MISERICORDIA – Benito Pérez Galdós

D. Benito nos muestra en esta novela la hipocresía de parte de una sociedad, reflejada en Doña Paca y su familia, frente a la realidad inmisericorde de la vida de Benina, siempre pendiente de ella y subsistiendo en el universo que conocemos de su mano por las callejuelas, pensiones y tascas de Madrid. A lo largo de toda la novela el autor centraliza en la protagonista su misericordia a la hora de enfrentarse a los problemas de los demás y su capacidad de superación ante las nubosas y borrascosas situaciones que se le presentan. La comparación entre unos y una, muestra como no siempre los buenos actos son recompensados en un mundo injusto y mal repartido. Pero también hace hincapié en la importancia de la bondad y, especialmente, en el hecho de tener la conciencia limpia, un concepto con el que D. Benito juega a lo largo de toda su novela. Los hechos, los actos se defienden solos, más allá del resultado final y la recompensa no siempre llega, pero permite subsistir en un mar de hipocresía, mentiras, falsas apariencias y, sobre todo, el oportunismo salvaje del que se aprovecha de una situación, pasando por encima de quien sea. Ese mensaje muestra una sociedad altamente desnaturalizada, pero en la que la esperanza de la gente de buen corazón, muestra el otro lado de una humanidad ciertamente escasa y muchas veces, falta de recompensa.
El autor escribe y describe a sus personajes con prolijo detalle y con una riqueza de vocabulario extraordinaria. No hay mejor manera de contar y plasmar negro sobre blanco, las realidades y características de sus personajes, ya sean externas o internas. En su viaje por las calles de Madrid, qué mejor que puntualizar y extremar sus nombres, peculiaridades y como no, sus habitantes. El universo coral que forma el escritor no ceja en mostrarnos con sumo y crudo realismo, las miserias y grandezas de un tropel de personajes, mediante los que nos traslada su visión personal y tan veraz, de la realidad de finales del último cuarto de siglo en la capital de la nación, en la que la imagen y el postureo de parte de la sociedad, se mezcla en un microcosmos casi surrealista, con lo más pobre y miserable que campa por sus calles. Precisamente en este dato es en el que D. Benito insiste al mostrarnos la ruindad y los sueños de parte de una sociedad anclada en el quiero y no puedo, como reflejo de un país en quiebra tras los años de guerras, desgobierno y corrupción, protagonistas de buena parte de nuestro siglo XIX.
Su novela nos muestra la capacidad del autor en crear grandes y eternos personajes, además de construir caracteres de gran calado. D. Benito es uno de nuestros grandes pintores de la realidad de nuestro país y de su tiempo. Sus páginas nos hacen observar, desde los ojos de personas de a pie de calle, desde sus guaridas apestosas o desde esos pisitos venidos a menos, pasando por los atrios de las iglesias o las praderas y chabolas del sur de la capital, un microcosmos reflejo de una realidad social inequívoca, mediante la que desarrolla un solvente y crudo afán crítico. Siempre he considerado a D. Benito Pérez Galdós junto a D. Pío Baroja y quizás en menor medida, D. Vicente Blasco Ibáñez, como los grandes narradores y retratistas de la sociedad de su tiempo de nuestro país. Nunca me cansaré de recomendar la lectura de tan grandes de nuestra literatura.
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Benito Pérez Galdós. Misericordia. Editorial Alianza, 2011, 352 pp.
¡una excelente novela del maestro Galdós! Me la leí cuando empezaba la carrera y fue de esas novelas que se te quedan clavadas en la memoria. Ahora, cada vez que pasó por la puerta de una iglesia y veo, por desgracia, a indigentes pidiendo limosna me acuerdo de esas primeras imágenes de la susodicha obra maestra. Se la recomiendo a todo el mundo. Por lo demás ¡Felicidades por la reseña!
La iglesia de la novela es la que está al lado de la plaza de Santa Ana. Siempre que paso me acuerdo también de la novela. Magnífica de principio a fin. Gracias Balbo.
Mi no entender esta novela aquí hacer.
Y nosotros tu comentario… y será porque no conoces Hislibris.
Bravo por la reseña: Galdós, siempre. Como los grandes clásicos, que aquí tienen su lugar.
Muy grande, sí. No hace falta ni justificarlo.
Pues apenas he leído a Galdós; Trafalgar y poco más. Asignatura pendiente.
Yo, para mi vergüenza, todavía tengo pendiente Fortunata y Jacinta. A ver si un día cae.
Reconozco el mismo pecado.
Algún día ha de caer una reseña de Fortunata y Jacinta: novelón…
Ni te lo pienses. Ya sabes.
Dos veces leída, la última durabre el confinamiento.
Magnífico recuerdo del maestro Galdos en una de sus más arriesgadas obras…
Se da también la circunstancia del valor documental del texto , ya que la iglesia de San Sebastián actual no es exactamente la misma que describe la novela. La original fue casi destruida durante la guerra.
Esta parroquia, además, tenía la capilla de la Novena, patrona de los actores desde el s. XVII. Hoy sigue manteniendo el vínculo con el gremio y el último sábado de cada mes, a las 12 del mediodía se celebra una misa para ellos, a cargo del padre Joaquín, bien comido entre la profesión.
Gracias, Iñigo, por tu reseña.
Un placer. Gracias a ti por la información siempre enriquecedora.
Conocido, quería decir…