ROMA OSCURA. LA VIDA SECRETA DE LOS ROMANOS – Michael Sommer
Nota: esta reseña parte de la lectura del original, Dark Rome:
[…] ese es exactamente el propósito de este libro: echar un vistazo a través de los ojos de las cerraduras de la antigua Roma para ver qué hay detrás de ellos y qué sucede […] esa Roma que no quiso ser vista y escuchada, pero que ha dejado huellas y que podemos sacar de la oscuridad con los métodos de la ciencia moderna» (págs. 10-11).
Con esas palabras nos haríamos una imagen bastante completa de un libro que, en bastantes aspectos, incide en lo «secreto» de Roma, lo «mágico», lo telúrico en cierto modo. Quizá sea un gancho para el lector, pero también es verdad que en los diez capítulos del volumen se tratan muchos de los temas que, en algunos sobradamente y en otros no tanto, se han tratado en libros diversos sobre la civilización romana.
Así, tras un prólogo general, que marca las líneas principales, se presentan bloques temáticos, algunos de ellos relacionados entre sí (o que remiten a otro), y que tratan cuestiones diversas de la sociedad romana. Para empezar, la distinción entre lo privado (secretum) y lo público –tampoco es que sea algo exclusivo de los romanos, claro está–: la relación entre lo que sucede (o se esconde) en la casa (domus) y lo que transcurre (o se muestra) en espacios públicos; un ejemplo que se utiliza es el mecanismo de las cerraduras y la seguridad doméstica. Siguen las “historias de cama”, que remiten a la vida conyugal y la sexualidad, y la constitución de unas leyes morales por parte de Augusto. Este sí fue un tema chungo en la época con decretos sobre el adulterio que incluso entonces parecían algo rancios; pero, ya se sabe, el princeps que quería ser más tradicional que la propia tradición, o que quería imponer una moral que se estilaba antigua. Se mencionan los tópicos de historias “picantes” y escandalosas de algunos personajes romanos, muy conocidos de por sí: Clodia, las Julias (hija y nieta de Augusto), Tiberio, Mesalina, Nerón, Heliogábalo…, la retahíla habitual.
En tercer lugar, Sommer se adentra en los “libros secretos” –la Historia secreta de Procopio, por ejemplo–, los “libros prohibidos” –las obras de Ovidio, como el manualillo Ars amatoria o también llamado Ars amandi– y la posterior “censura” cristiana; se habla también de letras secretas, prohibidas y codificadas (sistemas de encriptación. Seguidamente se pasa a los espías y los sistemas de inteligencia militar: de la punica perfidia de Aníbal a instrumentos de control del orden social –una “policía” romana avant la lettre–, la red de postas (cursus publicus) y el entramado de “agentes secretos” como los speculatores, los frumentarii o los agentes in rebus en época bajoimperial; o también armas secretas (el corvus y los escorpiones).
Se abre después una parte del libro que remite a los «mágico». De entrada, venenos, drogas y sustancias prohibidas: el ejemplo conocidísimo del rey Mitrídates VI Eupátor del Ponto y su antídoto diario para todos los venenos conocidos (la triaca o teriaca), y que a su vez deriva en otros casos de envenenamientos en época imperial –Claudio y las setas envenenadas que causaron su muerte, Locusta y el envenenamiento de Británico–, con precedentes en época republicana –las acusaciones contra Celio por parte de Clodia, el caso concreto de Opiánico y la defensa de su hijo Cluencio por Cicerón, un caso la mar de interesante y con ramificaciones diversas que explica muy bien el Arpinate en el discurso que pronunció–, y otras sustancias conocidas por los romanos y su entorno. También hay espacio para tratar la “magia negra” y las defixiones (tablillas con conjuros de maldición), con casos concretos conservados en época imperial y que reflejan también una legislación contra este tipo de prácticas. Se percibe esta cuestión en casos como Apuleyo de Madaura, procesado por un caso de magia, y que luego él mismo adaptó en su obra El asno de oro al tratar las metamorfosis mágicas. A destacar también la Apocolocyntosis de Claudio, sátira de Séneca sobre la “calabacificación” de este emperador, en vez de su divinización.
A continuación se trata el siempre atractivo tema de las conspiraciones: de la muerte de Agripina la Menor a la conjura de Pisón, en la que estuvo implicado Séneca, pasando por la conjuración de Catilina en época de Cicerón y el magnicidio de César; en relación con “lo oculto”, el autor trata también el pitagorismo y las liturgias secretas de los esenios. Hay también ocasión para tratar la corrupción y la delincuencia organizada: los abusos de poder por parte de magistrados, como Albino y Floro en el reinado de Nerón o el más flagrante de Verres en los años 70 a.C.; la corrupción de magistrados romanos en relación con Yugurta de Numidia (finales del siglo II a.C.); el proceso contra los Escipiones (Africano y Asiático) en la década de 180 a.C. y la revuelta Niká en el 532 d.C., que puso en peligro el poder de Justiniano I y que remite a “clubes políticos” en torno a las carreras de caballos y la influencia en revueltas populares. ¿Que hay diferencias entre unos casos y otros, según el contexto? Pues sí. Se sigue con la cuestión de los asesinatos y crímenes públicos, como el de Cómodo en 192 y el caso de Sexto Roscio Amerino en 80 a.C., y ejemplos de falsificadores, incendiarios y tramposos en el juego; en este capítulo, el autor también pone énfasis en las torturas y las penas capitales. Por último, hay una aproximación a los cultos secretos y mistéricos: poniendo el foco en los cristianos y sus catacumbas, el autor traza precedentes y ritos que, de un modo u otro, también influyeron en los cristianos, como los ritos mistéricos a Deméter en Eleusis, las bacanales reprimidas por el Senado en 186 a.C. y el culto de Isis y Mitra en época imperial. El volumen se cierra con Johann Joachim Winckelmann y su misteriosa muerte.
