LA CABALLERÍA: LA VIDA CABALLERESCA EN LA EDAD MEDIA – Martin Keen

LA CABALLERÍA: LA VIDA CABALLERESCA EN LA EDAD MEDIA - Martin Keen«¡Amor a las damas! ¡Lanzas hechas astillas! ¡Adelante, gallardos caballeros, bellísimos ojos contemplan vuestras proezas! ¡Largueza, largueza, galantes caballeros!» (Ivanhoe. Walter Scott)

Empieza este interesante ensayo por la búsqueda del significado de la palabra «caballería». Aunque todo el mundo ya tiene una imagen de lo que es un caballero, gracias entre otras cosas a novelas como la que acabo de citar, veamos qué opinaban en los albores del siglo XII:

«Oíd sus cualidades: es noble, cortés, educado, franco, de buena familia, y de bellas palabras, diestro cazando en bosques y riberas, lo sabe todo del ajedrez, las tablas, los dados y toda clase de juegos. Nunca negó su riqueza a nadie, sino que todos tuvieron de él lo que quisieron. Nunca demoró en hacer actos honrosos. Amó intensamente a Dios y a la Trinidad […] Siempre fue amado como buen caballero, honrando a los pobres y a los humildes, y juzgando a cada uno según lo que vale.»

Utilizando como fuentes las novelas corteses de aquella época, documentos eclesiásticos y otras obras didácticas en lengua vulgar, por ejemplo los tratados de caballería, el autor intenta buscar un modelo válido para discernir qué significó en otro tiempo la caballería. Para concluir, al inicio del primer capítulo, que en realidad la caballería es un ethos, unos valores; la caballería es un modo de vida. En este modo de vida aparecen tres grupos de elementos comunes e inmutables: el elemento militar, el elemento social, y el elemento literario. El autor estudia de manera pormenorizada todos ellos a través de los temas objeto de cada capítulo, desmenuzándolos y buscando su origen y su interrelación, así como su evolución a lo largo de los siglos en que los caballeros pisoteaban el suelo de la futura Europa. Aprovecho estos tres elementos para tratar de dar una visión general de la obra que nos ocupa.

«Habiéndome hecho ella don de su amor, sabré lanzarme en esta pelea a vida o muerte. Mi amiga me infunde coraje. Amor me ha dado cuatro brazos. Amor vuelve valientes a los hombres. Amor los convierte en diestros en un instante». (Libro d’Eneas)

En lo que se refiere al elemento literario, uno de los mejores capítulos de este libro, en mi modesta opinión, es el dedicado a la Mitología Histórica de la Caballería, que puede dar una idea aproximada del estilo de este ensayo. El autor remarca la incidencia en el nacimiento del ideal caballeresco de la literatura heroica, a través de las traducciones a lengua vulgar de los clásicos y también de la Biblia, en especial los libros del Antiguo Testamento. La influencia monástica fue indispensable, pues participó de la generación de esta mitología no sólo por su labor traductora, sino también por medio de la educación de la nobleza, tarea que solía ser de su incumbencia. Decían los tratados de caballería que hay tres materias que todos los hombres deben conocer: la materia de Francia, la materia de Bretaña, y la materia de Roma la Grande. Esto es: los romances franceses, centrados en héroes como Roldan, Ogier o Carlomagno. Toda la mitología Artúrica, que se nutría de tradiciones celtas y teutonas. Y el conocimiento del mundo clásico, que descubrió a personajes como Alejandro, Escipión o Aníbal, pero también a Homero y su guerra de Troya, Eneas y la mitología clásica en general, que llegó a ser considerada como una cantera de ejemplos de caballería.

La influencia literaria incluso tuvo su incidencia en el devenir de las Cruzadas. Los promotores de las cruzadas para liberar los Santos Lugares no desconocían que la religión no era el acicate de los caballeros: la conquista de la gloria era su principal atractivo. Pero también lo era la obtención de riquezas, o el conocer aquellos territorios que creían que habían hollado los pies de Alejandro, Héctor o las legiones de Roma. En Oriente los caballeros encontraron la huella de la gloria de un pasado clásico, además de lujos, riqueza y exotismo.

En las antiguas leyendas célticas y clásicas la mujer tenía un papel importante. Esto sirvió de trampolín para la generalización de la poesía amorosa de los trovadores, y su idea del amor como una fuerza que incita al hombre a probarse a sí mismo, a demostrar su mérito a su dama. Se trata de una relación recíproca: el caballero realiza asombrosas hazañas motivado por el amor, y es a su vez amado por sus grandes proezas. Las grandes cortes señoriales de la Francia del siglo XII se convirtieron en centros literarios, desde los cuales se extendió la poesía trovadoresca, los cantares de gesta y las primeras novelas artúricas, y con ellos los incipientes valores e ideales caballerescos. En este sentido, se asocia siempre la caballería a la erudición. La mayoría de los asistentes a estas reuniones literarias, que además solían ser motivo de celebración de torneos y justas, eran personas cultas e instruidas. Debe desterrarse, por tanto, la idea del caballero como un rudo pero ignorante guerrero.

