LA CONQUISTA DEL POLO NORTE – Fergus Fleming

«El descubrimiento del Polo Norte representa la victoria inevitable del valor, la persistencia, la capacidad de aguante, sobre todos los obstáculos. En el descubrimiento del Polo Norte están escritos los capítulos de la última de las grandes historias geográficas del hemisferio occidental, que empezó con el descubrimiento del Nuevo Mundo por Colón». Robert E. Peary, explorador del Ártico

Epopeya de la voluntad y la resistencia física, paradigma de las grandes exploraciones, la denodada empresa de alcanzar los 90° de latitud norte, en la segunda mitad del siglo XIX e inicios del siglo XX, es materia de la espléndida relación escrita por el periodista británico Fergus Fleming (n. 1959), autor de varias obras sobre exploradores y sus hazañas. La conquista del Polo Norte (Ninety Degrees North, 2002) es una historia de sonados éxitos y de rotundos fracasos, de heroísmo pero también de muy humanos tropiezos, en que lo admirable y lo emotivo alternan casi sin pausa con lo sórdido y lo espantable. Es la historia de una gran aventura en el más implacable de los entornos, en que la relativa precariedad de medios debía superarse a punta de tenacidad y en que la imprevisión o la incompetencia solían pagarse con la muerte.

Paraje extremo e inaccesible por siglos, la zona ártica alimentaba disparatadas fantasías y alocadas conjeturas, algunas de ellas –ya en la era de la Razón- revestidas de empaque científico. Todavía en el último cuarto del siglo XIX el Polo Norte inspiraba teorías en las que alentaban efluvios de los mitos arcádicos, remanentes de la época anterior a la modernidad: no faltaba quien pensaba –y lo exponía en forma de libro- que el polo revelaría a sus descubridores una entrada a una región interior del planeta, perfecta e ideal, suerte de Jardín del Edén que exhalaba una pureza que se materializaba en la aurora boreal. Ya directamente en materia, fue la desaparición de la partida del capitán John Franklin, en 1845, lo que gatilló la fiebre del Polo Norte. Docenas de barcos partieron en su búsqueda en los años siguientes, y muy pronto el desconocimiento de los 90° de latitud norte adquirió rango de máximo acicate para espíritus osados y ambiciosos. Ser los primeros en llegar a tan ansiada meta dio lugar a una de las grandes carreras del siglo, y es que pocos motivos podían ser más auspiciosos para el orgullo nacional, la expansión del conocimiento científico y la publicidad capaz de multiplicar las ventas de los periódicos (en efecto, los propietarios de ciertos periódicos se contaron entre los mayores patrocinadores de travesías polares, y también se multiplicaron los «Stanleys» que iban en busca de exploradores perdidos en las desolaciones árticas). Por no hablar, claro está, de la vanidad de los exploradores. Los intrépidos individuos que se atrevían a desafiar las condiciones extremas del Ártico apenas tenían necesidad de escudarse en la ciencia, aunque los reconocimientos otorgados por instituciones científicas eran calurosamente recibidos por ellos; bien lo dice nuestro autor: «Como en realidad sabía todo el mundo, y como la prensa no titubeaba en decir, la exploración del Ártico era un asunto de pura ambición».

Exhaustivamente documentada y bien escrita, la narración traza los antecedentes necesarios y se adentra pronto en su tema con la expedición de Elisha Kent Kane (1820-1857), cuyo objetivo primero era la búsqueda de Franklin y sus hombres, sin despreciar la eventual conquista del Polo Norte (la historia del desastre de Franklin es narrada por Fleming en un libro anterior, Barrow y sus hombres, edición en castellano por National Geographic, Barcelona, 2005; no he leído este libro). Culmina con la travesía aérea liderada por Roald Amundsen, célebre conquistador del Polo Sur, Lincoln Ellsworth y Umberto Nobile, quienes a bordo del dirigible Norge sobrevolaron el Polo Norte en 1926 y fueron los primeros de quienes se puede asegurar sin vacilaciones que arribaron a dicha meta.

