensajePublicado: Vie May 24, 2013 7:10 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

En este foro no puede faltar Carl Ludwig "Lu(t)z" Long. Este atleta alemán compitió con Jesse Owens en la prueba de salto de longitud de la Olimpiada de 1936. No hace falta decir la presión que había sobre los atletas alemanes (de hecho, triunfaron en el medallero) en una Alemania obsesionada por el concepto de raza. Long, sin embargo, no cumplió el papel que se esperaba de él: en la clasificación para la final había conseguido la mejor marca olímpica, pero cuando vio que Owen, que acababa de ganar el oro en los 100 m lisos, hacía nulo en sus dos primeros intentos (sólo disponía de uno más), se acercó a él y colocó su jersey en el punto en el que pensó que necesitaba la señal para tener éxito: «Eh, Jesse... aquí, bate aquí con la pierna derecha y todo irá bien», le dijo. Owen le hizo caso y logró alcanzar la final, que ganó al día siguiente por delante del propio Long. Ambos se fundieron en un abrazo tras recibir sus medallas. Después de los Juegos conservaron su amistad por correspondencia hasta que en 1943, tras la invasión aliada de Sicilia, Long, que combatía en la Luftwafe, murió en un hospital británico. Al acabar la guerra, Owen viajó a Alemania para conocer a la familia de su amigo y siempre le rindió admiración:

«Hay que tener mucho valor para hacer lo que hizo Long aquel día. Hay que tener muy claro lo que es correcto y tener muchas agallas. Todos mis triunfos no tienen ningún mérito al lado de lo que fue capaz de afrontar Lutz. Todos aquellos jefazos, toda aquella gente... todo aquel desprecio... Ese es el verdadero valor. Se podrían fundir todas las medallas y copas que gané, y no valdrían nada frente a la amistad de 24 quilates que hice con Luz Long en aquel momento».
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Lucie



Registrado: 08 Ene 2012
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MensajePublicado: Lun Jul 15, 2013 3:50 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

El otro descubridor de Troya:

http://www.elcorreo.com/vizcaya/20130712/mas-actualidad/sociedad/otro-descubridor-troya-201307111919.html
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Lucie



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MensajePublicado: Vie Ago 02, 2013 1:16 am    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Hoy descubrí esta historia muy curiosa que me pareció interesante compartir sobre el emperador de los Estados Unidos: Joshua A. Norton, alias Norton I, Emperador de estos Estados Unidos y protector de México
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Diocles



Registrado: 27 Oct 2008
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MensajePublicado: Vie Ago 02, 2013 9:17 am    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Gracias Lucie , una historia muy curiosa de la que no tenía ni idea.

Todo un personaje el amigo Norton .
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Lucie



Registrado: 08 Ene 2012
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MensajePublicado: Vie Ago 02, 2013 12:23 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Yo tampoco tenía ni idea y me pareció un personaje de lo más original.
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momper



Registrado: 14 Dic 2008
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MensajePublicado: Sab Jun 11, 2016 8:16 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

A principios de 1858, las tropas de la Compañía Británica de las Indias Orientales se preparaban para asaltar la rebelde Lucknow. Un día el sargento William Forbes-Mitchell se encontraba en su tienda leyendo el correo cuando oyó que un vendedor ambulante anunciaba plum cakes. Era un manjar en un campamento militar, y el tipo fue invitado a entrar en la tienda: Forbes lo describe como «muy bien parecido, vestido con escrupulosamente limpia ropa blanca», un aspecto que no condecía con el del típico seguidor de la tropa; también le sorprendió que, siendo nativo, tuviera un inglés tan fluido: Jamie Green (así decía llamarse) le explicó que su padre trabajaba para un regimiento de la Compañía, y él había podido estudiar en su escuela.

Al anochecer del día siguiente, Forbes se encontraba de guardia y se le informó —para su consternación— que Jamie Green había resultado ser un espía de los rebeldes y debía custodiarlo hasta su ejecución a la mañana siguiente, en lo que era una guerra sin cuartel. En cuanto estuvo en su poder, afeó a algunos soldados de la guardia la sugerencia de aplicarle grasa de cerdo a modo de afrenta: «Nunca olvidaré la mirada de gratitud de este hombre desafortunado… Me dijo que nunca hubiera esperado esta amabilidad, y manifestó su confianza en que Alá y su Profeta me recompensarían sacándome sano y salvo de esta guerra». Forbes también desató sus manos para que pudiera practicar sus oraciones y le proporcionó una buena cena. Mahomed Ali Khân (su verdadero nombre) le contó que había estudiado en el Government Engineering College de Roorkee, pero que la promoción de los nativos estaba vetada y, viéndose subordinado a un inglés mezquino y de menor formación, abandonó la Compañía; después sirvió, sucesivamente, como secretario de dos príncipes que lo requirieron para viajar al Reino Unido. Consideraba que la rebelión no había sido en vano: «el raj de la Compañía está acabado, un gobierno controlado directamente por el parlamento inglés será más justo…, aunque yo no viviré para verlo».

