LOS PERSAS – Esquilo
Los persas de Esquilo es la única tragedia basada en hechos históricos que ha llegado a nosotros. Unos años antes, Frínico compuso otra obra también exenta del aparato mitológico, que era la fuente común en este tipo de composiciones, mas no se nos ha transmitido sino por referencias. Trataba esta de la caída de Mileto tras la revuelta jonia, punto de partida para los sucesivos enfrentamientos entre persas y helenos, pero, al parecer, estaba llena de propaganda partidista e ironía (por algo fue el dramaturgo protegido de Temístocles), y se le fue el dramatismo y la crítica a tales límites que fue una bofetada para los atenienses, que le condenaron a pagar una multa y a no volver a representar la obra, siendo mal vistos, hasta la prohibición, los trabajos basados en hechos acaecidos en tan corto espacio de tiempo por el uso que se podía hacer de ellos. No así la compuesta por Esquilo, que salvó esa traba y en la que no hay una sola referencia política ateniense, si acaso patriótica y común al sentimiento griego, a lo que más tarde llamará Herodoto hellenikon, solo hechos de un contexto de sobra conocido por el público ante el que se representaría y un inconmensurable dolor: las noticias de la derrota persa en Salamina acogidas en el corazón del imperio. Y ¿qué mayor corazón que un coro formado por los ancianos y nobles persas, por Atosa, la madre de Jerjes, y por el mismísimo Darío revuelto desde su tumba?
Un enorme corazón que pasa desde la confianza en sus fuerzas hasta el desespero en la derrota y resulta una poderosa fuerza motriz para una tragedia; un dilatado corazón que se pregunta por el destino de los suyos; un patético corazón que se lamenta por el sino de tanto gran hombre: ¿adónde quedó todo el orgullo roto de un pueblo entero, un pueblo grande, animoso, noble y valeroso?, ¿qué falló?; un pequeño corazón de madre que llora por el camino que ha tomado su hijo, que se desgarra desde el útero, responsable, al oír las noticias del desastre persa. La sangre del gran Darío ha cometido un desliz que se ha tornado oprobio, una sangre que es la suya también, doblemente noble. La dignidad de la reina, entonces, se muestra en todo su esplendor.
No existía en Esquilo un malvado enemigo y un bondadoso amigo: sólo agresores y defensores a lo sumo, pero “hermanos” en una formidable personalización; sólo arqueros y lanceros, en una comparación que tuvo que hacerse famosa en Atenas y les llenaba de orgullo guerrero. Solamente dos pueblos de seres humanos: el defensor, victorioso en justicia, y el perdedor, el agresor, sí, pero derrotado y dolorido, con una enorme pérdida de hombres válidos y honorables.
La gloriosa Atenas de la década de 480-470, la primera de la feliz pentecontencia, acababa de salir de las Guerras Médicas victoriosa. Como suele ser habitual, dos corrientes políticas estaban enfrentadas: la primera, defendida por la gigante figura de Temístocles, que consistía en un alejamiento de Esparta y la apología de unos ideales populares; la segunda, amparada por Cimón, el hijo de Milcíades el joven, que se basaba en la amistad con la ciudad lacedemonia y se apoyaba en la oligarquía. En lo más crudo de este enfrentamiento se representó Los persas, en el año 472, auspiciado por el entonces joven Pericles, ubicado en el círculo más radical de la corriente temistoclea. La aparente intención política era clara: recordar Salamina en una Atenas en donde se recordaba más la gloria maratoniana. Pero Esquilo, ejemplarizando con su “lanza doria”, mostró una tragedia, como ya apunté antes, alejada de sesgos políticos e inmersa en lo común de los griegos; aún más, supo trazar, con una sensibilidad sobresaliente, el lado de la derrota y la visión persa. Aparte de su calidad poética y fuerza dramática, el anterior punto agranda esta obra sobre manera. Temístocles, por cierto, fue condenado al ostracismo poco después.
