INÉS DEL ALMA MÍA – Isabel Allende
“El héroe de las campañas de Flandes e Italia, de las revueltas del Perú y la conquista de Chile, el militar más valiente y famoso del Nuevo Mundo, no se atrevía a enfrentarse a una mujer y por eso llevaba dos meses escondido en una nave».
Me lo pensé varias veces antes de animarme a leer “Inés del alma mía” de Isabel Allende. El título me sugería una novela romanticona escrita a modo de cartas de amor entre Pedro de Valdivia, conquistador y fundador de Chile, y su valerosa amante, Inés Suárez. Acababa de leerme “La Malinche” de Laura Esquivel y no quería volver a tropezar con una de esas escribientes hispanoamericanas que publican para mujeres de clases altas que leen un rato mientras se les seca la pintura de las uñas de los pies. Me lo pensé varias veces porque son muchos los críticos que catalogan a Isabel Allende como una mala escritora, una mala copia de los grandes maestros del boom latinoamericano. Por esa regla “La casa de los espíritus” sería algo así como una hija bastarda de “Cien años de soledad”. Yo pienso que hija sí lo es; pero sobre lo de bastarda tengo mis dudas. Porque si bien al principio se nota a la autora pisando cautelosa sobre terrenos ajenos, ya avanzada la novela camina sobre firme encontrando su propio tono y estilo. “La casa de los espíritus” es una de mis novelas favoritas y la razón de que a pesar de las dudas decidiera darle a Isabel Allende un voto de confianza para entrar a las páginas de “Inés del alma mía”.
Para mi sorpresa la novela no es, ni de lejos, una novela epistolar de corte romántico sino una crónica autobiográfica –¿quién demonios elije los títulos de las novelas?-. La autora construye su narración desde el respeto a una extensa investigación documental y a sus orígenes mestizos. Este dato es importante porque no es fácil para los escritores iberoamericanos enfrentar el tema de la conquista sin lastimar fibras patrias. Además, Isabel Allende ha defendido el rescate, para la literatura, de personajes femeninos llenos de fuerza y pasión y la extremeña Inés Suárez encaja a la perfección en este perfil. Pero ¿qué ocurre cuando el personaje elegido pertenece a esos “extraños enemigos” sobre los que se ha construido la identidad nacional americana durante los últimos doscientos años? La autora comete el acierto de no limitarse a juzgar sino a tratar de entender. ¿Qué llevó a esos hombres y mujeres de Castilla a dejar su tierra en busca de un Nuevo Mundo? Para la historia oficial de los países americanos sólo existe una respuesta: su ambición desmedida por el oro. Pero la realidad es mucho más compleja. Isabel Allende dedica los dos primeros capítulos de la novela a narrar la realidad española de la época: sus guerras en Flandes y en Italia, sus conflictos internos, el perfil de sus habitantes, las historias de sus protagonistas antes de cruzar el mar océano… Es a partir del tercer capítulo que empieza a contarse la expedición de la conquista de Chile y la fundación y construcción de la ciudad de Santiago. Uno podrá cuestionarse si es realmente necesario que la autora dedique tantas páginas a ambientar la historia que quiere contar pero para cuando empieza la aventura de Chile el lector es plenamente consciente de que el protagonista, Pedro de Valdivia no es un oportunista cualquiera, sino un valiente soldado del emperador Carlos V que combatió en Flandes y en Italia; para cuando empieza la aventura de Chile el lector es consciente de que no a todos los conquistadores los movía su sed de oro; a los verdaderamente grandes los movía algo más profundo: la necesidad de “dejar fama y memoria”.
La historia de la conquista de Chile, como la de la conquista de América en general, es una historia fascinante y desgarradora que se cuenta por sí sola. No necesita demasiados artificios literarios para atrapar al lector. Algunos de esos artificios te los ofrece la misma realidad iberoamericana… En su discurso al recoger el premio Nobel de literatura 1982, Gabriel García Márquez reconoce que el realismo mágico en las letras hispanas nace en las crónicas que se escriben sobre el descubrimiento y conquista de América. En “Inés del alma mía” la autora se encuentra una y otra vez con historias casi mágicas que no puede ignorar y que deja que pueblen su relato: la aparición a caballo del apóstol Santiago en su encarnizada lucha contra los indios, el descubrimiento milagroso de un ojo de agua en pleno desierto de Atacama cuando ya la expedición estaba al borde del colapso, las predicciones sabias de su fiel india yanacona que sabe siempre lo que va a ocurrir antes de que ocurra… Los ejemplos son abundantes; sin embargo no es una novela de aventuras y fantasía contada para celebrar la conquista. La autora no se censura a la hora de enumerar las atrocidades cometidas por los españoles contra los pueblos nativos – sería injustificable e imperdonable que no lo hiciera- . Siento que ése es uno de los grandes aciertos de la novela: esa sensación de grandeza y miseria, de aventura y lucha, de orgullo y vergüenza, que transmite en cada una de sus páginas. Porque ése es el origen de nuestra historia nacional y por eso nos cuesta tanto reconciliarnos con nuestro pasado. Los personajes, además, son re-construidos por las circunstancias: el Pedro de Valdivia original: soñador, noble y amante termina convertido en un gobernador despótico, sanguinario –hay páginas sobre los castigos a los indios mapuche que destrozan al lector más insensible– y amargado. Su trágica muerte en el capítulo final (perdón por el spoiler pero es Historia) se agradece como justicia divina. Inés, mientras tanto, protagonista indiscutible de la novela, se eleva como la gran mujer al lado del gran hombre sin cuya participación la conquista, fundación y construcción del Reino de Chile no hubiera sido posible.