«Suenan las trompetas
contesta el contrario
al bronco desafío,
al cielo llega el clamor guerrero;
Las viseras están cerradas y a punto las lanzas
erguido el penacho de la cimera.»

(Palamón y Arcites)

Con respecto al elemento militar, hay un sinfín de aspectos a tener en cuenta: los avances técnicos que dieron lugar a la figura de los guerreros armados a caballo (como el estribo) y la denominada carga franca, la importancia de la caballería en el desarrollo de las guerras, o la influencia de las guerras en la caballería. Y si hablamos de caballeros, no puede faltar el estudio de torneos y justas (que no son lo mismo). Es muy interesante la evolución de los torneos y la tradición caballeresca, desde su nacimiento como durísimo entrenamiento para la vida militar, cuando no existían instrucción ni ejércitos propiamente dichos, hasta los rebuscados pero pacíficos espectáculos de finales del siglo XV, con sus pasos de armas y sus votos. El aspecto militar también es visible en el estudio de la figura del heraldo y de la ciencia de la heráldica, vinculados al orgullo de nacimiento y posición social. Por supuesto, no faltan en este libro capítulos específicos dedicados a la ceremonia de armar caballero, la vinculación de las armas con el honor y la nobleza, o al análisis de las famosas órdenes de caballería, desde su aparición como asociaciones o cofradías de caballeros, cuya finalidad originaria consistía en servir de instrumento a la nobleza para sostener su independencia territorial y sus privilegios (aunque acabaron siendo fundadas por reyes y monarcas) hasta su conversión en sociedades selectas y exclusivas de variopintos fines.

«Los reyes no pueden ennoblecerte -¡tú, alma buena y generosa!- porque Aquel que está por encima de los reyes lo ha hecho ya. Pero un rey puede confirmar tu nobleza ante los hombres.» «Sabed todos, damas, lores y caballeros, que éste es mi fiel y bien amado servidor, que interpuso su buena espada y salvó a su príncipe del daño corporal y posiblemente de la muerte; y por eso es caballero por nombramiento del rey.»(El príncipe y el mendigo. Mark Twain)

El elemento social es el más complejo, al menos para mí, porque además es inseparable de los otros. Constantemente los aspectos señalados (militar, literario, social) se entremezclan y resulta difícil por ello no reiterar constantemente ideas ya apuntadas. Esto se percibe con más claridad cada vez que se aborda el asunto del honor y la gloria a lo largo del libro. La caballería era un honor individual, que inicialmente estaba vinculado a la virtud y a unos orígenes mínimamente respetables; igual que se ganaba, también se podía perder. Pero el linaje no necesariamente llevaba aparejada la concesión de la caballería. De hecho, este honor estaba vedado habitualmente a la baja nobleza por razones derivadas de las importantes cargas económicas que conllevaba. Pero también de daban excepciones: otorgar la caballería por concesión del señor feudal, posteriormente del rey, a través del denominado «espaldarazo», en virtud de un especial servicio, habitualmente militar. Sin embargo, frente a lo que nos muestran con frecuencia las películas, el espaldarazo no formaba parte de la ceremonia de armar un caballero. La preocupación por los simbolismos, los procedimientos, el rito son básicas en la vida caballeresca, y es uno de los asuntos que recurrentemente se citan. La prioridad y los honores eran tan importantes como lo era la riqueza. De ahí la compleja liturgia de la caballería.

El ensayo finaliza con una conclusión en la que se apuntan algunas ideas sobre la evolución (que no decadencia) de la caballería en las postrimerías de la Edad Media, así como aquellos elementos que incidieron finalmente en la desaparición de esta manera de vivir. La creación de ejércitos sometidos al único mandato del rey y no leales a un señor feudal, la ampliación de la infantería y la aparición de la artillería supusieron un mazazo al aspecto militar de la caballería. La crisis económica vetó el acceso a la caballería a gran parte de los aspirantes por no poder sostener el estilo de vida del caballero, y así se impuso el servicio de la armas como una salida profesional, generándose la identificación entre los caballeros y la incipiente oficialidad militar, difuminando las líneas entre nobleza y caballería. Pero, como señala Keen, «la concepción del honor, y de todos los elementos que se relacionaban con la nobleza caballeresca: el dominio del arte de la equitación y de la espada, el valor, la generosidad y la cortesía… esas atribuciones se mantuvieron en la sociedad occidental hasta bien entrado el siglo XX.»

A este libro sólo le puedo poner (osada de mí) un pequeño «pero»: que en determinados momentos, afortunadamente pocos, la exposición, por pormenorizada, se vuelve confusa. Son tantas las cosas que hay que contar, tantas las fuentes, las ideas, los ejemplos, las interrelaciones, que en ocasiones se pierde lo principal en favor de lo accesorio. Sin embargo estas divagaciones no impiden que haya disfrutado enormemente de la lectura, como cuando uno pasea sin rumbo, porque en este caso lo importante no es el destino, sino el vagar.

