FUTILIDAD, O EL HUNDIMIENTO DEL TITÁN – Morgan Robertson
Allá por abril de este año, cuando se cumplía el centenario del hundimiento del Titanic, la editorial Nórdica Libros decidió publicar este trabajo, largamente ignorado por el mundillo editorial, bastante desconocido pese a la extraordinaria historia que se esconde tras tan breves líneas. Es cierto; el señor Morgan Robertson, autor del texto, no estaría en boca de nadie de no ser por la increíble coincidencia que, catorce años después, representaría el hundimiento del RMS Titanic respecto a su trabajo, que aquí presento, llamado Futilidad o el hundimiento del Titán.
Conocido de todo el mundo es aquello de un buque de extremo lujo, de dimensiones gigantescas, mal dotado de medios de seguridad, que chocó en el atlántico norte contra un iceberg y se perdió en las aguas para siempre. Lo hemos visto en películas, series de TV, leído en libros y cómics, y hasta recordamos la canción horrible de aquella cara-caballo de la mano de James Cameron. Pero, en cambio, pocos saben que catorce años antes de la tragedia, allá por 1898, un oficial de marina mercante estadounidense, Morgan Robertson, escribió un texto breve con una temática idéntica: un choque contra un iceberg. El buque ideado por Robertson, a finales del XIX, fue bautizado con el sorprendente nombre de Titán. Si, amigos, curiosa y difícil coincidencia. Pero es que además los paralelismos continúan: ambos buques eran gigantescos, los mayores de su tiempo (269 m. de eslora el Titanic, 243 el Titán); ambos poseían compartimentos estancos que los hacían casi insumergibles (16 el Titanic, 19 el Titán); ambos fueron los barcos de pasaje más grandes de su tiempo (2200 personas contra casi 3000); ambos hacían la ruta del atlántico norte, Inglaterra-Nueva York, en el mes más peligroso, abril; ambos chocaron contra un iceberg por proa, de noche, con falta de visibilidad, etcétera, etcétera, etcétera.
¿Increíble coincidencia? ¿Capacidad premonitoria de Robertson? ¿Casualidad? Todo ello ha alimentado una leyenda alrededor de este texto, que parece haberse convertido en algo casi de culto. Sí porque, a parte del morbo o la curiosidad, motivos que me llevaron a hacerme con el libro, el trabajo de Robertson no vale demasiado. Si nos despojamos de la leyenda negra del Titanic, de cualquier referencia del pasado y nos limitamos a la acción en sí y el modo en que se nos narra, Futilidad es una completa decepción. Descripciones muy vagas e imprecisas, acción dispersa y poco envolvente, situaciones casi absurdas y de escaso interés (una lucha contra un oso polar que viaja a bordo del iceberg asesino me dejó perplejo, anonadado)… Flojo, muy flojo. Realmente, la lectura sólo es recomendable por la mera curiosidad. Y porque cien paginillas están leídas en media tarde.
Muy por encima. La historia gira en torno a un tal John Rowland, típico personaje atormentado, protagonista de una especie de triángulo amoroso a bordo que no quiero destripar, aunque la auguro tan o más sosa que la aburrida historia amorosa de Di Caprio en el cine. El recién reclutado Rowland vivirá muy de cerca la situación previa al accidente y será testigo importante de ello. Sin embargo, ni siquiera el choque es especialmente importante en el guion, y la segunda mitad del librito casi sucede entera en tierra, centrándose más en los aspectos legales, judiciales, etc. del asunto, tratados de forma burda y poco científica. De no tratarse de una novela corta (o un relato largo, vete a saber tú), la hubiera abandonado sin consideración alguna. Pero no. Había el morbo de la premonición, de los asuntos casi fantasmagóricos del caso, de la posibilidad de la existencia de algo sobrenatural en todo ello…
En definitiva, que me dio por investigar un pelín. Ciertas sospechas albergaba mi ansioso carácter, incrédulo de místicas semejantes, por lo que indagué y en seguida me hice con otros datos. Según parece, allá por 1892 (seis años antes de la publicación de Futility), la compañía White Star, la misma que luego botaría el RMS Titanic, publicó en varios diarios un informe sobre el proyecto de construir un gran crucero, el mayor que se hubiera visto jamás. Este buque proyectado, inicialmente llamado Gigantic, era ya un monstruo marino de las características que luego tendría el Titanic, y que Robertson pudo recabar con calma, para elaborar su propio buque imaginario. ¿El nombre? Pues esto sí parece coincidencia, pero ateniéndose a la época, al ánimo de los científicos del momento y a las ansias de aquellos tiempos de superar a la Tierra en todos sus frentes (montañismo, exploraciones polares y náuticas, etc.), tiene hasta lógica que coincidan: nombres que reflejan la soberbia del hombre frente a la naturaleza. Titán, Titanic, Gigantic… qué más da.