Sólo un gran defecto le veo a la novela: a la autora se le olvidó novelar. El enfoque elegido de la crónica autobiográfica queda aplastado por la propia historia que se lee más como un ensayo bien contado que como una buena novela. A la autora le sobraron conocimientos y buenas intenciones pero le faltó el talento del escritor que sabe lo que quiere contar y sabe cómo contarlo. Y al final se le nota la prisa, la necesidad de terminar una historia de la que todavía le queda mucho por decir, una historia a la que le crecen nuevas historias -la guerra de la Araucanía frente al fascinante mapuche Lautaro-; una historia enorme, la conquista de América, sobre la que todavía queda mucho por escribir, discutir y, sobre todo, novelar con maestría.
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¡Enhorabuena por la reseña!
Leí la novela hace poco, e igualmente me lleve una grata sorpresa. Creía que iba a encontrar una novela empalagosa pero hallé una novela histórica muy buena. La figura del conquistador español e Inés esta muy bien descrita y la acción es trepidante. Me recordó, en algún momento, a las primeras obras de Vázquez Figueroa en relación con la conquista americana. En verdad un libro muy recomendable. ;-)
Señor Caballero se ve interesante el libro, solo una cosa que tiene de malo que sólo quisieran buscar el oro? Puede ser que el fin último de la Conquista fuera la evangelización, pero no tiene de censurable que fueran por riquezas personales era la época y eso hace a los Conquistadores más interesantes, figuras como Aguirre que se le rebeló al rey en pleno Amazonas o el viejo Pizarro conquistando el Perú, creo que hay que reivindicar al conquistador-bandolero-pirata, el que actuaba solo por la plata y por las indias y no al que actuaba por motivos altruistas. Ya que la mayoría de los latinoamericanos somos sus hijos bastardos.
Cordialmente,
Alexander
Mi más rendida enhorabuena, Caballero, por esta magnifica reseña. Comparto contigo la visión que haces de los conquistadores españoles. Efectivamente, a muchos les atraía el oro como un imán, pero a otros, si bien no lo desdeñaban, eran más proclives al honor, fama y gloria que en esa época podían valer tanto como la riqueza material…o más. La evangelización es otra de las razones, y tampoco desdeñable, si pensamos que en el siglo XVI la religión empapaba las mentalidades de la mayoría. A su modo, lo creían. Y procedían de siglos de lucha contra el infiel, y en breve se encontrarían luchando contra la Reforma protestante.
Y también estoy de acuerdo con Alexander, en reivindicar a los aventureros, incluidos los piratas y los buscadores de oro. ¿Por qué no? En su mayoría eran gentes que en España provenían de familias hidalgas pero sin dinero.
Y respecto a lo que dices de los títulos, Caballero, también coincido contigo: muchas veces el fervor comercial de los editores tergiversa por completo el contenido del libro, haciendo huir a lectores que podrían estar interesados y viceversa.
Empieza a gustarme esto de mandar reseñas y que las publiquen y que me feliciten. Quiero agradecer a Nuru la portada. Un acierto. La pintura original es de J.M. Ortega y se encuentra en el Museo Histórico Nacional de Chile. Representa la defensa de Santiago del ataque de los nativos encabezados por Michimalonco. La ciudad quedó destruida y los colonos se salvaron gracias a la intervención de una enorme Inés Suárez que en un ataque de desesperación – brillantemente narrado por la autora – logra poner a los invasores en fuga.
Balbo, me haces confesar un secreto: no he leído nada de Alberto Vázquez-Figueroa pero ya entré a curiosear al archivo de Hislibris y anoté la saga de Cienfuegos como próxima y obligada lectura.