Quien no se haya acercado a la tragedia griega y ame la historia, este texto es una inmejorable excusa para hacerlo. Tened en cuenta que, pese a ser tratada en algún caso como fuente, Esquilo historifica el mito y mitifica la Historia, como toda la tragedia en general.
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No puedo añadir más de lo que comentas, Javi, tan sólo recomendar la lectura de esta magistral obra de Esquilo, quizá su mejor pieza trágica. Enhorabuena por la reseña, muy sugestiva.
Francisco Rodríguez Adrados, maestro en mundo griego, analiza esta obra con detalle en diversas obras suyas; a destacar, por ejemplo. ‘La democracia ateniense’ (Alianza), un libro denso pero imprescindible. Si buscáis en la bibliografía de Rodríguez Adrados encontraréis numerosos artículos y capítulos de libro sobre esta cuestión.
Lectura indispensable para todo el mundo mundial. Magnífico y emotivo canto al antibelicismo escrito en un mundo y en una época en la que el belicismo estaba al orden del día. ¿Y de qué modo se articula este canto a la paz? Reflejando el dolor de los que han sido derrotados. En la tragedia aparecen Atosa (reina madre de los persas), Jerjes, el fantasma del rey Darío y un mensajero persa; el escenario es la corte persa; las palabras, los sentimientos, el dolor, son todos persas. No hay personajes del bando vencedor, no hay exaltación por el triunfo, no hay vanagloria, no hay ridiculización de los derrotados. Lo que Esquilo hace en esta obra, que como bien dice Javi en su magnífica reseña es la única que nos ha llegado que trata un hecho histórico y no mitológico, le eleva al olimpo de la literatura universal y le hace acreedor de una humanidad y de una amplitud de miras envidiable. Porque Esquilo era griego; porque Esquilo luchó contra los persas en Maratón; porque perdió en esa batalla a su hermano; porque probablemente también luchó en Salamina, batalla que con emotividad describe el mensajero persa a la reina Atosa en esta tragedia. Y a pesar de todo eso, Esquilo no busca venganza ni humillación ni exaltación por el triunfo griego, sino algo mucho más sublime: exponer las miserias de la guerra, las miserias del género humano. Sin duda Esquilo es un grande entre los grandes que merece ser leído una y mil veces. De hecho, la tragedia Los persas, que ganó el festival ateniense de las Grandes Dionisias y que es la pieza teatral más antigua que se conserva, fue una de las pocas tragedias griegas que se representó más de una vez en vida de su autor.
«Jamás llevéis vuestras armas contra los helenos, así fuesen más poderosas que el ejército de Jerjes, porque hasta la tierra misma pelea por ellos«.
Vaya, esto me recuerda que tengo por las estanterías un libro del insigne Gilbert Murray titulado Esquilo publicado en los años 50 del siglo pasado, pendiente de lectura. Gracias, Javi, por recordarme mis carencias.
Saludos.
No me meteré en honduras hablando de lo que no sé. La obra es interesante, eso sí, y siempre se agradece el que se nos recuerden los clásicos. Lo que favorezca a su interpretación, también.
Muy buena reseña, Javi.
Excelente reseña, Javi, que sumada a la de ayer de Koenig viene a ser una estupenda manera de empezar el año. No he leído mucho teatro y menos tan antiguo, aunque sí recuerdo algo de Sófocles. Uno de los elementos que hacen que merezca la pena leer un texto dramático son las acotaciones, en las que el autor proporciona indicaciones sobre cómo debe hacerse esto o aquello o sobre cómo debe entenderse lo de más allá. Hay mucha teoría detrás de la semiótica de las acotaciones: que si son textos metalingüísticos, que si son subtexto, que si son pura literatura -en algunos casos, y por eso digo que merecen ser leídas-, que si en otros son simples manuales de instrucciones… Me gustaría saber cómo son las acotaciones de Esquilo en Los persas. Hay que tener en cuenta que los griegos también las usaban, aunque les daban un nombre mucho más bonito: didascalia. Esa palabra pasó a significar otras cosas que quizá no vienen a cuento. O quizá sí, pero como yo no tengo mucha idea del asunto aprovecho para hacer mutis.