La coincidencia en un hundimiento contra un iceberg también puede explicarse de un modo racional. Morgan necesitaba un drama náutico en su trama. Un choque contra rocas, o contra otro buque, o un ataque militar enemigo, todo ello son causas justificables mediante un error humano, pero en los cuales no parece que la Tierra como tal pueda estar intentando aleccionar al hombre por su soberbia. El iceberg, en cambio, es algo generado por la propia naturaleza, enviado a la deriva, impredecible incluso ante la ausencia de error humano. El choque contra un iceberg representa la soberbia del hombre. ¿Y dónde podía chocar un buque lo suficientemente grande para que murieran muchas personas y, por tanto, que la historia tuviera algo de punch? Pues en el atlántico norte, haciendo una ruta importante entre las dos potencias del momento. Sea, Inglaterra-Nueva York (hay que decir, pero, que las coincidencias no son exactas, pues el Titán iba de regreso a Inglaterra, en su tercer viaje, mientras el Titanic iba de ida en su viaje inaugural…).
Planteado de este modo ya no parece tan cúmulo de coincidencias, sino algo casi de sentido común, especialmente para alguien relacionado con el mar como este autor. Pasados algunos años, el texto de Robertson vio la luz, pero aquel Gigantic aún no se había construido. El proyecto había ido cambiando de manos, el nombre había sido descartado, pero tal vez la White Star quiso jugar con el texto de Robertson, 14 años después, cuando decidió bautizar a su buque con un nombre parecido al del texto: Titan-ic. Todo es posible. De hecho, los buques de la naviera tenían todos nombres parecidos: Oceanic, Britannic, Teutonic, Majestic, Celtic…
La mayoría de coincidencias premonitorias se desvanecen, pues. Para más inri, parece ser (aunque es algo que aún no he podido confirmar de forma fehaciente) que el texto de Futility que nos ha llegado hoy en día es fruto de una segunda edición, posterior ya al hundimiento del Titanic, que modificó ampliamente el texto original para hacer las coincidencias aún más extraordinarias. Todo aquel que siga viendo aquí una mano fantasmagórica, tras tantas evidencias reales y tangibles, es que es un frikazo ikerjimeneziano incorregible.
Bien, no me voy a extender más, no vaya a ser que la reseña resulte más extensa que el propio texto de la novela…
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Cuando se publicó este libro, coincidiendo con la pléyade de publicaciones en torno al centenario del hundimiento del Titanic, lo estuve hojeando (un rato más y lo acabo leyendo en la librería, jejeje). Me llamó la atención la curiosa… ¿coincidencia? del texto de Robertson con lo que acabaría sucediendo una década y pico después. Pero más allá de esa curiosidad, que no deja de ser casualidad (es la época de los grandes buques, que uno se hundiera entraba en lo posible, y a veces las serendipias suceden), el texto se me antojó escaso (que lo es), y sin muchas justificaciones para llevármelo a casa… Pero he ahí que Horus le echó más curiosidad al asunto, jejeje.
Siempre es interesante leer las obras de otro tiempo, ¿no os parece?
Por eso me gustaría preguntarle a Horus, ¿cómo es el estilo de la redacción? ¿hay algún término, alguna expresión que le haya sorprendido? ¿puede considerarse un relato fantástico en línea con Verne, por ejemplo?
Por lo demas, felicitarte por el trabajo y por traernos el recuerdo de esta obrita.
Un saludo.
Yo lo leí este verano, por la curiosidad. Realmente, como novela no vale mucho. La historia es un poco enloquecida. Pero la descripción que hace del suceso es pasmosa. Y al parecer, el autor también anticipó en otra obra suya el ataque japonés a Pearl Harbour.
Aunque el libro no sea de los imprescindibles, lo bueno aquí, es la reseña de Horus Chan; muy clara, sin aderezos, sin engaños. Honrada y justa.
Me encanta.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Vamos por partes:
Farsalia, conociéndote, seguro que te ventilaste la mitad del libro en un escaso ratillo en la tienda… ;-)
Rosalía: el estilo de la redacción no es especialmente destacable. No es un estilo recargado, más bien parco en descripciones y va al grano en los hechos. Pero de un modo no demasiado atractivo, la verdad. A veces roza lo amateur, diría yo… Y como relato fantástico tampoco colaría, pues narra unos hechos que bien pudieran ser reales (de hecho, se hicieron realidad pocos años después, je, je…). Realmente, comparado con otros autores de su mismo tiempo, véase Conrad por ejemplo, es muy inferior.