Alexander, continuamos por aquí la discusión que se nos quedó pendiente en otra reseña. No sé cómo es la relación del resto de los pueblos hispanoamericanos con la conquista pero aquí en México es todavía un tema no superado. Hace un par de años mandé una reseña a la revista «Relatos e historias de México» pidiendo que ya era hora de abordar el tema de Cortés en la portada y casi arde Tenochtitlan. Me animé a mandar el texto después de que en las Cartas de los lectores publicaron un comentario altamente ofensivo de una mujer hacia los españoles de antes y de ahora. Mi texto nunca nunca se publicó. Sé que en los países del sur el tema ya se aborda con mayor madurez. Supongo que en el Perú y en México el rencor tiene que ver con el esplendor perdido de sus respectivos imperios. Sobre Lope de Aguirre, casualmente me estoy leyendo: «La aventura equinoccial de Lope de Aquirre» de Ramón J. Sender que espero reseñar. Una gran novela, sin duda, que se centra en esos conquistadores que no lograron la gloria.
Ariodante: el título es totalmente desafortunado. En mi caso la autora debe agradecerle mi lectura y reseña a «los espíritus». Veo que también te interesa el tema así que todo lo que me puedas recomendar será bienvenido y que se armen los debates. La evangelización es un tema interesantísimo. Y las construcciones religiosas de los primeros años son, justa y merecidamente, patriomonio de la humanidad por su belleza y originalidad. El milenarismo franciscano fue mi tema fetiche durante mi doctorado.
Caballero, entonces te recomiendo encarecidamente su saga de «Cienfuegos». Lo pasarás bomba con los seis primeros libros (con los que cerraba definitivamente la saga), el septimo, posterior secuela, es una castaña de dimensiones gigantescas. ;-) También te gustara «Tiempo de conquistadores» y su obra teatral «La Taberna de los Cuatro Vientos».
Caballero, imagino que habrás leído un clásico: «El dios de la lluvia llora sobre México» (1976) de László Passuth
La novela de Sender a mi me decepcionó un tanto. Pero creo que es porque la leí después de haber visto la película «Aguirre, la cólera de Dios». Quizás si la volviera a leer ahora seria distinto.
Y me encanta que te aficiones a reseñar. Vas a resultar un competidor fabuloso.
Totalmente de acuerdo con Balbo. Como casi toda la obra de Figueroa, lo que merece la pena es lo que escribió en los 80 y a principios de los 90. Luego perdió la magia, y ahora sólo publica regularmente refritos descafeinados.
Por cierto que esta novela también fue una sorpresa para mí, que a pesar de que disfrutaba con Allende, también la tenía encasillada en un género concreto, y encima estaba relativamente decepcionado con sus últimas obras.
Me traes recuerdos de un tiempo y un lugar diferentes Caballero.
El episodio de las cabezas cercenadas, que Ortega representa de manera discreta, es uno de los más conocidos de la época de la conquista.
En Chile el tema de la conquista no tiene la relevancia pública que tiene en México o en Perú; la razón principal es probablemente la que sugiere Caballero. Es cierto que de tarde en tarde el eterno problema mapuche lo pone en el tapete, pero parece que la mayoría de la población asume el mestizaje como un dato, sin más, y no hay en ella un especial resquemor hacia el conquistador español. A la llegada de los españoles la población indígena no era tan densa, de modo que el mestizaje fue bastante más intenso que en Perú y Bolivia (por ejemplo). Pedro de Valdivia no genera ni por asomo el resentimiento que genera Cortés en México, y es bastante corriente referirse a España como la Madre Patria, tanto en la prensa como en el lenguaje coloquial.
En cuanto a la Chabe Allende, bueno, la verdad es que hace mucho que dejé de leerla.
Interesante reseña, Caballero.
Ya echaba de menos tu intervención, Rodrigo.
Aquí estamos, Ario… Mejor tarde que nunca. ;-)
Si el «resentimiento» hacia la Conquista varia según el país como anota Rodrigo y es que cada nación latinoamericana es diferente, si bien la lengua fue un factor unificador hubo zonas donde aún se recuerda y se idealiza el pasado precolombino como en México por el Imperio Azteca o Perú por el Inca pero en el siglo xv, xvi bueno y esto es una herejía «México» o «Perú» como tal no existían ya que como producto histórico que son las naciones todas las naciones, México y Perú como los conocemos hoy son producto del mestizaje y de la adaptación de la cultura española a estas tierras, nuestra América, de la misma manera que el Egipto islámico y arabe de hoy no el es el Egipto faraónico, ni el bizantino ni el copto, la República Islámica-chíi de Iran de hoy no es la Persia zoroastriana de Ciro y Darío, ni Grecia y así sucesivamente, supongo que en su búsqueda de la independencia y la identidad nacional sus élites no sólo habrán idealizado el pasado precolombino, en México precortesiano, sino harán en teoría tabula rasa de tres siglos de españolización, y en su búsqueda de culpables para todo pues…los Conquistadores barbudos del otro lado del charco, y la retórica victimista sigue hoy solo que los malos son los yanquis, el Imperio y etcétera y etcéra.