Maurice Keen, nacido en 1933, está reconocido como uno de los más reputados medievalistas británicos. Es profesor emérito de Oxford, en donde fue profesor de Historia Medieval. Existe una edición en español de su famosa obra The laws of war in the late Middle Ages, traducida aquí por Historia de la guerra en la Edad Media. Su libro La caballería fue galardonado con el Premio Wolfson de Historia en 1984.

Datos técnicos
EDITORIAL ARIEL HISTÓRICA, 2010
ISBN: 9788434434950
426 páginas

[tags]Caballería, vida, caballeresca, edad, media, Martin Keen[/tags]


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7 comentarios en “LA CABALLERÍA: LA VIDA CABALLERESCA EN LA EDAD MEDIA – Martin Keen

  1. Vorimir dice:

    Le eché el ojo cuando vi que iba a publicarse, y ahora Valeria me deja pocas dudas. Me haré con él en cuanto pueda, pq estoy seguro me encantará.

    Gracias por la estupenda reseña, Valeria.

  2. Valeria dice:

    A mandar.
    Yo tengo que darle las gracias a Nuru por esta divina, preciosísima cabecera. Una hermosura.

  3. Espero que caiga en mis manos un día de estos, porque hojeado tiene una pinta estupenda. Y además la reseña valeriense anima a ello…

  4. Akawi dice:

    En esta reseña nuestra amiga Valeria se ha superado, si eso era ya posible, maravillosa explicación de un libro que deduzco te ha gustado y como tal nos lo cuentas.
    Valeria, tienes la facilidad de contar las cosas con tanta argumentación y tanta armonía que siempre resultan reseñas muy interesantes, quizas hasta más que el propio libro, jejeje…
    Con estos datos no tendré más remedio que leerlo. Además siempre acierto al comprar libros que aconsejáis.
    Gracias galleguiña de mi corazón.

  5. Clodoveo11 dice:

    Enhorabuena por la reseña. Es un libro que presumo puede ser interesante (sobre todo porque el libro de Keen sobre la guerra lo es y mucho) pero del que me retrae el hecho de saber si de una vez por todas aclara la existencia real de la caballería tal y como excelentemente cuentas: es decir, ¿existieron realmente caballeros adornados de tan excelentes virtudes? ¿O se reduce la caballería a un orden teórico e idealizado que nunca llegó a concretarse? Se habla de personajes como Ricardo Corazón de León o Federico Barbarroja como caballeros, o los franceses que cayeron en Azincourt y Crecy, y sin embargo por sus características personales (respeto a la mujer y al enemigo, códigos de honor, generosidad, etc) tenían de caballero lo que yo de arzobispo de Calahorra; cosa por otro lado nada extraña en el contexto brutal en que se movían y debían sobrevivir. Por eso me pregunto si fue posible la existencia real de la caballería en estas condiciones o si en realidad se reduce a un constructo romántico que no pasó del ámbito de la leyenda. ¿Aclara el libro algo en este sentido o se limita a recopilar la leyenda caballeresca sin enmarcarla en una realidad concreta?

    Gracias y saludos.

  6. Valeria dice:

    Akawi, muchas gracias. Pero contén tu fraternal entusiasmo, que si luego el libro te parece un muermo me perseguirás en mis pesadillas para atormentarme :-)

    Clodoveo, el libro estudia La Caballería como una especie de orden espiritual, como un «deber ser» que se extendió por Europa gracias a la trova medieval y que caló muy hondo en el espíritu de la época, tanto que algunos de sus elementos se conservaron a través del tiempo como algo a lo que éra buena aspirar. Por eso se habla del ideal de la caballería. Se estudia el por qué de la leyenda caballeresca, y se enmarca en la realidad política, social, cultural y militar de la época en la que surgió, y cómo se desarrolló, y como se transformó o devaluó. Esporádicamente se citan nombres y hechos de caballeros que se acercaban a esta idealización del guerrero cortés, y cuys hechos fueron reconocidos entonces, pero entiendo que no era prioritario para el autor certificar la existencia de auténticos caballeros. Debemos contar también con que las fuentes, además de pocas, estaban todas mediatizadas por la literatura medieval caballeresca. Y su concepto del honor era un concepto de honor muy clasista y particular: un campesino muy educado no sería jamás un caballero, ni siquiera aunque fuese hijo del señor feudal si su madre era una campesina. Igual que un gentleman del siglo XIX se podía tener por caballero (en su acepción moderna) y eso no significaba que no insultase al cochero, no patease a los pedigüeños de la calle o no le pusiersa los cuernos a su esposa.

    Puedo equivocarme, porque ya hace un tiempo de esta lectura y además no tengo el libro a mano, pero no recuerdo que se cite a Ricardo Corazón de León ni a Barbarroja en el libro como ejemplos del buen caballero. Los ejemplos eran otros: Roldán, el Cid, Ogier…

    No obstante, le echaré de nuevo un vistazo y trataré de comprobar esto.

  7. Clodoveo11 dice:

    Gracias de nuevo por las aclaraciones, Valeria. Los ejemplos que cité no se referían concretamente al libro, que no he leído, sino a personajes célebres que se plantean en general como modelos al hablar de la caballería. Con lo que has comentado se percibe exactamente el tono del libro.

    Saludos

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