LA LUZ QUE NO PUEDES VER – Anthony Doerr
«¿A qué denominamos luz visible? Al color. El espectro electromagnético abarca desde cero en una dirección y hasta el infinito en otra y por ese motivo, niños, matemáticamente hablando, toda luz es en realidad invisible».
Ambientada en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, la acción de esta novela discurre entre 1934 y 1944, con dos capítulos a modo de epílogos que concluyen en 1974 y 2014 respectivamente. La historia, si la ordenamos desde el punto de vista cronológico, se inicia simultáneamente en París y en la localidad alemana de Zollverein. En esas ciudades transcurre la niñez de Marie-Laure Le Blanc y Werner Pfenning, cuyos destinos discurren en dos líneas que convergen en un punto espacio-temporal muy concreto, al que nos dirige la narración poco a poco: la ciudad francesa de Saint-Malo en el mes de agosto de 1944. En los días del brutal bombardeo de Saint-Malo, que destruyó prácticamente la ciudad, las vidas de ambos protagonistas se cruzan.
Mari-Laure es ciega desde los seis años. Su vida ha transcurrido siempre entre su casa y el Museo Nacional de Historia Natural, en el que trabaja su padre como cerrajero. Huérfana de madre, su padre es su único refugio, su amigo, su ventana al mundo. Ese pequeño mundo significa para ella seguridad, confianza, protección. Un lugar del que no desea salir. Su único entretenimiento, pues no va a la escuela, es recorrer el Museo y husmear por sus cajones, hasta que un día su padre le regala por su cumpleaños un tesoro, un carísimo libro en Braille: La vuelta al mundo en ochenta días, al que seguirá, por su undécimo cumpleaños, la primera parte de Veinte mil leguas de viaje submarino, su favorito.
Werner y su hermana Jutta son dos huérfanos de la mina de Zollverein, acogidos por una religiosa de origen francés en una especia de orfanato familiar donde falta de todo menos el cariño de “la Frau”, como la llaman. Y, al contrario de lo que ocurre con la muchacha ciega, para Werner su hogar es su condena. Porque la mina, destino ineludible al que enviarán en cuanto cumpla quince años, es un agujero negro que engulle vida, un lugar que odia, un lugar del que huir. Un futuro que no sabe cómo, pero tiene que cambiar. Werner es un niño extraordinariamente inteligente, un pequeño inventor, al que el descubrimiento de una vieja radio convierte en un precoz experto en estos aparatos. El mundo de las ondas marcará desde entonces sus sueños y decidirá su camino, porque gracias a su extraordinaria habilidad para crear o reparar cualquier tipo de aparato de radio logra una oportunidad de salir de Zollverein: hacer el examen de ingreso en uno de los Institutos Político-Nacionales de Educación. Pero debe pagar un elevado precio, pues entrar supone formar parte del engranaje nazi, vivir en un silencio mutilador, traicionar lo que siempre pensó que era lo correcto. Werner siente que ha ganado su futuro a costa de su alma. Y desde entonces anhela su redención.
La ocupación alemana de Francia obliga a Marie-Laure y a Daniel, su padre, a dejar París precipitadamente y huir hacia lo desconocido (una parte de la narración con reminiscencias a Irene Némirovsky y su Suite Francesa) en una expedición que acaba de manera imprevista en Saint Malo, lugar en el que consiguen refugio en casa de un tío abuelo. Al contrario que en el caso de Werner, la pesadilla de salir de su pequeño mundo y arrojarse a lo desconocido se convierte para Marie-Laure en una oportunidad de sobreponerse a sus miedos, y descubrir el mar, ese mar intuido entre los cajones del Museo, entre las líneas que relatan las aventuras del profesor Arronax.
La novela no se desarrolla cronológicamente, sino que avanza a saltos, de un año a otro, adelante y hacia atrás. El autor consigue una tensión narrativa excepcional con una estructura cronológica aparentemente anárquica, pues empieza casi por el final a la vez que nos encadena a la historia que nos desvela poco a poco el pasado de los dos niños, creando en el lector una apremiante necesidad de seguir leyendo para visualizar, por fin, el punto de convergencia que se atisba ya desde las primeras líneas.
