H.E.A.: CRÓNICA DE LA PRESENTACIÓN DE 14 DE ABRIL DE PACO CERDÀ (LIBROS DEL ASTEROIDE)

14 de abril de Paco Cerdà fue el proyecto ganador del II Premio de No Ficción Libros del Asteroide, iniciativa de esta editorial para publicar ensayos de no ficción. Un premio a un proyecto, no a un libro ya acabado o siquiera publicado. Un jurado, que en la anterior edición (está en marcha la tercera, a punto de terminar el plazo) estuvo formado por Jordi Amat, Daniel Capó, Leila Guerriero, Daniel Gascón y el editor Luis Solano, y que designó el proyecto del periodista valenciano Paco Cerdà –autor de un reciente libro, El peón (Pepitas de calabaza, 2020), sobre el niño prodigio del ajedrez Arturito Pomar y su utilización por el régimen franquista en el contexto de la Guerra Fría–; en palabras del jurado, se valoró su proyecto por, especialmente, «el objetivo de poner en el centro de la narración a los olvidados y restituir la dimensión humana de una fecha histórica que ha marcado nuestro pasado reciente», destacando a su vez «la extraordinaria labor de investigación y documentación del autor y su ambición literaria». Publicado a principios de este mes de octubre de 2022, los lectores pueden ya “saber” en detalle de qué va este libro. Y en la Ciudad Condal, concretamente en el patio interior de la librería La Central del Raval, y ante un más bien exiguo público –la “culpa” la tiene que a esa misma hora la Premio Nobel de Literatura Svetlana Aleksiévich daba una, al parecer, multitudinaria charla en el vecino CCCB–, tuvo lugar la presentación del libro y al que este reportero hislibreño acudió el pasado 11 de octubre de 2022.

Luis Solano, editor del sello, hizo una breve introducción del acto y presentó la charla que mantendrían el autor con Jordi Amat, uno de los miembros del jurado, quien previamente a la conversación con Cerdà dio varias pinceladas, antes de plantearle unas preguntas y, posteriormente, pasar el testigo a los asistentes por si deseaban comentar o preguntar algo. Y así fue. Jordi Amat –que hace poco publicó su biografía del poeta Gabriel Ferrater y hace un par de años triunfó con su novela de no ficción El hijo del chófer (Tusquets), sobre el detestable periodista y primer director de TV3 Alfons Quintà– comentó que, habiendo leído y reseñado El peón para La Vanguardia, en un viaje a Valencia animó a Cerdà a presentar su proyecto al premio de Libros del Asteroide, pues su idea encajaba muy bien con la editorial (ya con quince años de vida) y su idea de recuperar el mejor periodismo republicano (de ahí la reciente reedición de los libros de Manuel Chaves Nogales por este sello). Pues para Amat el proyecto de Cerdà suponía un plus: una obra que se centrase, exclusivamente, en ese concreto 14 de abril de 1931, fecha de proclamación de la Segunda República, y desde un punto de vista coral; es más, remarcó, no parece que haya un libro de referencia sobre ese día que reconstruye con precisión tantos detalles y desde varios lugares de España lo que supuso esa jornada. Un libro (el proyecto ya culminado), se preguntó Amat, que incluso resulta difícil de etiquetar: ¿una “novela documental”, quizá, al estilo de las de Antonio Scurati sobre Mussolini?