¡Vaya Javi, menuda reseña!
Llamativo sin duda este clásico que nos recomiendas con singular empeño.
Mi acercamiento a las tragedias griegas es más bien nulo, por miedo a que sean libros demasiado densos y complicados para mí, pero en este caso viene aconsejado por tí y arropado por nuestro erudito griego, sin duda tendré que hacerme con el libro.
Gracias a ambos.
Pepe, hay más de eso que apuntas en las Euménides, por ejemplo, que aquí, en Los persas, aunque el triunfo de la justicia y el castigo a la falta de medida es evidente. De todas formas, en la tragedia no suele haber lecciones de moral, ya que desnuda al individuo y lo deja solo ante el mundo. Edipo en su miseria, Aquiles en su muerte o Agamenón en su ruina no dan moraleja, no hay ninguna esperanza ni ningún fin feliz posible por mucho bien que hagan o mal que realicen.
Akawi, de verdad, las tragedias griegas pueden ser densas, pues la carga emocional que contienen es alta, pero son obritas que en un par de horitas te has leído. Además, son un gran acercamiento de primera mano para conocer el sentir griego y su cultura. Nada te diré de su calidad literaria, sin, a mi juicio, parangón alguno.
Rodrigo, no te me rajes y comenta lo que quieras. Me ha costado mucho tiempo terminar esta reseña, pues la empecé y me sentí tan ridículo hablando de lo que apenas se puede hablar que la dejé meses sin darle fin. Muchas veces, aportamos más con la opinión que con ciertas certezas, omitiendo el hecho de que es mucho más divertido.
Cavilius, esta reseña la deberías haber hecho tú, de verdad. Tienen más pasión las primeras líneas de tu comentario que todo mi escrito al completo. Me ocurre con la tragedia griega una cosa extraña: tanto que la disfruto, tanto que la leo, tanto que me quedo sin palabras. De tantas.
Farsalia, de Adrados he leído bastantes cosas acerca de Esquilo. No me considero un seguidor de este filólogo, no me termina de llegar y sus conclusiones a veces son cuestionables, reconociéndole su gran prestigio y sus aciertos. De hecho, he de decir que su introducción a la edición Básica de Gredos es mucho mejor que la escrita por Galiano para la Clásica de Gredos, aunque infinitamente más escueta. La del segundo es a mi entender deslavazada, casi desgarbada, pese a la cantidad de información que maneja, o quizá por eso mismo. Tengo ahora frente a mí El reloj de la Historia, de Adrados, leído casi al completo en su día. ¿Alguien lo ha leído? Merece una reseña, aunque sólo sea por la cantidad de asuntos tan dados al debate que aporta.
Pero Javi, entonces me habría salido una reseña parecida a la tuya, y tú habrías hecho un comentario aún más pasional que el mío, y yo te habría contestado que esta reseña deberías haberla hecho tú, y tú me habrías contestado con un comentario parecido a este mismo que estoy escribiendo ahora, y habríamos entrado en un bucle espacio-temporal en el que el tiempo y el espacio estarían ausentes y con el que el mito del eterno retorno tendría un elemento más para afianzar su autenticidad. Además, tu comentario dirigido a Farsalia evidencia la enorme distancia que me llevas en estas cosas. Nada, nada, dejemos las cosas como están que me estoy mareando de sólo pensarlo.
Adrados, cuando se centra en el ámbito griego, el pensamiento político – las tragedias clásicas y su recepción en el mundo clásico – y en la poesía y el amor en la sociedads griega, es imprescindible. Cuando se aparta de aquí, desbarra…
Releeí anoche ‘Los persas’, en la edición de Gredos/RBA Coleccionables (2006). Se comprende el entusiasmo de nuestros helenófilos, aunque no pueda uno hacer una lectura fluida del texto ni captar todo lo que los enterados sí pueden. Pero la presente reseña, el comentario de Cavilius y la introducción del señor Adrados ayudan bastante.