Ariodante: en algún lugar leí eso de Pearl Harbour, pero no se si tengo ánimo para indagar sobre el asunto. Si está narrado como este trabajo, creo que ya he tenido suficiente Morgan Robertson…
Akawi: que comentario más halagador, por Osiris. Gracias, de verdad.
Estoy completamente de acuerdo contigo, Horus. Yo tampoco he querido investigar más. Pero lo que no te he dicho, y lo hago ahora, es que tu reseña es muy buena: presentas realmente el libro como es.
Efectivamente por eso son tan importantes las reseñas, y sobre todo si se hacen de esta manera tan objetiva. Así todos aprendemos.
Gracias.
Había oído hablar de este libro y celebro la reseña, lo deja en su sitio. Acabo de echarle un ojo al que anticipa Pearl Harbour (Mas allá del espectro) y como se parezcan, vaya tela…..
Je, je… Ariodante, casi podemos esperar a ver si Juanrio se anima a leer el de Pearl Harbour, y nos comenta que tal. ;-)
Gracias por los comentarios, Ario, Iñigo y Juanriver. Creo que una reseña debe ser ante todo sincera, y es lo que he intentado aquí. Objetividad? Pues no se, quizás algun otro podría leer el texto de Robertson y agradarle, pero en mi caso me da la impresión que se trata de una obra que roza la mediocridad. En su momento logró apenas cierta notoriedad, y no fue hasta el accidente del Titanic cuando se recuperó el interés en ella.
Jaja, no la roza: es francamente mediocre. Literariamente pobre. Lo cual no le quita la curiosidad por la anticipación del evento.
Aunque el libro sea mediocre siempre queda el «morbo» de que se parezca tanto al desastre del Titanic. Y si encima tiene otro sobre el ataque japonés a Pearl Harbour la curiosidad siempre se va atizada, aunque según nos cuenta Horus (bueno, y algunos otros contertulios) la calidad literaria es más bien baja.
Pero una reseña de un libro tan «curioso» tenía que estar aquí. Punto para Horus Chan.
Sí, Ariodante y Vorimir, realmente fue la curiosidad lo que me llevó a hacerme con el libro. De habérmelo imaginado, hago como Farsalia: me voy dos o tres tardes a la tienda y me lo leo allí…
Ahora en serio. Creo que como ejercicio es recomendable leerlo, pues da pie a especular sobre las posibles explicaciones de una casualidad tan extraordinaria. Sin embargo, lo recomiendo porque son sólo 100 páginas. Si fuera un ladrillo de 500, por así decirlo, seguramente no hubiera podido acabarlo, madre mía…
Muy buena reseña, jeje me hiciste reir en algunas partes, me encantó tu forma de escribir y el razonamiento lógico.
Hola, tu reseña del libro se me hace muy buena, sólo que dá lástima ver tu conflicto personal con el cine norteamericano o con aquellos que hablan otro idioma que no sea el tuyo. La película no ganó de gratis once oscares, y Celine Dione hace una interpretación muy bella, independientemente de que se haya utilizado para el final de la película. Ojalá sigas siendo más objetivo y te centres en juzgar el tema al que te estas refiriendo. Saludos y gracias
el navio mas grande.el buque qe ni Dios podria hundir y hoy no esta solo en nueatros pensamientos
Una crítica mordaz, superflua, propia de una persona EGÓLATRA y soberbia.AQUI GRAN SABIO DE LOS LIBROS TE DESAFIO PÚBLICAMENTE A QUE ESCRIBAS UNA NOVELA , de tu creación , tu esfuerzo, estoy harto, pero harto de los criticones egocéntricos , que nunca han escrito, ni pintado ni han hecho nada en la vida. Si único valor es hablar mal y despotricar de los demás. Una absoluta falta de respeto con el trabajo de los demás. Puede que no sea bueno, pero con respeto, siempre. Yo más bien te recomiendo EL TÚNEL DE ERNESTO SÁBATO, lo que el dice sobre los críticos de arte como tú.
Respeto el trabajo de Robertson, el secreto está en analizar como la mente y la imaginación pueden ver hechos futuros, no en la Novela en si misma. El análisis no debe ser literario sino filosófico, teosófico, místico, científico o psicólogo si se quiere. Así la obra tiene otro valor. Sea lo que sea hay que dejar de andar maltratando a las personas y sus trabajos. Escribe el tuyo, para leerlo y estudiarlo más bien