La primera pregunta de Amat a Cerdà fue, y con toda lógica, acerca de cuándo tuvo este la idea de escribir un libro de estas características y con este tema. Aquí Cerdà nos deleitó con cuestiones meramente prosaicas: una noche, en un restaurante, mientras esperaba que llegara una pizza, se pone a pensar cuál sería su siguiente libro (tras haber publicado El peón). Y le vino a la cabeza 14 de julio de Eric Vuillard (Tusquets), que recrea (más allá de ese día) el estallido de la Revolución Francesa desde la coralidad de una serie de personajes de diversos sectores de la sociedad francesa/parisina en aquel 1789. El autor –mientras esperaba y luego degustaba la pizza; alguien del público comentaría más tarde que se había quedado con ganas de saber de qué era la pizza, detalle que más de una carcajada provocó entre el público*– estuvo pensando en días que fueran relevantes en la historia de España, y le vino a la cabeza el 14 de abril de 1931. Pero no tenía muchos datos al respecto, más allá de la mera proclamación del nuevo régimen y modelo de Estado para España. Poniéndose a indagar empezó a tirar del hilo y se sucedió una serie de personajes, populares y de renombre, que algo tuvieron que ver con ese día. Cerdà tenía claro que quería reconstruir, o incluso recuperar, pequeñas historias de quienes vivieron aquel día y relacionarla con la “gran historia” de lo que supuso el 14 de abril de 1931 (la proclamación de la Segunda República); no tanto las causas de la caída de la monarquía y la proclamación de la República, sino el 14 de abril: como si viajáramos en el tiempo y nos plantásemos en ese día y lo que veríamos en distintos puntos de España.

*Y que a este reportero le recordó la anécdota que contaba Santi Giménez en la sección “Il·lustres execrables” del programa radiofónico Via lliure de RAC1 dedicado al fallecido Josep Lluís Núñez, en concreto sobre el famoso “Motín del Hesperia”, en el que los jugadores se “rebelaron” contra la directiva en abril de 1988. En una rueda de prensa de los jugadores, se expusieron sus quejas acerca de la negativa del club a subirles el sueldo y uno de ellos, Ramon Maria Calderé, comentó que un directivo se había mofado de él: tras haberle pedido (cobrando 38.000 pesetas de la época, mensuales) un poco más de remuneración, lo único que le dijeron, “a nivel de cachondeo”, fue que le dieran dos chicles para que se callara, hecho que le indignó totalmente. Giménez comentó que se escuchó a un periodista preguntar: “los chicles, ¿con azúcar o sin azúcar?”. Una genialidad brutal, remarcó; en otra sección del programa confesó que ese periodista había sido él.

Para ello inició una inmersión en la lectura de toda la prensa (disponible) de la época, actualmente digitalizada, de ese día y de los dos posteriores. Y a partir se fijó en personajes comunes: un telegrafista muerto en Barcelona, un encuadernador asesinado en Madrid por cargas de caballería, una pescadera gallega muerta,… hechos que rompían la imagen de la llegada pacífica de la República y de su celebración en las calles. Y le llamaron también la atención las tensiones soterradas en diversos lugares del país, en las calles y en las prisiones. A partir de la prensa, pero también de cartas, memorias, libros específicos, se abría luz una intrahistoria del 14 de abril de 1931. Una locura, reconoció, se abría ante él: coser toda una serie de historias sobre el 14 de abril y para llegar a lo que sería una mezcla de “novela documental”, crónica literaria o novela de ficción (o puede que todo a la vez, añade este cronista, pues leyó el libro). La premisa básica de Cerdà era clara: no puede haber ficción, todo debe ser real o al menos documentado. Seguir las migajas de pan que a menudo se le aparecían y rastrear la (a menudo pequeña) historia que había detrás de lo que se pudo hallar en una breve nota de prensa: esa sería la hoja de ruta. Y de este modo escribir breves piezas, dos o tres páginas, sobre un personaje en concreto en aquel 14 de abril de 1931.

Y es que, comentó entonces Amat, podemos ver que el libro entrecruza, en igualdad de condiciones, experiencias de gente de la calle, personajes del pueblo (en cierto modo, los “olvidados”), con ministros, políticos, militares o los propios reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia (“Ena”), separados por la distancia en ese día. Unos y otros, pequeños y grandes, están en un mismo plano y se alternan en la estructura del libro en capítulos cortos (no más de cinco páginas). Se busca que aparezcan todos con su nombre, los de los grandes, conocidos de por sí, y los de los pequeños, con sus dos apellidos. Un trabajo de detalle, comenta Amat, que hoy en día puede hacerse a través de Internet, rastreando la información, pero que sería imposible hace treinta años, antes de Internet (no ha llovido tanto… pero lo que ha llovido, podríamos decir).

