ENTREVISTA A MARIO VILLÉN

Hoy entrevistamos a Mario Villén Lucena, autor de títulos como Nazarí e Ilión con Editorial Edhasa así como de otros como 40 días de fuego y El escudo de Granada. También colaboró con su pluma en la antología de relatos Voces de Kiev. Podéis daros un garbeo por su página web personal y allí podréis saber un poco más de él. Pero aquí estamos a lo que estamos, así que vamos al tajo.

1. ¿Quién es Mario Villén?

Es un granadino que lleva cerca de veinte años viviendo en Málaga. Funcionario del Estado por oposición, pero escritor de novela histórica por vocación.

2. ¿Se puede vivir en España de la escritura? ¿Es complicado compaginarla con otros menesteres como el trabajo, la familia, etc?

De escribir pueden vivir unos pocos, muy pocos. El pastel es pequeño y somos demasiados a repartir. A eso hay que sumar el hecho de que muchos de los que leen no comprar libros, lo que merma considerablemente el tamaño de la porción que recibe cada escritor. Cuesta comprenderlo, pero muchos se gastan alegremente diez euros en una pizza que devoran en diez minutos, pero descargan ilegalmente libros que tienen el mismo precio, y les aportan semanas de entretenimiento.

Sobre eso de compaginar, es muy complicado. Escribir supone un sacrificio diario. Si quieres escribir, tienes que robar el tiempo necesario de otra área vital: familia, sueño, deporte, trabajo, descanso… Al final acabas viviendo con cansancio crónico, y con una agenda en la que no sobran ni cinco minutos libres. Aun así, no puedo dejar de hacerlo. Escribir es una necesidad, una compulsión, algo que no puedes dejar de hacer. Bendita adicción…

3. ¿De dónde nace tu pasión por la Historia y la escritura? ¿Cuál crees o cómo crees que debe ser la relación Historia / Novela?

Como he dicho, tengo la suerte de ser granadino. Me he criado masticando historia. Los veranos de mi niñez los pasaba en un pueblo con castillo de la antigua frontera nazarí. La historia siempre la he tenido al alcance de la mano. Lo de escribir creo que nació conmigo. Escribo desde muy niño, y lo he mantenido durante toda la vida.

La relación entre historia y novela, a mi entender, debe ser de respeto mutuo. La ficción es necesaria y prioritaria, pero, en el caso de la novela histórica, hay una línea que entiendo que no debe sobrepasar: lo que conocemos del pasado. Es mi punto de vista personal. Me consta que hay opiniones diferentes entre mis compañeros. La historia, para mí, debe ser un armazón sobre el que construir la parte ficticia. Podemos añadir, pero no contradecir. Se pueden aprovechar los silencios, las famosas lagunas; podemos interpretar hechos, pero no modificar lo que la historia como ciencia nos muestra.

4. ¿Cómo nos presentarías tu obra? ¿De dónde nace tu interés por la Ilíada?

Ilión es una refundición de la épica arcaica, principalmente de la Ilíada, adaptando sus contenidos a una narrativa contemporánea, con desarrollos, matices y alguna que otra historia transversal que los completa.

La Ilíada siempre me ha rondado. Me llamaba la atención la potencia de sus personajes. Es un gran filón para un escritor. Siempre lo ha sido, de hecho.

5. ¿Qué crees que puede aportar una nueva novela sobre la guerra de Troya después de tantas novelas a sus espaldas y con nombres como Colleen Mccullough, Gisbert Haefs, Valerio Manfredi, Madeline Miller, etc.?

Eso mismo se lo podrían haber preguntado a esos autores, y a otros muchos más. No pretendo compararme con ellos, ni mucho menos, sino llamar la atención sobre el hecho de que la guerra de Troya siempre ha estado presente como tema para muchos escritores y artistas a lo largo de la historia.