El lector encontrará en este libro toda clase de exploradores, desde un «cruzado polar» como el muy piadoso Charles Francis Hall (1821-1871), quien súbitamente vendió el periodicucho que dirigía en Cincinnati, Ohio, para convertirse en improvisado explorador, sin más bagaje que la inspiración divina de la que se creía imbuido; desde un vástago de la aristocracia europea, Luigi Amadeo Giuseppe de Saboya-Aosta (1873–1933), duque de los Abruzos y primo del rey de Italia, cuyo alojamiento provisorio en el Ártico requería de algo más digno que un miserable iglú o una modesta cabaña de madera, haciéndose construir un pabellón principesco –literalmente- a modo de campamento; hasta un prodigio de ambición y arrogancia como Robert Edwin Peary (1856–1920), quien se proclamó primer hombre en llegar al Polo Norte (en 1909, logro desmentido posteriormente) y es descrito por Fleming como «el más obstinado, posiblemente el más exitoso y probablemente el más desagradable de los hombres que aparecen en los anales de la exploración del polo».

Nota destacable de las exploraciones del Ártico en el siglo XIX es que, como enfatiza Fleming, sus patrocinadores y participantes se negaban a aprender las lecciones del pasado. Había constancia de que el escorbuto podía prevenirse gracias al consumo de verduras y carne fresca, no obstante lo cual algunas expediciones se empecinaban en colmar sus bodegas con provisiones saladas. Se sucedían las exploraciones en pos de un mar Polar abierto que, según todos los indicios, no existía. Se sabía que los buques pequeños y los trineos tirados por perros eran los vehículos de transporte más eficaces, pero se insistía en usar buques grandes y trineos tirados por hombres. En fin, sostiene nuestro autor, «donde saltaba a la vista que la mejor forma de alcanzar un objetivo era viajar por tierra, en vez de ello se mandaban barcos». Era también una manifestación del racismo de la época la renuencia a admitir que una clave para sobrevivir en el Ártico era adoptar la dieta y la indumentaria de los inuit o esquimales, cosa que fácilmente podía deducirse de los diarios de los exploradores árticos –leídos con avidez por quienes aspiraban a incorporarse al gremio-.

La conquista del Polo Norte selló una época de desafíos descomunales a la imaginación y la capacidad de los hombres, de proezas heroicas y de pesquisas quiméricas. De alguna manera, las riñas entre competidores, las patrañas de algunos inescrupulosos (el doctor Frederick Cook, sobre todo, puesto en evidencia como un farsante que había inventado su llegada al Polo Norte, pero también el mismo Peary, quien al parecer creía sinceramente haber arribado a la meta pero rellenó sus informes de exploración con datos falsos); las muertes por inanición, escorbuto, congelamiento, accidentes diversos, incluso episodios escabrosos de asesinato y canibalismo: detalles sórdidos más y menos, entran en la cuenta del romanticismo sombrío de una era. El final fue un tanto decepcionante, pues nada de particular había en los 90° septentrionales. No había un mar polar abierto, ni tierra firme, ni una entrada al paraíso soñado:

«En términos imperiales y comerciales, el Polo Norte no tenía ningún valor. Desde el punto de vista científico, su descubrimiento no trajo ningún beneficio inmediato al género humano. Nada se había encontrado en él, salvo el mismo hielo con el que los exploradores habían batallado durante centenares de años, y poco se había demostrado, excepto la capacidad de los seres humanos para llegar a una serie de coordenadas que ellos mismos habían inventado» (p. 449).

– Fergus Fleming, La conquista del Polo Norte. Tusquets, Barcelona, 2007. 508 pp.

