LA RETIRADA – Michael Jones
Empezaré por la definición de «retirada».
1. Retroceso ordenado de un ejército alejándose del enemigo.
2. Toque militar que indica dicho retroceso.
3. Separación o alejamiento de un lugar o circunstancia.
4. Hecho de quitar algo.
Tras la lectura y posterior reflexión del citado libro tuve la necesidad de buscar el significado de dicha palabra, ya que durante todo el tiempo el lector llega a preguntarse el significado de la misma.
Tras la victorias relámpago del ejército alemán (no me gusta decir la victorias de Hitler), en Europa solamente quedan dos lugares fuera del alcance de la Wehrmacht: Inglaterra y la Unión Soviética.
En la preparación de la Operación Barbarroja, bajo un murmullo silencioso, estaba la histórica y desastrosa invasión de Rusia por parte de Napoleón. Pero según el ejército alemán no podría haber coincidencias en ambas y la suya sería diferente. Por lo tanto la Wehrmacht no sufriría la derrota que había sufrido la Grande Armée.
Pero la historia se volvió a repetir. Y el ejército alemán, que comenzó arrasando y aplastando toda resistencia soviética, envolviendo y aniquilando grandes formaciones rusas avanzando inexorablemente hacia el corazón de la URSS, no pudo completar con éxito la campaña y sufrió un revés del que no se volvería a recuperar nunca.
El libro analiza fielmente, con testimonios, cartas y diarios las grandes decisiones, los movimientos militares durante los primeros meses de campaña hasta la llegada en diciembre de los alemanes ante la capital rusa y la posterior contraofensiva soviética que obligó a una retirada total alemana. Moscú se convertiría en un objetivo casi enfermizo para la mente de Hitler, en cuya destrucción el citado veía el final del poder soviético y el afianzamiento de la raza aria en el Este.
El libro se divide en dos partes: La primera el avance alemán hasta el mes de diciembre cuando la Wehrmacht llega hasta los arrabales de Moscú y el Ejército invisible que ayudó a la Unión Soviética (nieve, frío, etc.) e hizo que dicho avance se frenase y diese respiro. Como símil podríamos poner un combate de boxeo en el cual el otro contrincante se aferra a su adversario entre las cuerdas de cuadrilátero, toma aire y continúa la lucha.
Y aquí es donde llega la segunda parte del libro con la contraofensiva rusa y el cambio de tornas. Ahora son los alemanes los que corren y marchan hacia atrás sobre sus pasos barridos de sus posiciones por las tropas siberianas que irrumpieron y desquebrajaron el frente por completo, obligándoles, aun en contra de las órdenes del Fuhrer, de resistir a toda costa, a retirarse a posiciones más seguras en una completa desorganización.
Todos los aspectos cotidianos del frente del Este son magníficamente analizados, narrados por testimonios de soldados que vivieron sobre el terreno: el trato de los prisioneros de uno y otro bando, las matanzas y crímenes ocurridos y la vorágine espiral de violencia de ambos bandos son el pan de cada día en el Frente del Este.
Personalmente es el primer libro que leo de Michael Jones pero viendo cómo él mismo relaciona y mezcla los datos bélicos e históricos con las vivencias reales de los testimonios calificaría de muy recomendable la lectura del citado libro.
La retirada
Michael Jones
Editorial Crítica
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Mi siguiente comentario va a verse lastrado por dos pegas:
-no he leído el libro; y
-no soy historiador.
Deseo hacer dos apostillas…
1) Sobre si atacar fue un error.
No lo fue. Y ya sé que la opinión más extendida es la contraria, pero se trata de una «profecia ex eventu» hecha tras los desastrosos resultados de la ofensiva (desastrosos para los nazis, porque a la Humanidad le vinieron muy bien). De hecho, algunos historiadores «herejes» comparten mi visión.
Existe la opinión generalizada de que Stalin creía en la solidez del pacto, y por ello lo pilló de sorpresa el ataque. Alguien, no recuerdo quién dijo: «Hitler, el único hombre en quien confió, fue quien más lo traicionó». Si embargo, teniendo en cuenta el carácter de Stalin y su comportamiento, es más probable que ambos dictadores tuviesen exactamente la misma idea: guardar las formas hasta el momento de atacar.
De hecho, Stalin estaba empezando a desplazar industrias al este, alejándolas de Moscú, el Ejército Rojo estaba creciendo y los pactos de áreas de influencia en Europa del Este estaban siendo criticados o incluso denunciados. Sólo era cuestión de tiempo que se rompiesen las hostilidades. ¿Hizo bien Hitler en atacar en 1940, empantanado como estaba en otros frentes? Lo que no podía hacer era esperar. En un par de años, la URSS sería invencible.