Lo curioso es que un barbudo blanco latinoamericano cuyo padre llegó de Galicia y que desde 1959 es el líder indiscutido de una nación sin sangre indígena y que hasta 1959 fue centro de recepción de emigración española es el que más repite y repite esa retórica con sus discursos kilométricos de horas y horas de duración a 40 grados, y el resto del mundo le copia embobado sus discursos de criollo victimista.
Todos los veranos mis padres van a España y aprovecho para encargarles los títulos que aquí no consigo. Este año se llevan una larga lista. Por lo pronto: «Cienfuegos» de Alberto Vázquez-Figueroa y «El dios de la lluvia llora sobre México» de Laszlo Passuth. ¿Te puedes creer, Ariodante, que no he conseguido el libro aquí en México a pesar de ser una novela recomendadísima sobre la conquista? (O quizá, por eso). El único libro que está disponible de ese autor es «El señor natural. La venturosa vida de don Juan de Austria: de bastardo a alteza». Suena bien así que le echaremos un ojo en lo que llegan los otros. Tampoco he conseguido las películas de «Aguirre: la cólera de Dios» (vale, la vi porque está completa en youtube) y «El dorado» de Saura; que me vienen de maravilla para complementar la reseña sobre la novela de Sender.
Creo que ese «algo más» se agradece en las reseñas. Claro, a algunos se les nota la cultura en cada línea así que otros tenemos que enriquecernos con lo que hay. Para esta reseña vi varios documentales que me confirman el alto nivel de la televisión chilena. Puedes desmentirme, Rodrigo – creo que eres de allá – , pero vi dos programas que me gustaron bastante: «Grandes chilenos de nuestra historia» y «Algo habrán hecho por la historia de Chile».
Alexander, tan polémico como siempre. El tema de la construcción de la identidad americana da para mucho y cuando se publique mi reseña sobre «La malinche» profundizamos en el tema de la construcción de la identidad mejicana. Me parece muy curioso leer que en Colombia y en Chile ese proceso ha sido mucho más sano y que no vean a los españoles como «pinches gachupines». Aquí en México se ha avanzado algo pero es un hilo muy fácil de romper. Sólo hace falta que llegue al poder un fanático populista que le sople a las brasas para que se encienda el fuego.
Me encantó el detalle de saber que en la Plaza Mayor de Santiago de Chile tienen un monumento a Pedro de Valdivia a caballo. El detalle es que el caballo no tiene riendas, el jinete monta a pelo; de ese modo le reconocen a Pedro de Valdivia su lugar en la historia pero le especifican al mundo que el pueblo chileno es un caballo sin riendas ni amo. Un pueblo libre.
Urogallo, un honor conocerlo. Me gustó mucho su frase final «Me traes recuerdos de un tiempo y un lugar diferentes». Podría escribirse una vida con ese título.
Chileno soy, Caballero, pero no puedo decirte nada sobre la televisión de mi país ni sobre esos documentales. Pasa que casi no conecto la pantalla chica.
Sí, por lo general la imagen de los conquistadores españoles no es en Chile tan negativa, salvo en la región de la Araucanía (en donde reside, claro está, la mayor parte del pueblo mapuche). Sucede por una parte que la conquista no implicó un hecho tan traumático como el desmoronamiento de un imperio o gran potencia precolombina, y por la otra que la idea de la conquista está contrapesada en el imaginario nacional por la de la resistencia tres veces secular del mismo pueblo mapuche, en la zona de la Frontera. El hecho de haber sido ésta una zona de guerra permanente durante todo el período colonial (cosa que hay que matizar muchísimo), y el de haber constituido la confrontación entre españoles y mapuches un tema central de la literatura prerrepublicana -desde La araucana en adelante-, hacen que el período de la conquista y posterior colonización genere una suerte de imaginario bélico que nos mueve más a orgullo que a odio o a resentimiento. Quizá sea sintomático de lo que hay en la base de la identidad nacional chilena el que, cuando el primer centenario de la independencia (1910), ciertos autores de corte nacionalista –Nicolás Palacios sobre todo- promoviesen la idea de una “raza chilena” formada por la coyunda de dos pueblos igualmente altivos, belicosos y valientes: el español (“godo”) y el mapuche (“araucano”). Lo relevante de esto es que de alguna manera nos quedó la imagen de tener raíces en dos pueblos que como rivales se merecían. También es crucial en todo esto el que el proceso de independencia no fuera tan sañudo ni tan violento como sí lo fue en el virreinato de Nueva Granada, por ejemplo. Es cierto que el corto período de la Reconquista generó en el patriciado criollo un cierto rencor hacia el dominio español, redoblando la aspiración a la independencia, pero no llegó a asentar para la posteridad una demonización del español. Al contrario, ese mismo patriciado puso mucho cuidado en enfatizar sus orígenes castellano-vascos (la expresión “aristocracia castellano-vasca” es un lugar común en la historiografía chilena). Y en cuanto a las masas, la verdad es que éstas permanecieron subordinadas por mucho tiempo, incluso en el plano del discurso, y sólo aparecieron en la escena pública en el siglo XX. Pero ni siquiera el discurso más populista ha levantado la bandera del indigenismo, esto por el alto grado de mestizaje precisamente. Excepto en la Araucanía, el indigenismo no tiene mucho sentido entre nosotros.