Los personajes principales están rodeados de muchos secundarios tan interesantes como variopintos, a veces acaparando líneas argumentales explícitas, en otras ocasiones vislumbrados a través de simples pinceladas narrativas: Frau Helen, la regenta del orfanato; Madame Manec, la anciana que atiende al tío abuelo Etienne; Juttta, la hermana de Werner; Frederick, su único amigo en Schulpforta, o el sorprendente Frank Volkheimer entre otros. A través de ellos se encajan en la novela algunos de los “lugares comunes” de las novelas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial: la Resistencia y los colaboracionistas, el adoctrinamiento nazi de los jóvenes alemanes, la lucha de los civiles por la supervivencia en medio de la guerra, el expolio nazi o la dureza de la vida en el frente. Los personajes, principales y secundarios, son creíbles, imperfectos en su humanidad, poliédricos, imprevisibles, y merecedor cada uno de ellos de contar con una historia propia.
La novela me enganchó desde el principio, aunque personalmente me sobraron los dos capítulos finales, simplemente porque me gusta los finales abiertos, que las novelas terminen sin decirme si Nemo consiguió o no sobrevivir al “Maesltröm”; me gusta imaginarme el curso de la historia más allá de un aparente final.
Aúna sensibilidad, ritmo, grandes personajes y una buena prosa que desarrolla una buena historia. Es una magnífica narración sobre personas normales enfrentadas a vidas y tiempos difíciles, sobre el valor de los antihéroes, sobre esos seres capaces de brillar cuando parece que toda luz es invisible. Y es también, creo, un sentido homenaje a la niñez, esa etapa de nuestra vida que no nos abandona mientras no dejamos de mirar con curiosidad y asombro todo lo que nos ofrece el mundo que nos rodea.
LA LUZ QUE NO PUEDES VER. A. Doerr
664 páginas
ISBN 9788483657614
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Mira qué casualidad, mi hermana compró esta novela hace poco así que, como quien dice, la tengo a la mano. La reseña invita de veras a leerla.
Un gusto tenerte de nuevo en estos trajines, Valeria.
Estupenda reseña, Valeria, como siempre. Me interesa sobre todo como el autor ha tratado el tema de la ceguera de Marie-Laure que por lo que cuentas está bastante conseguido. Un libro que apunto para pendientes.
La estuve hojeando hace unos días en un centro comercial, cosa que no suelo hacer con los libros que no son de griegos, pero esta novela me llamó la atención y me quedé con la idea de leerla algún día. Y ahora vas y la reseñas…
Publio, creo que desde el punto de vista del tratamiento de la ceguera la novela te sorprenderá positivamente. Lo hace con una naturalidad y una delicadeza, y a la vez ele da una fuerza al personaje de Marie-Laure que se merece que le des una oportunidad. Bueno, la verdad es que la novela en sí merece un poco de atención. Ojalá puedas conseguirla y me des pronto tu opinión.
He de reconocer que la compré como lectura para el verano con más reticencias que entusiasmo, sobre todo porque últimamente esto de las novelas premiadas es una lotería, más que una garantía de nada (ganó el Premio Pulitzer de Ficción 2015); pero en cuanto vi en la sinopsis la mezcla de niña ciega, Julio Verne y segunda guerra mundial, no pude resistirme.
Cavi, ahora ya no me engañas. Que si te da por leer cosas de la edad media, bien puedes leer esta novela. ¡Si hasta tiene un tesoro escondido que hay que encontrar!
Rodrigo, cuando la lea tu hermana ya me contarás si le gustó o no.
Es todo un conflicto elegir novela porque si te arriesgas con publicaciones nuevas (y más si son premiadas) te llevas decepciones monumentales… y si apuestas a lo seguro siguiendo las recomendaciones de los hislibreños te quedas sin material para escribir reseñas. Lo dicho… un conflicto. Pero ésta caerá entre las apuestas seguras. Buen análisis, Valeria: claro y completo.
Gracias, Valeria. Ha habido suerte y está grabado en la ONCE justo desde el mes pasado.
