LA BARRACA – Vicente Blasco Ibáñez

Unas tierras abandonadas desde hace años, como consecuencia de unos hechos sangrientos que marcaron aquella zona de cultivos, barracas y pobres gentes valencianas, protagonizan esta novela de Vicente Blasco Ibáñez publicada en 1898.  Cuando, de repente un día, aparece por los caminos, una familia que dirige sus pasos a aquellas tierras ahora yermas, sentimientos de rabia, venganza y superstición afloran entre sus vecinos y muestran todo el odio provocado por la dureza de aquellos campos, la avaricia de sus arrendatarios y la pobreza de unas gentes destinadas a sufrir una vida de miseria e infortunio. El novelista valenciano, republicano de pro y especialmente crítico con las grandes élites y aristocracias latifundistas del país, realiza un duro ataque contra quienes en su situación económica de privilegio se aprovecharon durante gran parte del siglo XIX de quienes luchaban día a día por sacar fruto y comida a unas tierras que exigían al agricultor, todas las horas del día y sacrificio sin límite, para conseguir cuatro duros, pagar al propietario y quedarse con lo mínimo para comer y repetir aquella rutina año a año. Daba igual si la temporada traía sequía o enfermedades. La renta había que pagarla igual, más allá de las penurias que sufriera el arrendatario. Con este poso real y cruel de aquella España, Don Vicente nos presenta aquella realidad del paisaje de sus queridas tierras valencianas, llenas de costumbres y carácter que identifican a aquella zona del levante español.

Estamos, sin duda alguna, ante una novela eminentemente valenciana. No solo traslada al lector las costumbres tan propias de aquella región, sino que, además, el autor nos presenta una forma de ser enmarcada en las reacciones y querencias de aquellos hombres y mujeres llenos de resquemor y memoria, aliñados con un tanto de superstición y mucho de pobreza añadida. En este caso, la envidia, característica tan humana, mezclada con ciertos valores enmascarados entre la amistad y el odio al amo, se fusionan con la presencia del extraño, el que llega de otras tierras y busca un nuevo hogar donde echar raíces. El odio renace ante el desconocido que, no solo viene de Dios sabe donde, sino que además, para más inri, busca salir adelante a base de trabajo y esfuerzo, mientras otros, sus vecinos, llevan años intentando sobrevivir en aquellas duras tierras baldías y dependientes del agua escasa que se reparte por voluntad humana.  Esa fobia al extranjero, se potencia en esta terrible historia de odios y envidias, en una época y un entorno tan fértil y propicio a sacar lo peor de las personas.

Además, el escritor valenciano, aprovechando que nos cuenta esta terrible historia, nos presenta una serie de tradiciones propias de la Valencia rural y tradicional del siglo XIX. Entre los dimes y diretes de la trama principal, Blasco Ibáñez nos adentra en algunas de las tradiciones de la zona que enriquecen, en gran manera, su ya notable literatura y experiencia narrativa, rica en matices, sentimientos y buen hacer. Me refiero a aquel capítulo en el que se presenta al lector el hacer del Tribunal de las Aguas de Valencia, tan lleno de costumbre y tradición, tan propio y único en aquellas tierras. También describe maravillosamente bien la realidad de los mercados de animales que se situaban en las afueras de Valencia, donde se ponían a la venta, buenos y malos animales de labranza y monta, para quienes buscaban la diferencia, dentro de sus complejas economías, con la que afrontar la búsqueda del fruto de aquella tierra a veces tan ingrata pero también prometedora y rica. Y resulta impactante también, la no menos interesante narración que realiza de la durísima tradición existente alrededor de la muerte, el funeral y el dolor del ser querido.

Todos estos enfoques completan una novela costumbrista, enmarcada en el campo valenciano, absolutamente crítica con una realidad social terrible y con la presencia del ser humano pendenciero, envidioso, cruel y egoísta, argumentos potenciados por la profunda superstición de un pueblo pobre, inculto e iletrado. Don Vicente se suma a esos escritores de su generación que asumen en sus libros, una misión por mostrar la oscura realidad de una época que marcó un país y una realidad que, desgraciadamente, sigue formando parte de la idiosincrasia del valenciano, y cómo no del español de hoy en día. Un libro indispensable en su lectura y del que hay que sacar más de una enseñanza.

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Vicente Blasco Ibáñez, La barraca, edición de José Más y María Teresa Mateu. Madrid, Ediciones Cátedra, 2006, 232 páginas.

     

6 comentarios en “LA BARRACA – Vicente Blasco Ibáñez

  1. Farsalia dice:

    Me encanta que en la Papri haya espacio para novelas clásicas…

    1. Iñigo dice:

      En eso estamos, amigo…

  2. cavilius dice:

    Vi la serie siendo niño cuando la dieron por la tele, hará más de 4 décadas, y me impactó. Y la novela hace tiempo que la quiero leer.

    1. Iñigo dice:

      Creo que tenía 2 rombos. Yo no la ví… no me dejaban.

  3. Rosalía de Bringas dice:

    Enhorabuena por la reseña y, especialmente, por recordar al maestro valenciano…
    Una gran lectura para el verano!

    1. Iñigo dice:

      Uno de los escritores preferidos de la época. No se merecen. Gracias a ti

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