También le habló de cómo, cuando el coronel Napier preparaba la voladura de ciertos templos hinduistas en Cawnpore, una delegación de brahmanes le pidió que desistiera de su propósito. «El coronel les respondió: “Ustedes estaban aquí cuando nuestras mujeres y niños fueron masacrados, y ustedes saben que no destruimos su templos por venganza sino por consideraciones militares relacionadas con la seguridad del puente de botes, pero si alguno de ustedes puede probarme que hizo un solo acto de bondad hacia algún hombre, mujer o niño cristianos, no, si puede siquiera probar que pronunció una palabra de intercesión por la vida de alguno de ellos, me comprometo a respetar el templo en que adora”. Me encontraba entre la gente allí cerca, no hubo respuesta de los brahmanes, Napier dio la orden y los templos volaron en pedazos. Estaba tan impresionado con la justicia de sus palabras que volví la cara avergonzado».

Pasaron la noche conversando y, a la salida del sol, Forbes lo entregó a la policía militar y se preparó para partir inmediatamente hacia Lucknow con su regimiento. «El cielo estaba ya alto cuando salimos del campamento, y al pasar junto a un árbol, miré hacia arriba y quedé horrorizado al ver colgando su cadáver rígido».

The strange story of Jamie Green, cap. X de Reminiscences of the Great Mutiny, 1857-59, de William Forbes-Mitchell.
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Lucie



Registrado: 08 Ene 2012
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MensajePublicado: Mar Jun 14, 2016 3:59 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Una historia impactante, Momper. Gracias por compartirla.
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momper



Registrado: 14 Dic 2008
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Ubicación: el chacuatol

MensajePublicado: Vie Ago 05, 2016 1:52 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

En 1935 se fundó en Moscú un club llamado a rivalizar con el Dinamo en las ligas creadas el año siguiente. Si éste era el club de las fuerzas de seguridad, el nuevo Spartak daba servicio a trabajadores de cooperativas. Uno de sus promotores fue Nikolai Starostin, nacido en 1902 en un suburbio moscovita y capitán en su día de las selecciones nacionales de fútbol y hockey sobre hielo (compaginaba las competiciones de verano e invierno); y contaba con el patrocinio político del secretario del Komsomol y miembro del Politburó Alexander Kosarev.

Era el tiempo de las grandes purgas y el feroz Lavrenti Beria era forofo del Dinamo: había jugado al fútbol en su juventud (Starostin lo recordaba como un «tosco y sucio medio izquierdo») y su afición llegó al punto de hacer repetir la semifinal de copa del 39 que el Dinamo de Tiflis había perdido por la mínima con el Spartak… ¡cuando ya se había jugado la final! (para no incurrir en una paradoja temporal volvieron a perder). Kosarev fue detenido en 1938 y ejecutado. En 1942 Starostin también acabó en la Lubyanka, donde pasó cerca de dos años en aislamiento acusado de estar implicado en «la actividad criminal del enemigo del pueblo Kosarev». Si primero se le incriminó con el habitual «planear el asesinato de Stalin», finalmente su sentencia rezaba:

«Nikolai Petrovich Starostin elogió públicamente el deporte burgués, y se esforzó por introducir en nuestro deporte los modos capitalistas».

Él y sus tres hermanos pequeños, también jugadores del Spartak, fueron sentenciados a diez años de trabajos forzados. Nikolai estuvo en un campo del ártico, luego en el Extremo Oriente… Pero dondequiera que fuera, los despiadados jefes de campo lo colmaron de privilegios a cambio de que entrenara a los dinamos locales. Tanto los guardias como los internos escuchaban embelesados sus historias futbolísticas. En sus memorias (Futbol' skvoz' gody, Fútbol a través de los años, 1989) reflexionaba: «Para la mayoría de la gente el fútbol era la única, a veces la última, oportunidad y esperanza de retener en sus almas una diminuta isla de sentimientos sinceros y relaciones humanas».