Cuando lo lea ya te comentaré mis impresiones.
acabo de encargarla, tu reseña me ha convencido del todo. Gracias galleguiña
¡Hola Valeria! Enhorabuena por la reseña, al principio tenía la intención de leerla en diagonal por si explicabas demasiadas cosas (rara que es una, me gusta enfrentarme a las historias con los mínimos datos posibles) pero no he podido parar hasta el final, lo has expuesto de cine, así que he disfrutado la reseña y si ya me animaste a leer este libro días atrás con todo lo que has explicado me queda claro, clarinete que vale mucho la pena.
Así que gracias por la recomendación y ya lo veo al libro con otra cara, con premio y todo!! ;-)) Esto de bajar el número de libros de The Pila es cada vez mås difícil!!!
Un saludillo
CalpurniaT;-))
Acabada ya la lectura. No tengo que añadir nada a lo ya dicho por Valeria, puesto que, en su reseña realiza un análisis perfecto de la novela, con el que concuerdo totalmente.
Antes de hablar sobre el tratamiento que de la ceguera hace Anthony Doerr en su libro tengo que aclarar, ya lo supondréis, que la condición de ser ciego no significa uniformidad, esto es, que a pesar de que existen unas variantes comunes a todas las personas ciegas, cada uno siente la ceguera de un modo personal e intransferible y con ciertas variables distintas a los demás ciegos, igual que sucede en todos los ámbitos de la vida. Voy a centrarme, sólo en el caso de aquellas personas que han perdido la vista siendo niños -caso de Marie-Laure-, y el mío propio, dejando a un lado a los ciegos que lo son de nacimiento o a aquellos que conservan un resto visual aprovechable.
Pues bien, tengo que decir que el autor realiza un tratamiento de la ceguera donde lo más destacable es la naturalidad, un planteamiento positivo y una exquisita delicadeza. Describe de manera sorprendentemente bien los miedos y titubeos de los primeros tiempos de quedarse ciego, sobre todo el miedo a caminar sólo en la calle, hasta que el aprendizaje y la costumbre hacen que se vaya ganando confianza. Asimismo, describe muy bien el modo en que el oído y los demás sentidos van ganando la partida al sentido perdido –hay que tener en cuenta que el ser humano es un animal visual-.
Por otra parte, me sorprende aún más como el autor habla sobre el color, el color que está siempre presente en las imaginaciones de la niña. En mi caso (perdonad que personalice tanto pero no sé otra manera mejor de explicarme), que me quedé ciego a los diez años, esto es, con cuatro años más que la protagonista de la novela, el color es algo que está presente en todas partes, te marca indeleblemente la imaginación y no puedes desprenderte de él.
En definitiva, es un libro que me ha hecho sonreír recordando con nostalgia muchas cosas y también soltar alguna lágrima (no es un libro sensiblero, aclaro para quien todavía no lo haya leído) pero sí lleno de sensibilidad, y, las lágrimas se deben más a mi especial condición de ciego.
Claro está, que Anthony Doerr comete algunas inexactitudes pero no son de importancia, o que no explicite más el conocimiento del Braille, pero es lógico estamos ante una novela y no en un ensayo sobre tiflopsicología. De todos modos, pienso que se ha documentado muy bien; bien teniendo conversaciones con ciegos o quizá, es una suposición, tenga algún ser querido que sea ciego.
Valeria, tengo que agradecerte muy mucho esta recomendación que me ha permitido disfrutar de una muy buena novela, y que he encontrado gracias a ti, a un escritor preocupado de describir bien la discapacidad visual, puesto que por lo normal no es así. Con respecto a esto, existe una novela titulada Crónicas de Isaac el ciego de Caroline Roe, que como novela no es gran cosa pero donde sin embargo, se describe muy bien la sensación espacial y temporal de un ciego.
Me parece además que los Reyes Magos van a regalarles a algunos conocidos y familiares míos esta novela.
Hacia mucho tiempo que no leía un libro que me provocara tantas emociones. Preciosa novela
Pues ahora han hecho serie:
https://www.20minutos.es/cinemania/series/adentrate-luz-puedes-ver-debes-saber-nueva-serie-protagonista-dark-5186333/
La tengo pendiente. Pero me acerco siempre con mucho miedito a películas o series sobre libros, especialmente si me han gustado. Muy, muy pocas veces están a la altura de la experiencia que has tenido como lector.
Eso suele suceder casi siempre.