Es cierto que el modo en que se presenta al enemigo de los griegos es digno de encomio, como lo es también que el sentimiento patriótico es una poderosa fuerza motriz de la obra. El enaltecimiento de los persas contribuye a la glorificación de Grecia; ya se sabe: a mayor poder y dignidad del enemigo derrotado, mayor es el mérito del triunfo obtenido. Pero sí que honra al autor el no hacer mofa del vencido; que la obra gustase tanto al público de entonces –por algo se la representó más de una vez en vida del autor, según dice Cavi-, habla muy bien del vencedor.
El sentido patriótico es evidente, por ejemplo, en el fragmento citado por Cavi (más bonito en esta cita que en la traducción de Gredos), y mucho gana cuando se lo expresa de manera tan noble como en esta pieza. También cuenta la idea de la desmesura, aquella “hybris” de la que hablan los textos. Me ha parecido percibir un cierto hálito edificante en las palabras del difunto Darío acerca de la soberbia. En fin, estupendo todo.
Muy buena reseña, Javi. Justamente ésa es una tragedia que no he leído y decididamente creo que es una carencia importante y que me apunto para solventar en cuanto tenga la posibilidad de hacerlo.
Rodrigo me ha «pisado» lo que yo pensaba destacar: que la grandeza de un pueblo se mide por la grandeza de sus enemigos, entre otras cosas. Pero lo digo, igualmente, hala.
Un buen comienzo del año «reseñil»…
Bueno, tú lo has dicho con la precisión que corresponde, Ario.
Magnífica reseña, Javi, y no menos brillante tu comentario a la reseña, Cavi.
Estoy de acuerdo con casi todo lo que en este hilo se dice, aunque, quizás para compensar tanto elogio a Los persas de Esquilo, quisiera añadir que aun pensando que es una gran obra, no cambio casi ninguna de las de Sófocles o Eurípides por ella. Supongo que Javi me corregirá, y quizás también Cavi, pero creo que la complejidad de la trama, la intensidad que llega a alcanzar el pathos y, en definitiva, la calidad literaria son bastante superiores en obras como Edipo Rey, Antígona, Andrómaca, Medea, Electra, etc.
En cuanto a vuestras afirmaciones sobre el respeto que Esquilo muestra hacia los persas y su única intención de condenar la guerra, creo recordar –leí Los persas hará unos ocho años- que en ella los persas se autodenominan “bárbaros”, reconocen su inferioridad (como humanos) ante los griegos y se refieren a sí mismos con tono despectivo. En este aspecto, está a mucha distancia de Heródoto, aun teniendo en cuenta el medio siglo que separa a ambos autores: Heródoto sí muestra en todo momento su abierta admiración hacia numerosos aspectos de los persas y nunca, en toda su Historia, utiliza la palabra bárbaro en tono despectivo (sólo como sinónimo de no-hablante de griego).
Oye, y mi enhorabuena por la iniciativa de reseñar en Hislibris obras de los clásicos. Al leerlas te planteas que para qué leches tendremos que acudir a obras actuales…
Un abrazo, Antonio
Prometo tener luego más tiempo y desarrollarlo mejor, Antonio, pues tu intervención es muy interesante, pero adelanto que el pathos es movilizado desde muchos ángulos. Es cierto que a nosotros y a nuestra mentalidad, aún nos parece Esquilo un escritor arcaico, sin el ritmo y el dramatismo que alcanzarán luego Sófocles y Eurípides, el primero, a mi juicio, por la trama y los temas universales expuestos, y el segundo por su humanismo. Pero en tragedia hay otras cosas no menos importantes. Están los coros, y la cumbre de los coros, con la salvedad de Las bacantes de Eurípides, son los de Esquilo. Está el aparato escenográfico, y aquí el eleusino también era inalcanzable; no por lo que hizo, que también, sino por lo que se sabe y se cree que creó. Y está el uso del lenguaje, del griego clásico, y la composición formal del maratoniano es magistral. Arcaica a veces, pero elevada como ninguna. Luego están los temas, los móviles, los efectos, las causas…, que son también distintos en parte a los otros trágicos y que dependen, para su goce, de la percepción de cada cual, siendo complicado decir cuál es mejor y cuál es peor, pues es muy subjetivo y cada uno tendrá su opinión.