Sigo en otro…
Así pues, la ofensiva contra la URSS, además de coincidir con la lógica criminal del desquiciado Hitler, con su «espacio vital» y sus «infrahombres», se convirtión en un imperativo militar. En términos ajedrecísticos, era una jugada obligada. Salió mal, por suerte para nosotros, pero podría haber salido bien y haber proporcionado a Alemania unos recursos valiosísimos para destrozar a las potencias occidentales.
2) Respecto al valor de Moscú para Hitler, algunos hechos cotradicen dicho valor. Fue él quien, contra la opinión de Guderian, desplazó la ofensiva hacia el Cáucaso, acusando a sus generales de decimonónicos por no entender que la guerra moderna no se gana con la toma de las capitales sino con el control de los recursos. Pero Guderian no quería tomar una capital, sino liquidar los restos del desmoralizado Ejército Rojo.
También fue él quien se obcecó en objetivos propagandísticos de escaso valor estratégico, como la ratonera de Stalingrado. Y fue él quien malogró el apoyo inicial de grandes masas de población rusa y ucraniana con su absurda política de brutalidad.
En definitiva, el principal agente de la derrota alemana no fue el invierno ruso, ni la gran extensión de Rusia, sino la infinita incapacidad militar del Führer y de sus secuaces.
Ahora, espero la intervención de los verdaderos sabios de Hislibris y expertos en la época para que nos aporten su visión al respecto.
Por cierto, Doctor Duqur: felicidades y gracias por la reseña.
Josep: No sé qué hubiera pasado si:
– Hubieras leído el libro.
– Fueras historiador.
Bss a ambossss
Pues que hubiera dicho cosas más sensatas…
Totalmente de acuerdo. Sin sombra de reserva mental alguna.
Hitler tenía que invadir la Unión Soviética. No quedaba otro remedio. No solo por la posibilidad cierta de una futura agresión comunista ( De la que nadie puede dudar con los hechos en la mano) sino por los condicionantes económicos de su política. Ya en 1938, la economía alemana estaba al límite de sus posibilidades, y la única forma de mantenerla funcionando era mediante los beneficios de la guerra. Para 1940, la economía alemana estaba atrapada en su propio ciclo expansivo.
¿ Se podría haber mantenido ese ciclo expánsivo atacándo en otra dirección?. Sí. Habría sido lo más lógico, operar en el mediterráneo…Pero eso era imposible. No se podían destinar unos valiosos recursos ni comenzar una guerra a gran escala en el Sur con la amenaza soviética abierta ( Luego los alemanes se tendrían que comer ese segundo frente de todas formas, pero esa, amigos míos, es otra historia)
Moscú es una cuestión contradictoria. En el replanteamiento de la estrategia alemana contra la capital pesaron, fundamentalmente, tres factores:
1- El político e ideológico. Era un objetivo claro para demostrar el exito de la campaña ante el propio pueblo alemán y la opinión pública internacional.
2- El militar: Los rusos concentrarían sus reservas para defender la ciudad.
3- El económico-logistico: Las líneas férreas soviéticas, en la mejor tradición rusa, convergían en Moscú, que se utilizaba como centro de organización y re-distribución. Inutilizar estas líneas de transporte tendría un efecto enorme sobre los soviéticos, que no podrían reconstruir con eficacia su sistema de transporte-distribución.
Aún asi. ¿ Era el momento de lanzar una campaña ? La teoría militar alemana daba una enorme importancia no solo a la explotación del éxito, también a la capacidad de los líderes militares para comprender el momento preciso en que la resistencia del enemigo estuviése a punto de venirse abajo, y en ese instante se les exigía el valor y la resolución necesarios para resolver la campaña con un esfuerzo supremo.
Los alemanes no habían entrado en Rusia para librar una guerra de años, sino para lograr una victoria decisiva en el curso de unos meses. No podían haber adoptado otra medida, de acuerdo con sus coordenadas mentales.