Reconozco que escribir sobre la Ilíada me imponía un enorme respeto. De hecho, tuve bloqueada la idea durante años. Lo consideraba como un texto cuasi sagrado y, tratarlo, como una herejía. Sin embargo, luego comprendí que lo que pretendía hacer no había dejado de hacerse nunca, que los diferentes pueblos del mediterráneo habían construido ficciones y tradiciones en torno a la Ilíada, integrándola así en su propio imaginario cultural. Como ejemplo más claro tenemos a Virgilio y su Eneida, en la antigua Roma. Todos estos pueblos, entre los que nos incluimos, nos hemos definido en torno a esta obra. Entonces me di cuenta de que Ilión podía ser mi humilde aportación a este proceso, a través del cual la Ilíada se manipula, se toquetea, bien para adaptarla a una cultura concreta, o bien para volcar sobre ella la moral de un pueblo moderno.

No hay nada de herejía en tocar la Ilíada, por mucho que algunos puristas se rasguen las vestiduras. Siempre se ha hecho, y ruego a Zeus que nunca deje de hacerse. Es la mejor manera de mantener viva esta tradición.

6. Hay en Ilión una buena carga de escenas de sexo. ¿morbo? ¿moda de la novela erótica? ¿crees que aportan algo al desarrollo de los personajes? Y en la misma línea, ¿por qué elegiste esa Helena tan “descocada”?

Es curioso. Me he enfrentado a esta pregunta en varias ocasiones. No sólo por Ilión, sino también por Nazarí. La pregunta dice mucho de nosotros. A nadie se le ha ocurrido preguntarme por el sadismo retorcido de Diomedes, por ejemplo, o por el exceso de violencia. Es cierto que la violencia aparece destacada en la obra en la que Ilión está inspirada, pero también es cierto que Ilión es una novela y, como tal, sigue las reglas de cualquier otra novela. Para mí, como escritor, el sexo es una herramienta poderosa para construir a los personajes en los más recónditos recovecos de su personalidad. La mayoría de las escenas no son gratuitas, ofrecen información relevante sobre alguna personalidad. Por ejemplo, ahora me viene a la mente la escena del gatillazo de Agamenón ante Briseida y la posterior violación de otra esclava. Lo que nos dice esa escena sexual es que Agamenón, a pesar de su apariencia de líder poderoso, siente un profundo complejo de inferioridad respecto de Aquiles, lo que le impide tomar a su esclava. Además, es un hombre colérico que desprecia a las mujeres. En la cama, cualquier ser humano tiene una “segunda vida”, una forma de comportarse que puede ser muy diferente a la que muestra en la calle. Ahí pretendo llegar a través de esas escenas.

En general, toleramos mucho mejor la violencia que la sexualidad. Las escenas de tortura o matanza las asumimos con normalidad, pero las escenas sexuales nos chirrían. Somos la sociedad que emite los directos con diferencia de unos segundos por si se ve un pecho, pero que emite a diario decenas de escenas de muerte violenta en horario infantil. En mis novelas he intentado introducir escenas sexuales de la misma manera que incluyo descripciones de banquetes. Son algo natural, parte de la vida.

Sobre la Helena que he construido en Ilión, he hecho lo que con los demás personajes: he actuado en base a las impresiones que me transmitía la lectura de los textos clásicos. Eso no quiere decir que mi visión deba coincidir con la de la mayoría, lo asumo. De la misma manera que la aristeia de Diomedes me sugirió que su personalidad se debía parecer bastante a la de un psicópata actual, el comportamiento de Helena me sugería que era una mujer que, sexualmente, se sentía libre. Fue una mujer que abandonó a su esposo, rey, para más inri, por haberse enamorado (en pocos días) de otro hombre. Y se fue de su tierra llevándose consigo los tesoros de su palacio. (Hago inciso para comentar que un puñado de troyanos sería incapaz de robar tanto tesoro en el palacio de un rey, protegido por sus guardias y soldados. Debió contar con el apoyo de la propia esposa del rey). Cuesta imaginar una mujer más libre. Una mujer que, en plena edad del Bronce, abandona a su marido, le roba su oro, y se va con otro. Por otra parte, Helena acaba hastiada de su relación con Paris. Aquí sí que no cabe duda. La Ilíada rezuma el desprecio de Helena por Paris. Uniendo ambos detalles, su carácter libre y su hastío, la he imaginado entregándose a otras relaciones con absoluta libertad. Por cierto, la sexualidad libre de Helena no debe considerarse como un rasgo negativo. Eso es otro tema del que podríamos hablar.