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38 comentarios en “LA CONQUISTA DEL POLO NORTE – Fergus Fleming

  1. ARIODANTE dice:

    Vaya, Rodri, ¡Has cambiado completamente de tercio! Me parece un libro muy atractivo. Me gusta mucho leer sobre las exploraciones y justamente me falta por leer las de ambos polos. Bueno, me faltan bastantes más, pero es que las de los polos son importantes. Pero 500 págs. de Polo ¿no se hace un poco demasiado gélido? ¿Agotador, quizás? ¿O es de lectura fácil?

  2. juanrio dice:

    He terminado de leer hace poco tiempo «Amundsen-Scott, duelo en la Antartida» de Javier Cacho, una maravilla de libro sobre la conquista del polo sur, pero que también nos habla de la del norte. Me apunto la referencia, Rodrigo, la exploracion polar es uno de mis temas favoritos, así como el de la expedición de Franklin

    1. Javi_LR dice:

      Yo, de hecho, estoy en plena lectura de ese libro de Javier Cacho, una gran recomendación de Juanriver que a su vez me permito recomendar. Uno, si se lo cuentan bien, no se cansa de leer estos hechos, por mucho que los conozca.

  3. Rodrigo dice:

    “Si se lo cuentan bien…”

    Eso sí que es dar en el blanco. A propósito de esto, Ario, el libro se me hizo al comienzo un tanto prolijo, bien narrado pero de lectura un poco pesada por lo que llegué a considerar excesivo detallismo o atención a los pormenores de cada expedición (y eso que me gustan los libros sobre exploraciones). Después de darle largas por unas semanas lo retomé y la cosa fue distinta, todo fluidez y ganas de que la lectura no acabase nunca. Al final el libro me encantó. Un punto a su favor es que Fleming transmite muy bien la nota heroica del asunto pero sin llegar a perder de vista la escala humana, por tanto vulnerable y mezquina a ratos, de los protagonistas.

    Tomo nota de vuestra recomendación, Juanrio, Javi. Fijo que me compro el libro de Javier Cacho si llego a verlo por acá.

  4. ARIODANTE dice:

    ¡Ay, contar bien, contar bien! Cuántas cosas se pueden contar si se cuentan bien y cuántas cosas nos cuentan que podrían haber sido preciosas si las contasen de otro modo. Lo cierto es que a veces, temas increíblemente interesantes son machacados por una mala manera de contar.Pero me estoy poniendo demasiado filosófica, mejor me voy a dormir.

  5. Rodrigo dice:

    Igual tienes toda la razón del mundo, Ario.

    Una aclaración. El Barrow del título referido (Barrow y sus hombres) es Sir John Barrow, quien desde su cargo de segundo secretario del Almirantazgo británico, entre 1804 y 1845, fue el principal promotor de las expediciones británicas del Ártico. Uno de sus hombres fue justamente John Franklin, el de la famosa expedición desaparecida.

    Hablando de Franklin: me he hecho con la novela de Simmons, El Terror; reseñada hace poco por un compañero y muy elogiada por la peña hislibreña.

  6. Nausícaa dice:

    Creo firmemente que Ario tiene toda la razón. Todo depende de como nos lo cuenten. Y eso en la historia influye muchísimo.

    Sobre El Terror, la disfrutarás, seguro

  7. Valeria dice:

    Pues yo también tengo El Terror en la pila.
    Y por cierto, a veces pienso, cuando se se comentan libros de exploraciones y de aventuras, que uno de los atractivos del limes , de lo desconocido, de las fronteras, cualesquiera que éstas sean, es el de tratar de recuperar de nuevo aquello que sentíamos cuando leíamos de niños a Julio Verne.

  8. José Sebastián dice:

    Enhorabuena Rodrigo por tu reseña. Desde luego es que, como decimos aquí, «tocas todos los palos».

    A mí esta temática se me escapa pero me parece muy interesante. Recuerdo con nostalgia la visita, en el verano de 2006, al museo de la nave polar FRAM en Oslo. Altamente recomendable para cualquier aficionado a esta temática. Además, justo al lado está el museo KON-TIKI (otra expedición mítica) y el museo vikingo.