La URSS siempre fue el objetivo de Hitler, eran ahí donde se encontraba el futuro económico y demográfico del Tercer Reich si quería dominar Europa y el Mundo, era cuestión de tiempo que este enfrentamiento se produjese. Para Stalin pudo haber sido una sorpresa el ataque de Hitler en junio de 1941, pero es un hecho que éste se produciría más pronto que tarde. El ejército alemán estaba preparado para ganar una guerra corta, un chispazo táctico brillante debía asegurar la victoria golpeando y aniquilando lo más velozmente, esa era la clave para conseguir el éxito. La Wehrmacht apretó y mucho a los soviéticos, éstos no tuvieron más remedio que retirarse y ceder, muchas veces superados sobre el mismo terreno, espacio para reorganizarse e intentar presentar un contraataque que sirviese al menos para frenar este ímpetu alemán. Hitler sabía perfectamente que para que su maquinaria bélica lograse mantener estas victorias rápidas y decisivas necesitaba petróleo y materias primas que sólo la conquista de la URSS podría permitirle obtener. ¿Se podía ganar una guerra larga en tantos frentes sin el codiciado oro negro? ¿Se podría alimentar sobre el terreno a las numerosas tropas que se acercaban a Moscú sin los recursos agrarios del Este? Sin gasolina no hay guerra relámpago, y sin esta táctica no hay victoria posible frente a un coloso soviético al que los recursos no se le agotaron nunca.
Un saludo.
Enhorabuena por la reseña Duqur y no dudes en leer «El sitio de Leningrado» de Michael Jones, una obra abrumadora imprescindible para todo amante de la II Guerra Mundial.
En cuanto a «La retirada» describe a la perfección la «Operación Tifón» y lo cerca que estuvo Hitler de tomar Moscú. ¿Por qué no lo logró? Indecisiones tácticas – desviar tropas hacia la gran bolsa de Kiev -; factores climatológicos – intensas lluvias que frenaron el avance de las fuerzas motorizadas de la Whermacht y posteriores heladas que inhabilitaron gran parte del armamento alemán y provocaron numerosas bajas por congelación -; factores logísticos – graves dificultades de aprovisionamiento, carencia de ropas de abrigo de mecanismos contra el frío en armas y blindados -; agotamiento extremo de las tropas llevadas hasta el límite de sus fuerzas; y la defensa a ultranza que Stalín ordenó de la capital rusa – resumida en la frase «Tenemos Moscú a las espaldas» – y la llegada de tropas de refresco enviadas desde Siberia y Extremo Oriente.
Pero, aún tomando Moscú, ¿Qué hubiera pasado? Recordemos que Napoleón entró en la ciudad de los Zares y tuvo que abandonarla a las pocas semanas iniciando una caótica retirada que diezmó la «Grande Armée». La retirada napoleónica planeó sobre las cabezas de los soldados alemanes y solo la profesionalidad de sus mandos – ej. el general Model organizando grupos de combate – y el empecinamiento de Hitler en frenar la retirada impidieron un colapso total del Grupo de Ejércitos Centro. Ello, a la postre, resultó fatal para la Whermacht porque cuando un año después se encontró en una situación idéntica frente a Stalingrado y Hitler apeló a la fuerza de la voluntad y a la Providencia significó la aniquilación del 6º Ejército de Paulus.
La aventura de la «Operación Tifón» le costó a Hitler 900.000 bajas y tener que recurrir en la primavera siguiente para poner en marcha la «operación Azul» a las tropas de sus poco fiables aliados italianos, rumanos y húngaros.
Buenas tardes:
Hitler cometió muchos errores y uno fue minusvalorar a su amigo Stalin (no olvidemos que tenía plena confianza en la estrella de su raza superior). Pero hay un tema del que se habla poco y que fue determinante junto con otros errores ya citados: se trata del nefasto funcionamiento de la cadena de mando alemana; si bien los alemanes ya eran pioneros en la iniciativa independiente de unidades pequeñas respecto de otras mayores, sin embargo Hitler quería meterse en todo, se consideraba un excelente estratega y tomaba decisiones que claramente competían a jefes de divisiones o cuerpos de ejércitos. Una calamidad.
Por eso creo que este aspecto no era menor frente a las dificultades del medio y el poderío ascendente de los usos.
Gracias a duqur por la reseña.
Atte.
Completamente de acuerdo con tu valoración, Antonio.
Hitler, el cabo bávaro de la 1ª Guerra Mundial, era un auténtico advenedizo en estrategias militares. A pesar de contar con la Whermacht, la más fabulosa máquina bélica del Siglo XX, y con mandos sobrados de talento (Rommel, Guderian, Manstein…), acabó arrastrando a Alemania al abismo – como ya pronosticó certeramente el general Ludendorff, su otrora aliado en el fallido Putsch de Munich, cuando Hindenbug lo nombó canciller -.