7. Tu anterior novela te hizo estar nominado a varios premios literarios (Ciudad de Úbeda, Hislibris…? ¿qué nos cuentas de Nazarí?

A Nazarí le debo mucho. Empecé autopublicando, y esta novela me abrió las puertas de una editorial nacional. Fue muy bonito ver que el libro tenía buena acogida y buenas críticas. Nazarí es un libro que le debía a mi tierra sobre un personaje que no era muy conocido, a pesar de su importancia. Ibn al-Ahmar fundó el emirato nazarí de Granada, y una dinastía que terminó con Boabdil dos siglos y medio más tarde. Además, fue el primer constructor de la Alhambra.

Y para terminar tienes espacio en blanco para comentarnos cualquier cosa que creas se ha quedado en el tintero…

Ilión supuso un reto para mí. Sabía que me metía en un terreno fangoso y delicado, y que me exponía abiertamente al juicio de muchos amantes de las obras clásicas. Sin embargo, como he comentado, lo único que pretendía era continuar con la tradición, adaptar la historia a una perspectiva más propia de la novela histórica contemporánea. Espero que esta novela anime a muchos a leer la Ilíada. Merece la pena hacerlo al menos una vez en la vida.

FRIKI-TEST:

1.Tus tres libros favoritos

Los desorientados, de Amin Maalouf. A la sombra del granado, de Tariq Ali. El hobbit, de Tolkien.

2. Un libro que no hayas podido terminar

Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.

3. ¿Cuántos libros tienes?

Uy, difícil contarlos. Aparte de las estanterías, tengo muchos comprados en digital.

4. Un libro que te ha gustado, pero te da vergüenza reconocerlo

En su momento, El código da Vinci. No he vuelto a leerlo, y puede que ahora tuviera otra opinión. Pero cuando lo leí lo disfruté mucho.

5. El último libro que has leído

El asedio de Troya, de Theodor Kallifatides.

 6. El que estás leyendo ahora

Los asquerosos, de Santiago Lorenzo.

7. El último que has comprado

Los asquerosos. 

 8. Tapa dura, bolsillo o digital

Tapa dura y digital. No me gusta el bolsillo, envejece fatal. Si tuviera que elegir un formato para leer, me quedo con el digital, por su comodidad. Desde que leo en digital, leo más, por la sincronización del lector con el móvil. Cualquier momento es bueno para leer un ratito.

9. El libro escrito por ti del que te sientas más orgulloso

Ilión. Me entregué a él con el alma abierta.

10. ¿Dónde lees?

En cualquier sitio. Últimamente leo mucho de pie, agarrado a la barra del Cercanías.

11. ¿Cómo ordenas los libros?

No los ordeno. Los coloco en la estantería sin tener en cuenta temática, autor, título… Ni siquiera por estética. En ese aspecto soy un poco caótico.

12. Tu libro más valioso

Una edición que hizo la Universidad de Granada sobre traducciones de los poemas de Ibn Zamrak en la Alhambra. Aparte del contenido, la edición es preciosa, con estuche.

13. ¿Qué usas para marcar la página?

Suelo usar el marcapáginas que me dan en la librería. Tengo algunos personalizados que tienen demasiado valor para mí como para exponerme a estropearlos.

14. ¿Escribes anotaciones en los libros?

Sólo en los de documentación. En una novela, jamás.

15. ¿Has recibido mensajes raros de tus fans? ¿Alguna anécdota?

Tengo dos anécdotas.

Una lectora de Cataluña me pidió un ejemplar firmado de Nazarí. Se lo envié y, meses después, volvió a pedírmelo. No se acordaba de que ya lo tenía.