Es curioso lo de Valdivia ecuestre, sin riendas. También hay una estatua del conquistador en el Cerro Santa Lucía, en pleno corazón de Santiago, y al pie de este cerro (lado sur) existe una piedra con una inscripción, la que reproduce un fragmento de cierta carta atribuida al mismo Valdivia. Indicios de que al hombre y su obra se los respeta.
Caballero, cuando vengan tus padres a España vas a tener ciertas dificultades para encontrar el libro de Passuth,porque está descatalogado. Yo lo conseguí hace años en una librería de segunda mano. Sin embargo, creo que en Amazon.com lo tienen en formato digital…no sé si lees en ese formato, pero a veces es la única manera de encontrar algunos libros.
Efectivamente,Alexander, el odio visceral que se le tiene a Hernán Cortés creo que tiene mucho de posicionamiento político. De hecho, creo que no fue sino hasta mediados del diecinueve que se empezó a difundir esa imagen.
Eso es cierto Ariodante, aunque México también es un país abierto y cosmopolita que irradia su cultura a toda América Latina, es el país hispano más poblado y tiene un peso considerable en la cultura latinoamericana, además buena parte de su población no es indígena pura sino mestiza, la cultura mexicana toma muchos elementos foráneos por ejemplo creo que el traje de los mariachis viene de las tropas francesas de Napoleón III, durante el trágico reinado de Maximiliano. Además México acogió a muchos exiliados como Trotsky y los republicanos españoles y todos los perseguidos de las dictaduras latinoamericanas de derechas, y bueno quién no ha cantado una ranchera con dos tequilas en la cabeza o quién no ha visto una película de Cantinflas? creo que con todo respeto la imagen que da Caballero de México será un poco de intelectuales de izquierdas resentidos, el México y los mexicanos que conozco son una nación muy muy hospitalaria y amable. Y que viva México¡
¡ Y que viva! Alexander, quizás no me he explicado bien. Yo no entiendo que Caballero haya dado una imagen de intelectual de izquierdas resentido. Al contrario. La imagen de izquierda indigenista la han dado los políticos mexicanos…o una parte de ellos, que ha durado mucho tiempo en el poder. De todas formas, creo que México es un gran país y no podemos juzgar a un pueblo solamente por sus políticos, aunque sean elegidos democráticamente.
Ese mestizaje es precisamente su alma, y yo creo que México es un inmenso país que podrá dar mucho más de sí, a pesar de haber dado ya mucho al mundo. Como dice Rodrigo, no es el mismo caso México que los países más al sur, como Chile o Perú, en cuanto a las leyendas u odios a los primeros conquistadores españoles.
Es una pena que no haya visitado tu país antes, cuando era mas joven y soportaba mejor los largos viajes de avión. Ahora, me temo que tendré que ver documentales y fotos.
A vuela pluma creo que experiencias como la invasión de Napoleón III, la Revolución mexicana y la vecindad de Estados Unidos ha hecho que México sea más nacionalista que otros países latinoamericanos. Para evitar ser absorbido por la cultura estadounidensa ha debido reforzar su cultura, además recordemos que con el Tratado de Guadalupe-Hidalgo México pierde buena parte de su territorio con los «gringos», causa de resentimiento, el general Zachary Taylor llega a Ciudad de México y a los diez o doce años un emperador frencés les impone un emperador austríaco Maximiliano, suficiente para provocar un fuerte nacionalismo, similiar a lo de los polacos con Rusia o al moderno Israel con los árabes o los palestinos con los israelíes o el de Irlanda con Inglaterra.