    Saludos a todos, Hislibreños

  9. Lucía dice:

    Yo estoy leyendo ahora El terror y está francamente bien. Este que reseñas, Rodrigo,
    lo voy a comprar para mi esposo que es muy aficionado al tema de las exploraciones, yo supongo que lo leeré dentro del un tiempo, cuando se me pase el frío que estoy
    pasando con El terror.

  10. Darklyes dice:

    ¡Hombre! !Qué interesante!

    Muy buena reseña Rodrigo. La verdad es que soy un seguidor de este tipo de libros de viajes y exploración. Y desde que leí «El Terror» más todavia. De hecho voy a intentar hacerme con ambos libros, con el que reseñas y con el de Barrow y sus hombres.

    José Sebastián: también yo tuve el placer de visitar el Fram en Oslo (andar por dentro del barco y ver los minúsculos habitáculos donde dormian y todo lo demás es absolutamente claustrofóbico. Se pegaban meses allí metidos!!
    Y el Kon-Tiki. Y el museo de barcos vikingos. Una pasada.

  11. Rodrigo dice:

    Vale, amigos. Sus comentarios confirman las expectativas en torno a la novela de Simmons. Creo que adelantaré su turno.

    Cuánto acierto en lo que dices, Valeria. No hace mucho volví a disfrutar en cierta medida de aquellas sensaciones cuando leía Torneo de sombras; un libro como imbuido del aura de lo fronterizo y con una buena dosis de exploraciones y aventuras. Muy bueno.

    Obviamente el Fram tiene su papel en el libro de Fleming, y muy destacado. Ya me gustaría visitarlo.

    Creo que será un buen presente para tu marido, Lucía.

  12. Vorimir dice:

    Anda, iba a yo a decir que este libro tiene que venir de perlas para leer «El Terror», que en unas semanas me toca empezarlo, pero ya veo que lo han hecho. Gran reseña Rodrigo.

  13. José Sebastián dice:

    Apreciado Rodrigo.

    Coincido contigo en catalogar como muy bueno «Torneo de Sombras. El Gran Juego y la pugna por la hegemonía en Asia Central». Lo leí hace un par de años – lo recomendaba la ex-ministra de defensa Carmen Chacón en una entrevista – y me pareció de lo mejor que he leído en años. Además de tratar magistralmente la pugna entre el Imperio Británico y el Imperio Ruso por hacerse con el control de las tierras de Asia Central, relata las vidas de grandes exploradores, auténticos hombres de frontera, medio aventureros, medio espías. Realmente fascinante. Gracias a este libro he comprendido, en parte, lo que está sucediendo hoy día en Afganistán – relata las tres guerras perdidas de los británicos contra los afganos -.

    Saludos.

  14. Rodrigo dice:

    Qué exitazo el de esa novela, por Sauron. La editorial no podrá quejarse de falta de publicidad.

    Gracias, Vorimir.

  15. Rodrigo dice:

    Suscribo palabra por palabra tu comentario, José Sebastián.

    El libro lo reseñó Koenig hace unos años.
    https://www.hislibris.com/torneo-de-sombras-meyer-y-blair/

  16. Vorimir dice:

    Bueno, creo que ya tiene un tiempo y quizás le ha llegado tarde nuestro interés por «el Terror». Es fácil encontrar la obra en saldos (yo la compré por 5 euros nueva en tapa dura, por ejemplo).

  17. Clodoveo11 dice:

    «…muy bueno “Torneo de Sombras. El Gran Juego y la pugna por la hegemonía en Asia Central”. Lo leí hace un par de años – lo recomendaba la ex-ministra de defensa Carmen Chacón en una entrevista »

    Jo, si lo recomendaba la Chacón… ahi m’has matao con el libro, con la ilusión que tenía… :)

  18. José Sebastián dice:

    Que no, Clodoveo, que no te desanimes. Era simplemente una pura anécdota de cómo llegué a comprar el libro. No sé por qué me llamó la atención. Te aseguro que no te arrepentirás de leerlo. Es genial. A mí me descubrió toda una etapa de la Historia totalmente desconocida: guerras británico-afganas, motines en la India, primeras exploraciones en el Tibet, etc.