Ante este panorama sintetizado, lo cierto es que no estamos ante un libro especialmente novedoso, pero se trata de hacer llegar, con la divulgación de la mano, esos aspectos de la «Roma oscura» a un público amplio (alemán en origen, ahora llega al hispano). Sobre la sexualidad de los romanos o, mejor dicho, sobres escándalos sexuales de emperadores y emperatrices, pues se ha escrito mucho (probablemente demasiado) y a menudo de manera excesivamente tópica; es verdad que Sommer pone en contexto estas habladurías y los intereses que hay detrás de ellas, pero tampoco aporta mucho más: el texto de la edición alemana apenas llega a las 250 páginas. Los capítulos más interesantes, y seguramente por presentar algo “diferente” son el cuarto sobre espionaje e inteligencia militar y el sexto sobre magia negra y conjuros de maldición, en general poco tratados en obras para el gran público.* El resto, para que nos vamos a engañar, es bastante reiterativo con lo que se puede encontrar en muchos libros.
*Obras especializadas en castellano hay pocas: a destacar, por ejemplo, Fantasmas, brujas y magos de Grecia y Roma de Fernando Lillo Redonet (Ediciones Evohé, 2013) o más recientemente Hécate: la diosa sombría de Mario Agudo Villanueva (Editorial Dilema, 2020). También, en un ámbito más amplio que el estrictamente romano, las obras de Adrienne Mayor, Dioses y robots. Mitos, máquinas y sueños tecnológicos en la Antigüedad y Fuego griego, flechas envenenadas y escorpiones. La guerra química y biológica en la Antigüedad publicados en castellano por Desperta Ferro Ediciones en 2019 y 2020 respectivamente.
Al hablar de lo público y lo privado Sommer se muestra perspicaz, pero podría haber profundizado más: en general, sobre todos los temas, con la excepción de los capítulos cuarto, sexto y décimo, se ofrece una panorámica muy general a partir de casos concretos sobre una serie de temas de la sociedad romana que remiten a «lo oscuro», si se quiere. Pero precisamente es esa panorámica amplia y pensando en un público amplio lo que configura este libro: una obra divulgativa sobre aspectos más “oscuros” que las guerras y dinastías imperiales, sin demasiado alarde en cuanto a la bibliografía: la inmensa mayoría es alemana (o traducciones al alemán) y en muchos casos desconocida para el lector hispano, pero viene bien conocer estudios más allá del inglés; de hecho, ahora impera lo anglosajón en la divulgación, pero hasta hace más o menos medio siglo eran los germanos quienes partían la pana en todos los ámbitos sobre el mundo romano.
Además de una cierta falta de originalidad en algunos capítulos (o de abundar en lo de siempre), se hallan un par de errores, como cuando se habla de “Rufo” en el capítulo segundo y de “Celio” en el quinto, cuando son la misma persona: Marco Celio Rufo (el índice onomástico en el original solo remite a Celio una vez); o decir que el símbolo “&” deriva de una nota tipográfica de Tirón en la página 76, cuando en realidad su origen es carolingio.
En conclusión, estamos ante un libro sobre la imagen de una Roma “oscura” y misteriosa, no necesariamente la de escándalos sexuales o crímenes luctuosos, y en el que prima la amenidad de la narración, accesible para lectores curiosos sobre el mundo romano, y sin un aparato crítico que les pueda apabullar. La definición de temas concretos, del sexo a la magia, de los venenos a los cultos mistéricos, de la corrupción al espionaje, y en capítulos de lectura cómoda, abre el apetito para indagar más allá en relación a una Roma como civilización con sus claroscuros y como exponente de una sociedad en la que la actual, en muchos aspectos, puede verse reflejada (el tópico de «somos romanos»). Cierto es que no aporta nada «nuevo» y que en general abunda en lo ya conocido, pero su lectura, con sus déficits, no será en balde.
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Michael Sommer, Roma oscura. La vida secreta de los romanos, traducción de Fernando Bermejo Rubio y Ramiro Moar Calviño. Madrid, Akal Editor, 2024, 304 páginas.
Parece tratarse de un libro-golosina, que aborda algunos temas fáciles de hacer llegar al gran público. No sé si pecará de sensacionalista, pero imagino que al final le daré una oportunidad. Gracias por la reseña.
En cierto modo, sí es un libro que pretende llamar la atención con una Roma «oscura» en diversas facetas, para al final, quitando detalles interesantes como Apuleyo, acabar siendo más de lo mismo. No es un libro desdeñable, pero hay ya tanto sobre Roma que tratar de presentar algo «diferente» resulta casi utópico.