Un día de 1948 lo despertaron en mitad de la noche en su destino siberiano: lo llamaba Vasili Stalin, al que había conocido unos años antes como miembro de la sección de equitación del Spartak: le enviaba su avión personal para traerlo de vuelta a Moscú a entrenar al equipo de la Fuerza Aérea. Pero una vez allí, pronto recibió la visita de los hombres de Beria, que le dieron 24 horas para abandonar la capital. Enterado Vasili, acogió a su estrella en su propia casa:

«Estábamos destinados a ser inseparables —recordaba Starostin—. Íbamos a todas partes juntos: al campo de entrenamiento, a su dacha. Incluso dormíamos en la misma amplia cama, y cuando nos acostábamos, él invariablemente colocaba debajo de la almohada su revólver».
(Aquí hay que señalar que a la mujer de Vasili le preguntaron muchos años después por esta anécdota y dijo: «¿Y yo dónde estaba en esos momentos?»).

Pero Nikolai cometió un error: aprovechó un día que Vasili estaba borracho para salir por la ventana con objeto de ir a ver a su familia. A las seis de la mañana siguiente, de nuevo lo fueron a buscar los hombres de Beria y lo pusieron en un tren a Maikop, en el norte del Cáucaso… Claro que Vasili no se rindió: en una parada en Orel, a más de trescientos kilómetros de Moscú, apareció en el tren uno de sus hombres para llevárselo de vuelta. Cansado de este juego, le pidió a Vasili que lo dejara marchar al Cáucaso, pero éste insistió en que, por lo menos, entrenara al Dinamo de Ulyanovsk, lugar natal de Lenin. Tampoco esta componenda satisfizo a Beria, que volvió a interceptarlo para enviarlo a Akmolinsk, cerca de la frontera de Kazajistán con China y Mongolia. Al cabo de un tiempo, eso sí, estaba entrenando con éxito al Kairat de Alma Ata, tanto en fútbol como en hockey sobre hielo. Y además esta vez tenía su propia casa y permiso para que lo visitara su familia.

Los hermanos Starotsin, como tantos otros, fueron liberados y rehabilitados tras la desaparición de Stalin y Beria. «Fue realmente triste haber perdido todos aquellos años en el gulag —escribe Nikolai en sus memorias—, pero un hombre con carácter necesita calmarse. Yo me tranquilicé porque todos aquellos años no fueron malgastados (…) tuve la oportunidad de conocer mi país, de Ukhta a Vladivostok, de Inta a Alma-Ata».

The Strange Story of Nikolai Starostin, Football and Lavrentii Beria, Jim Riordan (Europe-Asia Studies, Vol. 46, No. 4, Soviet and East European History,1994).

«Nikolai Starostin y el Spartak de Moscú: el fútbol durante la revolución soviética», Álvaro Corazón Rural (Jot down, contemporary culture mag).
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momper



Registrado: 14 Dic 2008
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MensajePublicado: Dom Ago 14, 2016 4:35 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Kolpashevo es una localidad situada a orillas del Obi, en el oblast de Tomsk (Siberia). En la primavera de 1979, un Obi hinchado por el deshielo aumentó la labor de desgaste en la escarpada orilla de la población: el 30 de abril se desmoronaron unos dos metros de acantilado y quedaron al descubierto esqueletos y cadáveres (unos casi descompuestos, otros momificados) situados en capas: hombres, mujeres y también niños. Con los sucesivos desprendimientos aparecerían más de mil…

Los niños del pueblo improvisaron un macabro juego: recogieron algunos cráneos y los clavaron en palos para pasearlos por las calles. Pero pronto el lugar estuvo acordonado, y en apenas unas horas, rodeado por una cerca por orden de los oficiales del KGB llegados inmediatamente. El Partido Comunista organizó reuniones para explicar que se trataba de traidores y desertores de la Segunda Guerra Mundial, pero la gente recordó que en los años treinta había allí una prisión de la NKVD…

A Anatoly Potyekin lo sacaron de la cama a las seis de la mañana para llevarlo con otros al río: «Un barco a motor estaba forzando el agua contra la orilla con sus hélices, y los cuerpos pasaban flotando junto a nosotros. ¡Una armada de ellos! Era una pesadilla. Todos tenían agujeros en la cabeza, uno o dos. Las bocas estaban abiertas, como si estuvieran gritando».

Las propias hélices despedazaban muchos cuerpos, Anatoly y los otros pasaron dos días hundiendo los demás, para lo que les ataban pedazos de chatarra. Aguas abajo, otros equipos se ocupaban de los cadáveres que no habían sido atrapados: los quebraban con los remos, les ataban piedras, algunos ocuparon tumbas anónimas. Así durante buena parte del verano.