El éxito de la «Blitzkrieg» contra Francia y, sobre todo, su convencimiento de que su voluntad de hierro al ordenar que finalizase la retirada tras la contraofensiva soviética a las puertas de Moscú había salvado a su Ejército, le hizo asumir el mando de las operaciones militares, desconfiar del generalato y fiarlo todo a la «Providencia» y a la «fuerza de la voluntad». Como dijo un autor del que no recuerdo el nombre «el demagogo acabó esposando al caudillo».
Saludos
Buenos días.
Leído el hilo hay, ante todo, un aspecto del mismo del que no estoy del todo convencido, y es la seguridad de una futura agresión militar estalinista contra Alemania.
Lo cierto es que la política de Stalin era la más insegura y paranoica de la época. En este sentido Alemania tenía la «ventaja» de que se podía «trabajar en la dirección del Führer». En cambio Stalin no tenía una dirección que sus acólitos pudieran distinguir, y trabajar «en la posible dirección del padrecito» podía llevar tanto arriba, arriba, arriba, como abajo, abajo, abajo.
Pero incluso dándola por cierta, la agresión, creo que la invasión hitleriana en 1941 fue prematura. Principalmente porque Alemania no estaba industrialmente preparada para una guerra a semejante escala. Secundariamente porque tampoco sus fuerzas armadas lo estaban.
En lo que a las fuerzas armadas se refiere, el ejército de tierra, que tan espectacularmente había superado a franceses e ingleses un año antes, era en el aspecto ofensivo, si me puedo permitir la comparación, como un guepardo. Capaz de una inmensa explosión de energía, durante un tiempo limitado. En cambio su capacidad defensiva era una cuesíón muy distinta.
El agotamiento de los recursos bélicos del contrario no pasa sólo por la ofensiva. Es más, se puede mantener una iniciativa estratégica (y operativa) defensiva obligando al enemigo a atacar. A esto hay que añadir que la capacidad de oficiales como Manstein o Model en lo que vino a llamarse defensa móvil operativa, no nació en 1943-44. La teoría ya estaba estudiada mucho antes.
Por otro lado también es cierto que las fuerzas armadas alemanas tenían graves carencias para afrontar este tipo de guerra. Ya he comentado la falta de una economía de guerra. También, refiriéndonos a la Luftwaffe, podemos citar la falta de una fuerza de bombardeo estratégico. Y fijándonos en el aspecto estratégico, por supuesto, el hecho de que Hitler estaba abriendo un segundo frente, la pesadilla de su cúpula militar, porque no hay que equivocarse, por su extensión y sus exigencias, el mediterráneo era para Alemania un auténtico primer frente.
Concluyo. ¿Hubiera podido Alemania sostener una guerra defensiva contra la URSS? Haciendo historia ficción, creo que si, mucho más eficazmente que la ofensiva y con toda seguridad con un resultado mucho más nefasto para Europa a largo plazo. Porque con el tiempo y recursos el mediterráneo hubiera podido convertirse en un lago italo-alemán, con lo que ello supone de ganancia de recursos, principalmente petróleo, y de tranquilidad en retaguardia.
Opino, en todo caso.
Saludos.
Hola a todos,
1) Una táctica defensiva alemana habría retrasado su derrota, de eso no hay duda, pero nadie puede negar que para vencer una guerra larga los germanos necesitaban alcanzar intactos los pozos petrolíferos del Cáucaso ruso . La Operación Tifón agotó los recursos alemanes hasta el punto de llegar a las puertas de Moscú prácticamente sin una gota de gasolina en los depósitos de sus fuerzas aéreas y acorazadas. Hitler apostó toda su capacidad logística a la toma de los pozos petrolíferos , los existentes en Rumanía no estaban del todo exentos de ser destruidos por la aviación soviética, así que es como aquel jugador que sabe que si no arriesga parte de su capital no puede conseguir un mayor beneficio necesario para mantener su status en la mesa de juego. Toda su estrategia en la URSS pasaba por conseguir la autosuficiencia de carburante, clave para mantener cualquier tipo de guerra, aunque al final optaran por la defensa activa.
2) Es historia ficción también, pero me pregunto qué habrían hecho los soviéticos si tras el fracaso de la Operación Tifón( toma de Moscú) los alemanes optan por retirarse a las fronteras occidentales de la URSS. ¿Habrían mantenido en el tiempo un contraataque para hacerlas retroceder todavía más?
Un saludo.
Hola a todos. Gracias Duqur por la reseña. me haré sin duda con el libro.