En cuanto al tratamiento que hace de los persas, se me agota el tiempo para dar mi parecer. Lo dejo pendiente.
Coincidiendo en la pasión por la literatura, tú utilizas un prisma propio de un filólogo clásico -lleno de sutileza, como siempre- y el mío es el de un historiador. Ya ha pasado otras veces. Si tienes ocasión, termina de exponer tus argumentos cuando tengas más tiempo.
Un abrazo, Antonio
cual era el tiempo y el espacio de los persas
GMT+1, creo.
Una muy pero que muy buena reseña Javi-Lr, enhorabuena por ella. No suelo leer teatro y mucho menos teatro clásico aunque últimamente Plauto me atrae tras leer Africanus y Las legiones malditas.
En fin, comprobaré en los catálogos de la ONCE si tienen esta obra de Esquilo, que yo recuerde me parece que no. Si la tienen todo será cuestión de ponerla en libros pendientes, que ya son unos pocos.
Gracias por tus palabras, Publio. Ojalá que esta reseña pueda servir para que Los Persas entre a formar parte de ese catálgo de la ONCE y la puedas disfrutar. Plauto, sin duda, es también una gran lectura. Los guionistas actuales de comedias de situación acuden una y otra vez a sus tópicos. Dicen los que lo conocen que más allá de Plauto no hay nada nuevo. Un saludo.
Muchas gracias a ti Javi. Ya tengo Los persas, no estaba grabado, sí en Braille pero lo localicé digitalizado en la biblioteca Tiflolibros que es también para ciegos, y ya lo bajé.
Cuando acabe los que tengo pendientes, ya te diré que me ha parecido esta obra de Esquilo.
Un saludo.
Hola javi, me ha parecido muy buena tu crítica, pues acabo de leer «los persas» y estoy indagando un poco en la historia griega pues me parece muy interesante, mi pregunta es la siguiente, tras ver los temas que aparecen en la obra como son, la muerte, la angustia, la divinidad. Podrias relacionar esta obra por ejemplo con la idea de Europa? Saludos y a seguir leyendo
una pregunta si alguien puede responderme ¿como qué ha sido galardonado esquilo por su tragedia “Los Persas”?
Hum. ¿A qué te refieres exactamente? Esquilo en vida fue galardonado varias veces.
me refiero a que si esquilo por sutragedia » los persas » fue galardonado como «poeta del teatro clasico » , » poeta nacional de grecia » » el mejor tragico » o «el mas innovador y humano de los tragicos»
buenisimo! pero tengo una gran duda, cual es el hecho historico que se ve reflejado en los persas? o el mito reflejado? sinceramente tengo muy mala comprension de lectura pero si me pudieras ayudar javi plis!
Hola, Alejandra. La verdad es que es una reseña bastante mediocre, pues, efectivamente, no hace referencia a esos dos datos tan importantes. Bueno, la tragedia narra la derrota naval persa a manos helenas, derrota que supuso la retirada de Jerjes (no de los persas al completo, que siguieron allí hasta la la batalla de Platea del siguiente año, donde fueron definitivamente derrotados). Ese es el hecho histórico. El hecho mítico es que según la tragedia Jerjes cae derrotado no por la táctica griega, ni por la torpeza persa, ni por la disposición de las tirremes…, sino por la hybris propia de Jerjes, habiendo construido el puente sobre el Helesponto para horror de los dioses.
Gracias javi , no sabes cuanto me has ayudado con tu respuesta! muchas gracias! :D