    Ah, y que conste que no soy «Chaconista». Menos aún «Rubalcabista».

    Saludos y gracias por tu comentario tan simpático.

  19. Rodrigo dice:

    José Sebastián, decía yo hace un rato que suscribo tu comentario sobre el libro de Meyer y Brysac, y que el mismo fue reseñado oportunamente por Koenig (ponía además el enlace correspondiente). Nada más que el mensaje estaba en moderación.

    La verdad es que en Chile también está en saldos, Vorimir. Haberme enterado antes…

  20. JMP dice:

    Y para completar «Un torneo de sombras», leer «Una oración por la lluvia» de Wojciech Jagielski, el mejor libro sobre el Afganistán del último cuarto del siglo XX.
    Saludos.

  21. Publio dice:

    Buena reseña, Rodrigo, otra recomendación tuya que anoto para pendientes. Las exploraciones polares, que tema tan intersante y apasionante.

    El Terror no te defraudará porque está muy bien escrito y tiene una acción bien relatada aunque con algún elemento que chirría un poto. Bueno, creo que Dan Simmons va a tener que invitarnos a alguna cosa por tanta propaganda.

  22. Publio dice:

    Por ahora no lo localizo por ninguno de mis canales habituales, así que, habrá que esperar hasta que pueda tenerlo disponible.

  23. Rodrigo dice:

    Que la espera sea breve, Publio.

    Gracias por la recomendación, JMP.

  24. JMP dice:

    De nada Rodrigo y después para continuar profundizando sobre Afganistan tienes los libros de Ahmed Rashid… y perdon al resto de amigos lectores por salirme del tema de la reseña.

  25. Publio dice:

    ¡Perdón! ¿Por qué JMP? Esto es Hislibris y aquí empezamos hablando del polo norte y si hace falta acabamos hablando del ecuador y eso es lo bueno, el hablar de libros con la opinión y el intercambio de ideas.

    1. Javi_LR dice:

      Eso es, Publio, bien dicho.

  26. Vorimir dice:

    ¿Pero aquí se habla de libros?

  27. Horus-chan dice:

    Tiene una pinta increible el libro. Mas pronto o más tarde acabará cayendo, fijo. Buena reseña, Rodrigo.

  28. Rodrigo dice:

    Gracias, Horus. El libro te gustará, seguro.

  29. juanrio dice:

    ¡Expectacular! Lo compré en la nueva edición en bolsillo y lo he devorado esta semana santa. Me levantaba temprano solo por poder estar a solas y meterme de lleno en sus páginas. Una narración maravillosa, una descripción perfecta de estos auténticos ¿héroes? Uno acaba deseando leer mas sobre la exploración polar, así que me lanzo a buscar el anterior libro de Fleming. Gracias por descubrime este, Rodrigo

  30. Rodrigo dice:

    No hay por qué, Juanrio.

    Justamente, ¿héroes? Uno de los méritos del libro es pintar a los protagonistas de aquellas travesías, verdaderas proezas que a uno se le hacen casi sobrehumanas, en su verdadera dimensión.

  31. juanrio dice:

    Ya he conseguido Barlow y sus hombres en la biblioteca. Desconocía quien era Barlow, 2º Secretario de la Marina Británica durante unos 40 años e impulsor de la exploración por parte de la misma. El libro le dedica capítulos a cada una de las exploraciones de la época, 2ª mitad del siglo XIX. La pinta desde luego es excelente y un punto de partida para seguir explorando en libros relacionados con la exploración y los descubrimientos.