Cómo conseguir la documentación, por otro lado, incluso en la era de Internet, también fue comentado. Cerdà incide en ello y pone un ejemplo: acudió al Departamento de Estado de los Estados Unidos, que le pasaron documentos escaneados del embajador del país en aquellos momentos, Irwin B. Laughlin, como los telegramas que enviaba a Washington y que desde aquí le devolvían.**

**Este cronista recuerda también cómo en una asignatura de Cine e Historia Contemporánea durante sus estudios universitarios, el profesor, Josep Maria Caparrós (fallecido en 2018, toda una eminencia en la materia), mostró a los estudiantes, maravillado, un trabajo de uno de ellos sobre JFK, caso abierto (Oliver Stone, 1991), y que incluía material proporcionado por el FBI. Todos nos quedamos con la boca abierta, pues nuestro compañero había contactado con el organismo estadounidense y éste, sin ningún tipo de cortapisa, le envió, ¡por correo ordinario! (estamos hablando del primer semestre de 1998) material sobre al magnicidio (es de suponer que desclasificado). Huelga decir, como el profesor Caparrós le dijo allí mismo al compañero, que el trabajo se llevó la matrícula de honor.

Sobre los personajes “pequeños”, Cerdà hizo énfasis en cómo fueron mucho más relevantes de que a priori puede parecer. La muerte de Emilio Arauzo Honorio, un obrero en paro de Madrid, que murió en la madrugada del 13 al 14 de abril por las cargas de la Guardia Civil y que el naciente régimen republicano instrumentalizó como la última víctima de la monarquía, y a pesar de que el director de la Guardia Civil, José Sanjurjo, había dado órdenes de que no actuara la Benemérita en ninguna protesta popular.

Amat añadió un tema a la charla: cómo plantear la imagen de los que a la postre fueron los vencidos aquel 14 de abril de 1931, los monárquicos, frente a los republicanos, esperanzados ante el progreso que el nuevo régimen encarnaba. Y ahí tenemos a los ministros del último Gobierno monárquico (Miguel Maura, por ejemplo) negociando con Alcalá Zamora, el flamante nuevo presidente del Gobierno Provisional; a Alfonso XIII de camino a Cartagena –se sigue la ruta en coche a lo largo de varios capítulos– y, especialmente, a su esposa, Ena (así se la llama en el capítulo que protagoniza, con el apelativo familiar), que pasó aquel día en el Palacio de Oriente, sola aquella noche del 14 de abril, y mientras uno de sus hijos estaba gravemente enfermo en la cama. Ambos comentaron que se trataba de aportar una cierta ecuanimidad en el relato, con la alegría de los vencedores y la tragedia de los vencidos, y en este caso Cerdà quiso acercar un poco más el foco en personajes como Ena, que dejaría de ser reina (de facto), pero que seguía siendo esposa y madre.

Ya acercándonos al momento de pasar el testigo a los asistentes al acto, Amat planteó dos últimas preguntas al autor: qué escena le costó más escribir y cuáles son sus personajes favoritos. Empezando por esto último, Cerdà dejó claro que el personaje que más estimó fue Emilio Arauzo Honorio, que no casualmente abre y cierra el libro, sobre el que buscó la lápida y muchos datos de su biografía; la trama catalana –la improvisada proclamación de la República Catalana por parte de Francesc Macià –, por su parte, fue la que le costó más. Comentó también que la estructura del libro, siguiendo las horas canónicas a lo largo de ese día –prima, tercia, sexta, nona, vísperas, completas, maitines, laudes– no es casual; de hecho, mencionó que el domingo de esa semana de abril de 1931 del libro bíblico del Apocalipsis se leerían fragmentos en la misa, lo cual coincidió con el final de un mundo, el de la monarquía alfonsina y la Restauración, y que, en parte, ello le impulsó a estructurar el libro siguiendo las horas canónicas y a incluir también breves fragmentos del Apocalipsis en el epígrafe de inicio de cada sección. Sin duda, piensa este cronista, todo esto acicateará (aún más) al lector la curiosidad para leer el libro de Cerdà.