Cordialmente,
Alexander
En la Casa del libro hay una edición 2015 de la editorial Austral. Parece que ando de suerte, Ariodante.
Una “raza chilena” formada por la coyunda de dos pueblos igualmente altivos, belicosos y valientes… que como rivales se merecían. Wow. Para enmarcar. Muchas gracias, Rodrigo, por tomarte el tiempo de contestar y hacerlo con tan buena mano. Así da gusto seguirle el hilo a los debates que se generan con las reseñas. No puedo decir lo mismo de usted, Alexander. Suele usted buscar la polémica fácil y grosera. Estamos hablando sobre la novela de Isabel Allende, la construcción de la identidad chilena y la relación histórica de los pueblos hispanoamericanos con España y suelta usted un canto de amor por México acusándome de dar una imagen de México de intelectual izquierdista resentido, sin ningún tipo de argumento. Debería tomarse el tiempo de leer despacio y rumiar la información antes de escribir opiniones disparatadas y fuera de contexto. Opina usted sin entender. En su momento hablaremos del mestizaje mejicano, del traje de mariachi o del imperio de Maximiliano de Habsburgo. Hablaremos de la independencia, de Benito Juárez, de don Porfirio y de la cansina e idolatrada revolución (así, con minúsculas). No me hable usted de amor por México con gritos de Viva México y aromas de tequila. Me cansa ese discurso de: ¡Viva México, cabrones! y ¡Cómo México no hay dos! y demás eslóganes patrioteros. Defiendo la construcción de la identidad mejicana desde la reconciliación con sus orígenes indígenas y españoles. Los dos: no puede entenderse el uno sin el otro porque somos una nación mestiza; no una nación de indios vencidos y resentidos como nos han vendido durante demasiado tiempo. Amo el México que podemos ser más que el México que somos.
No puedo estar mas de acuerdo contigo, Caballero. Tienes toda la razón. Yo también pienso en el México que puede ser, que podrá ser, que será. Contando con lo que hay, pero mirando hacia el futuro.
Has tenido suerte, ¡no sabia de esa edición! Yo he encontrado una digital que estoy intentando conseguir en Amazon, porque la edición que yo tengo tiene la letra demasiado pequeña para mis ojos algo cansados.
Pero Caballero, Muy Señor Mio, si lo que somos somos, es decir así son las cosas. Además grosero nunca he sido, y la imagen de México bueno es lo que se da en las películas no?
Ah y me falto la lucha libre¡¡¡¡¡ que me encanta máscara contra máscara y si me gusta el tequila y también el mojito y las rancheras, que hay de malo con eso????le parece grosero de mal gusto???? no sé donde está la grosería.
En cuanto al tema dijo Usted en el Sexto Comentario de esta reseña, lo de su experiencia en una revista mexicana donde no le publicaron y donde una señora era grosera, fue Usted perdone que le recuerde el que introdujo el tema mexicano a estos comentarios.
En fin para pelear se necesitan dos, y repito en ningún momento he sido grosero (es grosero escribir Viva México o Vive la France o God save America? hasta ahora me entero) simplemente México es un país muy nacionalista y en mi último comentario que usted no leyó aventure las causas por las cuales México era una nación muy nacionalista y escribí «a vuelapluma» es decir por encima, porque precisamente sé que el tema de la reseña es Chile y no México.
Y vuelvo y reitero la gente mexicana que he tenido la fortuna de conocer me parecen personas muy amables y para nada xenófobas y además reitero México ha sido una tierra para muchos exiliados políticos latinoamericanos.
Con lo anteriormente escrito espero haber despejado ese malentendido que se extendió sobre los dos y reiterándole que no era mi intención ofenderle y si fue así pido mil disculpas Señor Caballero.
Sin otro particular me es grato comunicarme con Usted y despejar cualquier malentendido,
Cordialmente,
Alexander.
pdta, Espero que como ud lo dice en el futuro debatamos no sólo sobre la revolución mexicana sono sobre la cubana, francesa, inglesa, rusa, china, y etc. así con minúsculas. Como si las mayúsculas o negrillas cambiaran algo
Creo que deberíamos volver al tema chileno, motivo de esta reseña, y zanjar ya el mexicano. Y calmar un poco los ánimos. No creo que la intención de Alexander fuera provocar, Caballero. En fin, aquí se trata de opinar y de modo lo más razonable y amistoso posible.