  32. Rodrigo dice:

    Qué suerte la tuya, Juanrio. Ya contarás.

  33. ALMA dice:

    En primer lugar quiero felicitar a Rodrigo por su reseña y, aprovechando que nos habla de la conquista del Polo Norte, he pensado que quizá interesara la del polo Sur.
    Me refiero al libro «EL PEOR VIAJE DEL MUNDO» de APSLEY CHERRY- GARRAD.
    El texto está escrito con total propiedad y detalle, ya que el autor acompañó a Scott en su malograda expedición, donde junto a cuatro compañeros perdió la vida, después de sufrir el desencanto que le produjo comprobar que el noruego Amudsen se le había adelantado en llegar a la codiciada meta en un mes.
    Realmente este viaje es uno más de los que se realizaron a la Antártida, en este caso en una expedición de tres años ( 1910 -1913). En dicha expedición (narrada magistralmente por Cherry Garrad) hubo en realidad dos viajes con dos propósitos distintos (existieron otras expediciones pero de abastecimiento y montaje de campamentos).
    Los dos viajes son: Uno el malogrado al Polo Sur, en el que no participó Cherry Garrad y que no fue el de mayor dificultad. El otro (El peor viaje del Mundo) fue una expedición de invierno en busca del pingüino emperador, a fin de coger huevos , cuya puesta es en esa época de frío extremo y noche polar, para llevarlos a Inglaterra e investigar con ellos.
    La narración REAL es casi una novela de terror por el sacrificio extremo las situacines espeluznantes que supone sobrevivir y realizar acciones cotidiana a -60º. El autor sabe conjugar los diarios de todos con el suyo propio y, aunque sabemos el desenlace, nos mantiene en vilo, tanto en lo que se refiere a la expedición del pingüino emperador como al de la frustrada conquista del Polo.
    Cherry Garrad era un hombre culto , un gran entendido en mitología y se nota en el estilo de su narración. En el carácter, apreciamos a un perfecto caballero inglés. a través de él podemos conocer el temple de ciertas personas capaces de jugarse la vida en condiciones espantosas por lo importante que fue para la ciencia el estudio de los huevos del pingüino emperador (!Chapeau!). también nos plantea dilemas morales, como la decisión de suicidio de Oates para no sacrificar a sus compañeros, que hubieran tenido que transportarle por el congelamiento de sus extremidades.
    En este libro, además queda puesto de relieve cómo puede aflorar lo mejor de nosotros mismos en situaciones absolutamente límite. El autor demostrando una elegancia y delicadeza extraordinarias no hace juicios de valor explicitos sobre el jefe: Scott, aunque no se nos oculta que es el personaje peor parado. Posiblemente su prepotencia y carencia de auténtica preparación le hicieron cometer una serie de errores que se cobraron varias víctimas, entre las que él mismo se encontraba.
    En su ecuanimidad destaca la alabanza al adversario: Amudsen. Sin duda su expedición estuvo bien planificada y realizada. Cumplió su objetivo y obtuvo la gloria sin tener ninguna baja.
    ¿Y los ingleses?. Cherry lo resume en el cominzo de su capítulo «El viaje de invierno»: «!Ah, pero el propósito de un hombre ha de quedar fuera de su alcance, si no ¿para qué hay Cielo?.
    Recomiendo a todos la lectura de este libro, no deja indiferente a nadie.
    Alma

  34. Rodrigo dice:

    Suscribo. Es de lo mejor que hay en literatura de exploraciones.

    Gracias, Alma.

  35. Rodrigo dice:

    Notición, compañeros. Ha sido hallado, al fin, uno de los buques del capitán Franklin. Aún no hay certeza de si es el “Terror” o el “Erebus”.

    “Descubren restos de la expedición ártica Franklin, desaparecida en 1846”:

    http://www.europapress.es/ciencia/ruinas-y-fosiles/noticia-descubren-restos-expedicion-artica-franklin-desaparecida-1846-20140910144152.html

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