Amat cerró su intervención en la charla preguntando si Cerdà había contactado con alguno de los personajes del libro o, más bien, sus descendientes; y sí, comentó Cerdà, hubo un caso (sólo uno): el de la nieta de Núria Folch Pi, que es la protagonista de uno de los capítulos –con 14 años mostró tal devoción por la República que acabaría recibiendo una medalla por parte de Macià–, y que le envió un mensaje de voz agradeciéndole el trabajo que se había tomado para rastrear los muchos datos que comenta el autor en ese capítulo. Ya en el turno del respetable, se preguntó un asistente cuántas historias se tuvieron que descartar porque no había datos suficientes para llenar un capítulo del libro, a lo que Cerdà comentó que le hacía ilusión trata sobre Antonio Machado en Segovia, pero que no logró encontrar la información suficiente; de hecho, enfatizó, el proyecto del libro estaba lleno de caminos ciegos que finalmente no le llevaron a ninguna parte; o que no pudo conseguir información de la postura del Vaticano en relación a la proclamación de la República. Por ello, para compensarlo, el libro tiene la estructura de las horas canónicas antes mencionadas, que siguen la evolución de ese día conforme avanza. De ese modo, declaró Cerdà, la idea de la lectura del Apocalipsis que esa semana tocaba tratar en la misa dominical daba pie a establecer un juego de espejos ante los muertos de aquella jornada y ante el que a la postre sería el gran enfrentamiento con la Iglesia, que sería el gran enfrentamiento del nuevo régimen republicano a lo largo de los siguientes años.

La presentación concluyó con una reflexión final de Jordi Amat sobre el valor del libro por el estilo del libro y que un historiador, enfatizó (y en gran parte estoy de acuerdo), no puede hacer. A menudo a los olvidados de un hecho histórico no los recupera un historiador, ni siquiera los periodistas. Esta labor es la de los escritores, que con su acercamiento literario al pasado pueden poner el foco en esos personajes olvidados, incluso desde la no ficción. Los historiadores no tienen las herramientas que tienen los escritores para acercarse a estos personajes y es algo muy valioso, pero también una gran responsabilidad. La literatura puede recuperar a estos personajes con el detalle que merecen y este libro, concluyó, sería una buena muestra y el resultado de lo que comenzó pensando qué hacer mientras se esperaba que llegara la pizza.

Terminó el acto, llegaron las firmas de ejemplares por parte del autor y un momento de charla con él por parte de este cronista, haciéndole a su vez una propuesta para una entrevista en la radio. Pero eso ya escapa a esta crónica de una presentación en la que, una vez más, Hislibris Estuvo Allí.

     

7 comentarios en “H.E.A.: CRÓNICA DE LA PRESENTACIÓN DE 14 DE ABRIL DE PACO CERDÀ (LIBROS DEL ASTEROIDE)

  1. Iñigo dice:

    Fantástica crónica… Enhorabuena.

    1. Farsalia dice:

      Gracias, el libro bien lo vale, muy recomendable. Ahora me ha picado el gusanillo de la curiosidad para reservar en la biblioteca su anterior libro, El peón.

  2. cavilius dice:

    Apuntado queda el libro para el futuro. Excelente relato del evento.

    1. Farsalia dice:

      Gracias. Un librito de-li-cio-so.

  3. Farsalia dice:

    Enlazo el podcast de la entrevista/charla con Paco Cerdà en la sección de historia de Nits de ràdio (Onda Cero Catalunya) de esta semana (desde 1:10:55).

  4. eugenio benito fernandez dice:

    una pequeña errata. Miguel maura no fue ministro del último gobierno de la monarquía sino ministro de gobernación del gobierno provisional de la república. El ministro de la monarquía era su hermano Gabriel.

    1. Farsalia dice:

      Cierto, es Gabriel Maura el ministro del último Gobierno monárquico que «negociará» con Alcalá Zamora aquel 14 de abril. Su hermano Miguel también aparece en el libro, de ahí el lapsus por el nombre de pila. Gracias por el comentario.

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