El profesor y periodista Adam Hochschild habló con Anatoly Spragovsky, residente en Tomsk que en los años 50 trabajaba en el KGB, principalmente en las rehabilitaciones que siguieron a la muerte de Stalin:
«“Antes de que esa gente fuera arrestada, la NKVD regional ya tenía mecanografiados sus interrogatorios”. La misma imposibilidad de los crímenes de que eran acusados debe de haberles hecho sentir, más allá del miedo, una especie de desesperación existencial, como si estuvieran atrapados en un extraño universo moral donde ninguna apelación a la misericordia o la razón era posible.
»Spragovsky tuvo que repasar casos con oficiales que habían participado en las purgas: “Cuando les mostraba pruebas de que habían fabricado un caso, ni siquiera las miraban, sabían que todo eran mentiras, “Si tú hubieras estado en mis zapatos —me decían—, habrías hecho lo mismo”.
»¿Qué pasó en Kolpashevo?
»“Ellos tenían dos barcazas y recorrían con ellas el Obi y su tributario el Tom recogiendo a los detenidos. No había juicios ni apelaciones. Llegados a Kolpashevo, ponían a la gente delante de una cortina que les tapaba la profunda fosa que había delante, y les disparaban en la nuca”.

»¿En qué momento de la Historia lo peor de la tragedia —las hambrunas, las ejecuciones en masa, el gulag— llegó a ser inevitable? ¿La Revolución de Octubre? ¿La elección de Stalin como secretario del Partido Comunista?

»Stepan Marton, médico húngaro preso en Rusia en la Primera Guerra Mundial, se quedó a vivir allí tras la Revolución y en 1937 era jefe del KGB en Kolpashevo. Como prisionero de guerra debe de haberse sentido una víctima, ¿cuándo se convirtió en un perseguidor? ¿Cuando tomó parte en la Guerra Civil rusa?, ¿cuando se unió a la policía secreta?... ¿En qué momento quedó atrapado sin salida?».

«La sorprendente y olvidada historia de cómo una ciudad soviética se deshizo de sus muertos» (Global Voices, 6-1-16).

The Secret of a Siberian River Bank (Adam Hochschild, The New York Times, 28-3-93).
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MensajePublicado: Mie Ago 17, 2016 12:22 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

momper escribió:
Franz Stigler es el único piloto de la Luftwaffe con la «Orden de la Estrella de Paz», concedida por la Federación de Excombatientes Aliados en Europa. El acto que motivó esta distinción sucedió el 20 de diciembre de 1943: desde un aeródromo alemán fue visto un bombardero B-17, y se envió un Messerschmitt pilotado por Stigler para derribarlo. El avión aliado estaba pilotado por el norteamericano Charlie Brown y había perdido a su grupo después de resultar gravemente alcanzado en el bombardeo de una fábrica de aviones en Bremen:

«Comencé a descender en espiral y salí de ella muy cerca del suelo. En mi memoria perdura la tensión de esquivar árboles y edificios, tuve pesadillas durante años y años, esquivando una y otra vez árboles y edificios. Creo que los alemanes pensaban que terminaría por estrellarme».

Con el compás estropeado, el B-17 se adentró en Alemania cuando creía estar dirigiéndose a Gran Bretaña. En el momento en que Stigler se aproximó al avión para acabar con él, quedó sorprendido:

«Nunca antes había visto volando a un avión en un estado tan calamitoso: la cola y la sección trasera estaban severamente dañadas y el artillero de cola herido; la torre superior había desaparecido, el morro estaba demolido y tenía agujeros por todos lados».

Stigler sintió curiosidad y se acercó un poco más al bombardero (cuya tripulación estaba prácticamente fuera de combate): vio a Brown herido y luchando por controlar un avión con los motores seriamente dañados. Entonces recordó las palabras de uno de sus comandantes: «Si alguna vez oigo que habéis disparado a un paracaidista, os mataré yo mismo». Mucho después comentó: «Para mí fue como si estuvieran en un paracaídas. Los vi y no pude dispararles». Stigler les hizo señas para que aterrizaran o fueran a Suecia, a treinta minutos de vuelo, pero Brown apenas pudo reaccionar, por lo que Stigler se limitó a escoltarlo hasta el Mar del Norte, donde lo despidió con un saludo militar.

De vuelta en Alemania informó de que lo había derribado en el mar. A Brown y su tripulación sus superiores les ordenaron guardar silencio sobre lo sucedido.

Más de cuarenta años después Brown hizo gestiones para encontrar a su noble enemigo, el cual, por su parte, nunca había mencionado el asunto a nadie. Se conocieron en 1989 en la base del 379º Grupo de Bombarderos de EE. UU. En la reunión estaban presentes las diez personas que aún vivían gracias a la humanidad de Franz Stigler.


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