Tiene ud. razón Ariodante, y volviendo al tema chileno un tema que siempre me ha parecido interesante es el de la etnia mapuche, su territorio La Araucania jamás fue incorporado a la Corona Española, fue incorporado a la República de Chile a finales del siglo xix, constituyendo una de las más grandes formas de resistencia indígena a los poderes occidentales sean éstos la Corona Española o sus sucesor en la zona la República de Chile. Hoy creo que aún tienen litigios con el Estado Chileno no sé si se trata solo del típico litigio de tierras común en toda América desde Canadá a Tierra del Fuego o si además hay motivaciones políticas.
…Y bueno de la Conquista de Chile nos queda La Araucana de Alonso de Ercilla y la guerra civil entre Pizarro y Almagro
Disculpa el retraso en asomar, pero es usted muy amable, Caballero ;). Gracias, también por tus letras, que esperamos poder leer a partir de ahora a menudo por acá.
Acepto sus disculpas, Alexander. Supongo que como dice Ariodante no es su intención provocar sino opinar de un modo razonable y amistoso. Sólo que, a veces, en su pasión por participar se olvida del tema a debate y de los argumentos que lo enriquecen. Nuru, seguiré mandando reseñas sobre novelas históricas… hay que equilibrar a nuestros reseñadores de ensayos. ;)
Señor Caballero y no es por salirme del tema (aunque se que Usted no le guste y me cite a duelo con espadas en la Cripta de los Capuchinos),aunque sí me salgo del tema pero sólo un poquito, no cree usted que las naciones escogen su identidad con base en imaginarios colectivos que no tienen nada que ver con la realidad histórica?
Es decir, los mexicanos se creen descendientes de Moctezuma,
los peruanos de Manco Capac o Tupac Amaru
los argentinos de los barcos,
los estadounidenses de la tripulación del Mayflower, así la mayoría desciendan de las migraciones posteriores a 1880 provenientes en su mayor parte de Italia y Europa Central, además de la gran migración irlandesa de 1848, con motivo de la epidemia de la papa.
Los franceses de los galos
Los australianos de los expresidiarios irlandeses que llegaron en 1798?, así la mayoría desciendan de inmigrantes libres ingleses y escoceses.
Los húngaros de los hunos, y presumen de que en sus venas corre la sangre del gran Atila¡, es decir todos buscamos un origen mitológico basado en reyes o en migraciones heroicas como la del pueblo de Israel en Exodo, siendo así es natural que México se legitime con el recuerdo del Imperio Azteca.
Sí ya se que el tema es la Conquista de Chile y los bravos hijos de Arauco pero sólo el Dios de los ejércitos, Alá sabe cuándo tendrá a bien la Divina Providencia publicar su próxima reseña sobre los Estados Unidos Mexicanos,
Tenía ese tema indigesto en mi pluma,
Sin otro particular me es grato suscribirme de Usted,
Alexander,
Hasta una próxima ocasión, Insallah, o como dicen los cristianos, si Dios quiere…
Soy argentino de tercera generación. Solo por parte de una de mis abuelas (que era mestiza) he recibido sangre de pueblos autóctonos. El resto de mis antepasados llegaron al país a principios del siglo pasado. Todos de España.
Hecha la introducción voy al nudo. Me cuesta mucho escuchar en los tiempos que corren, desde los gobernantes hasta los docentes. La reivindicación de los pueblos originarios, pero no sin dejar de denostar al invasor español.
Me da un poco de verguenza ajena escuchar a alguien de apellido Fernandez, López o Pérez; rubio y de ojos azules expresarse de esa manera.
Me parece de una hipocrcía muy grande, pero es lo «políticamente correcto» en este momento que se intenta construir una «identidad Latinoaméricana»
Alexander, el tema que planteas ( disculpa que te tutee, en España estamos muy habituados a eso) es muy interesante, pero quizás desconozcas que ligado a esta página hay un foro ( el enlace está arriba, a la derecha, en Secciones Destacadas) en el que se admiten variadosisimos temas, principalmente ligados a la Historia aunque ya se han abierto otros hilos donde charlar de otras cosas como el cine, la música etc… Y quizás ese fuera el sitio ideal para que iniciásemos una charla sobre lo que planteas, y participase mas público, para no hacer de esto una discusión de tres o cuatro personas solo. Ahora no tengo tiempo de entrar en ello, pero me gustaría decir algunas cosas luego sobre lo que planteas, porque no vas demasiado descaminado pero hay otros ángulos desde donde se puede ver también.
Dominus, bienvenido a esta charla. Te digo lo mismo que a Alexander. Y comparto tu critica a la corrección política.