La otra anécdota: Mi mujer es ginecóloga. Una paciente le dijo: “¿tú eres la mujer de Mario Villén?” Por lo visto, la había reconocido en una foto que tenía subida a mi web. Fue muy curioso.

16. Y, por supuesto, la tortilla de patata, ¿con o sin cebolla?

Por supuesto, con cebolla, y añado mayonesa.

     

4 comentarios en “ENTREVISTA A MARIO VILLÉN

  1. Farsalia dice:

    Disiento de algunas cosas. Hay una diferencia sustancial entre señalar la violencia y hacerlo respecto el sexo: la primera es inherente a la Ilíada y a la guerra en sí, el lector ya la espera (o debería); y no solo se ve en Diomedes, sino en el propio Aquiles, por lo que eso no «chirría» tanto: las aristeias de los personajes principales en el poema homérica ya evocan, al margen del componente «caballeroso» de algunas de ellas, la violencia inherente del combate; y no hay más que ver el duelo final entre Aquiles y Héctor, la violencia explícita que el primero no duda en emplear incluso verbalmente. Diomedes está excesivamente recargado aquí, lo de «psicópata» es más una concepción moderna que algo que se asumiera como tal en aquellos tiempos, pero no me choca tanto (dentro de su monolítica caracterización): es un guerrero, la guerra es sangre y fango, es brutalidad y crudeza. Idealizar lo que subyace en la Ilíada nos llevaría a idealizar lo que retrata: la violencia inherente a una guerra.

    Pero en las escenas de sexo sí encuentro una reiteración que en muchas ocasiones recae en lo netamente pornográfico (léase el reencuentro de Menelao y Helena, con la esclava hábilmente dirigida por aquella hacia la entrepierna del primero, con recursos de película porno adocenada) y que, por reiteración, resulta cansino, a menudo ridículo y que, a la postre, aporta poco a la novela. Obviamente, los personajes de una novela también follan, por decirlo sin ambages, y sería mojigato y hasta increíble (en el sentido de no creértelo) que no lo hicieran; y está bien planteado que las esclavas están al servicio de su amo para eso y todos lo asumen con naturalidad. Eso sí es creíble; la secuencia porno de Menelao, Helena y la esclava, no, y algunas otras tampoco. La línea entre lo que es una secuencia de cama lógica y una de película porno guionizada no es tan fina…

    Además de que una cosa es que Helena desprecie a Paris y busque sexo por doquier, y otra cosa que el lector se crea que el personaje sale y entra de palacio como Pedro por su casa sin que nadie se dé cuenta de ello, o que nadie en la ciudadela y la ciudad baja sospeche de lo que hace cuando se escapa en ciertas noches en pos del placer. O esa secuencia con Menelao, que resulta absurda (de hecho, tosca) y que remite más a imaginarios modernos que a la esencia de los personajes. Pues esa es otra, que muchas veces los personajes no me recuerdan a lo que son; y es libertad absoluta del escritor recrearlos como considere y el lector le comprará ese retrato o no, y yo más bien lo hago poco.

    1. Mario dice:

      Gracias por tu respuesta, y por tu aporte. Asumo que nunca se escribe a gusto de todos. Como digo, Ilión, como Nazarí, es una novela histórica. Por supuesto, puede no gustarte mi manera de narrar, de tratar las fuentes o de caracterizar a los personajes. Tomo nota de tus sugerencias. Gracias de nuevo.

      1. Farsalia dice:

        Gracias a ti por pasarte por aquí. Creo que en el futuro convendría valorar si según qué secuencias picantonas realmente aportan algo (de calidad y que induzca a la reflexión en el lector de la novela) o si más bien son el impulso algo facilón de gran parte de la novela histórica actual, que parece buscar según qué recursos para «atraer» o «retener» la atención de los lectores; recursos que, por otro lado, siempre se pueden incluir con más «lógica», claro.

  2. Urogallo dice:

    Me pareció curiosa Nazarí. Hay un cierto clasicismo en ella, creando héroes pero también villanos. Hay que entender las exigencias del medio.

    Que época y que hombres (Y mujeres)

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