La verdad es que hacer historia ficción es muy complicado, y resulta difícil saber si la caída de Moscú hubiese motivado o no el desmoronamiento de Rusia. Por ejemplo, la resistencia de Leningrado dependía en buena parte de esos ferrocarriles cuyo nudo principal era Moscú. Yo creo que la guerra hubiese continuado inexorablemente por lo menos hasta que los alemanes llegasen a los Urales, lo que desde un punto de vista logístico resultaba harto difícil (si no imposible) para ellos.
Los alemanes subestimaron al ejército rojo (lo de Finlandia y las purgas previas no invitaban a otra cosa en una aproximación superficial) y carecieron de adecuada información previa sobre la capacidad militar rusa, de modo que se encontraron luchando con ejércitos enteros cuya existencia desconocían. Ese error no era de Hitler, sino de la información militar.
Barbarroja se desencadenó sin tener claro hacia donde se orientaría el peso del ataque una vez destruídos los ejércitos rusos de la frontera, manteniendo abiertos los tres ejes del avance (Leningrado, Moscú y Kiev) con intención de decidir después dónde se cargaría el peso según conviniese. Eso motivó tormentosas discusiones dentro del Alto mando, independientemente de la influencia de Hitler. Además los comandantes sobre el terreno mostraron cierto tendencia a primar sus propios objetivos o visión de la situación (por ejemplo Guderian o Kluge) sobre otras consideraciones.
En fin ,no creo que se pueda sencillamente atribuír a Hitler (que al principio de la campaña intervino más bien poco) la derrota alemana o a Stalin la victoria rusa.
Por otra parte la Wehrmacht se benefició de pésimas decisiones del mando ruso creando una sensación de superioridad completa que no era completamente real, como se vio en Moscú
Saludos
Hola !!!
Sobre la eterna pregunta de Moscú sí o Moscú no, para mí no hubiese significado nada, hubiese tardado más o menos, pero invariablemente los alemanes no hubiesen podido mantener sus posiciones.
El límite operacional alemán había llegado a su límite, y el derrumbamiento político y social que había acompañado sus victorias en el frente occidental no se había dado. Creo recordar que incluso en unos juegos de guerra que se hicieron antes de Barbarroja éstos no daban precisamente la victoria a las armas alemanas. Pero bueno, es sólo una opinión personal claro.
Por último, no recuerdo dónde lo leí, pero en comparación con los acuerdos comerciales germano soviéticos de antes de la invasión, la productividad, las cantidades de materia primas, cereales, etc que extrajeron los alemanes de los territorios ocupados fueron inferiores. Vamos, que la invasión fue un mal negocio económico.
Saludos !!!
Otro hecho que tal vez no hemos valorado lo suficiente es la capacidad del régimen soviético, encarnado en la figura de Stalin, para aguantar la embestida alemana hasta las mismísimas puertas de Moscú y que no se derrumbase ese conglomerado de pueblos, no siempre muy bien avenidos, que formaban la Unión de República Socialistas Soviéticas( URSS). Desde luego, la mano dura de Stalin se dejo notar ya con fuerza en la Batalla de Moscú en 1941. A pesar de cierto histerismo, lógico por otra parte, la ciudadanía moscovita aguantó el envite con más o menos resignación. Es cierto, como he comentado anteriormente, que la larga mano del régimen estalinista, con su policía secreta (NKVD) al mando, se encargo de mantener a raya a los descontentos, pero toda la resistencia no habría sido posible si el propio pueblo de Moscú no se hubiese compenetrado y unido en su lucha contra los alemanes. Como muy bien dijo Stalin, su pueblo luchó más por Rusia que por la defensa del régimen soviético.
Un saludo.
Acabo de terminar este libro, si el anterior de Michael Jones sobre Leningrado se me hizo un poco cuesta arriba de leer, en este caso no ha sido así. M Jones ha logrado a base de numerosos testimonios de soldados alemanes, principalmente, aunque también los hay del lado soviético, montar el andamiaje de aquella Ooperación militar que tenía como objetivo la toma de Moscú en octubre de 1941: la Operación Tifón. No estamos ante un libro de Historia Militar propiamente dicha, es decir, si lo que quieres es conocer este hecho militar desde una óptica operativa, táctica y estratégica…entonces debes buscar en el mercado otras opciones. La toma de Moscú es el eje central del libro, pero mostrado a través de los que padecieron y fueron protagonistas directos de aquella trágica retirada para el bando alemán: los soldados. Es una historia de vivencias plasmadas al papel donde el escenario sería el frente de Moscú.
Un saludo.