Dominus total de acuerdo con usted, yo nunca he podido entender el indigenismo de los criollos en América Latina, mucho menos en Argentina y Uruguay donde al menos en la ciudad de Montevideo o Santa María del Buen Aire o Buenos Aires buena parte de la población viene de Italia, o inclusive del antiguo Imperio Austro-húngaro especialmente las comunidades hebreas de Galitzia hoy Polonia o las migraciones de armenios y cristianos libaneses del Imperio Otomano. Entiendo la reivindicación de las comunidades indígenas y aquí Señora Ariodante volvemos a enlazar con el tema chileno, especialmente los patagones de República Argentina y los mapuches DE…..CHILE. (es que todo está muy relacionado), los cuales según lo que levemente recuerdo tienen reivindicaciones políticas. Ah bueno y siguiendo con el hilo de la conquista occidental de la América Meridional, no olvidemos la guerra del Desierto dirigido por el general Roca en la Patagonia argentina y…chilena creo, esto en el siglo xix, y es que la conquista siguió solo que ya no eran los conquistadores ibéricos sino sus descendientes en América Meridional criollos y mestizos, es decir el tema de Inés del alma mía la conquista de Chile sigue……..aún día, hoy en estos momentos, porque la historia no duerme ni descansa ni se detiene en ningún punto cósmico, al estilo del Aleph,
Cordialmente,
Alexander
Pues sí, el tema planteado por Alexander es interesantísimo y no estaría nada mal que se abriera un chat de debate en el que pudiéramos participar y opinar más de tres o cuatro.
Señor Caballero y es que la Conquista aún sigue…no solo en la Patagonia argentina y chilena, amén de la disputa por el canal de Beagle en los ochentas, sino en la Amazonía donde todos los años los colonos mestizos de cultura occidental expulsan de sus tierras a los pueblos originarios, la deforestación de la Amazonía va de la mano con la limpieza étnica de los pueblos amerindios, recordemos La Casa Arana que en las caucheras de la Amazonía peruana, colombiana y brasileña esclavizaban a los indígenas a finales del siglo xix y comienzos del xx¡ tema de la novela La Vorágine del novelista colombiano José Eustasio Rivera, y para enlazar con el tema de la Conquista yo creo que a veces el tema de la conquista es usado como un sofisma de destrucción para echarle la culpa de todo a los conquistadores ibéricos del siglo xvi, y olvidarnos de NUESTRAS propias culpas hacia los pueblos originarios con el despojo continuo, es más Señor Caballero los indígenas han sido mas expropiados y vejados desde la Independencia de la Corona, que antes (excepto el caso aberrante del Potosí) solo que es cómodo echarle la culpa de todo a los ibéricos del siglo xvi.
Es más la Corona evangelizaba en quechua, aymara, chibcha, en cambio las Repúblicas hispanoamericanas imponían el castellano a los pueblos originarios.
Sin otro particular, y agradeciendo a la Divina Providencia, que por fín podamos tocar temas de la América Meridional,
Alexander
Estimados contertulios, acabo de abrir un hilo en el Foro de Hislibris para que sigan (si lo desean) la conversación sobre el tema o hablen de lo que quieran más, en este enlace:
https://www.hislibris.com/foro-new/viewtopic.php?p=335886#335886
Les recuerdo a los que no hayan entrado nunca en el Foro, que han de registrarse. Un procedimiento breve y sencillo.
Ariodante, necesito tu orientación. ¿Cómo puedo hacer para participar en el foro? Puedo leer lo que escriben pero no encuentro el modo.
Entras en el foro y vas a registro (está en la parte de arriba, si no me equivoco, donde pone perfil). Sigues las instrucciones, y una vez registrado ya puedes intervenir. Para intervenir, le das a post reply y se te abre una ventana donde puedes escribir.
Si no lo he explicado bien, Javi, por favor, explícaselo tú.
Te explicaste muy bien. Ariodante. Parece que después de mucho intentarlo lo logré. :)
Tu reseña hizo que sintiera ganas de desempolvar el libro que tengo desde hace como 3 años guardado. He leído varios libros de I.Allende pero llegó un momento en que me cansé de su narrativa y este libro lo guardé sin hojearlo.
Últimamente los libros románticos y chick list me tienen algo cansada (pero son tan fáciles de leer…)
Creo que me entraron ganas de leer Inés del Alma mía…
Saludos.
Creo que es un libro que merece la pena, Solita. No el mejor de Isabel Allende pero, sin duda, una novela histórica escrita con muy buena intención y mucha documentación. Mantuvo mi interés de principio a fin aunque al final se le notan un poco las prisas por terminarlo. Lo único que cambiaría de mi reseña, después de las pláticas con Rodrigo, es que el planteamiento de reconciliación con la identidad española no es tan original como creía. Parece que en Chile nunca tuvieron ese conflicto.
A mi, me parece una muy entretenida historia. Apacionada, muy bien detallada, narrada para que imagines y te entuciasmes más mediante vas leyendo su contenido.