Era el año 1998, cuando cursaba yo primero de la licenciatura de Historia, cuando un profesor de Historia antigua nos preguntó en clase si la geografía marcaba o no la historia del hombre. Algunos decíamos que sí (los pueblos que viven cerca del mar suelen ser marineros, en las llanuras se favorece la agricultura y el nomadismo, etc.) y otros que no. Después de discutirlo un poco el profesor nos dijo que para él la respuesta era NO, que el hombre era capaz, gracias al desarrollo de la artesanía y la tecnología, primero de adaptarse a cualquier medio y después de adaptar cualquier medio a él. Que si te pones a pensarlo, pues tal cual es verdad, pero yo pese a todo me quedé con una sensación de no pero sí, sí pero no… Y este asunto se me quedó un poco olvidado, perdido en la memoria, hasta que me leí este libro que aquí reseño donde el Doctor en astrobiología por el Universtiy College London Lewis Dartnell me da la razón. Bueno, sí pero no. O no pero sí.

En esta obra, Dartnell divide su exposición sobre como la geología y la geografía han condicionado (u orientado) el desarrollo de la Historia de la humanidad en tres partes diferenciadas y complementarias a la vez que, más o menos, ordenadas cronológicamente.

La primera sobre cómo las peculiaridades del propio planeta Tierra y su relación con el Sol allanaron el camino hacia la evolución provocando que muchas selvas centroafricanas se fuesen secando progresivamente y haciendo así que solo aquellos más adaptados a las nuevas condiciones sobrevivieran y transmitieran sus genes, iniciando el camino del bipedismo, el aumento de la inteligencia y el uso de herramientas, o lo que es lo mismo: la aparición de los homininos, nuestros muchostataratatarabuelos. Tendremos también cómo la existencia de grandes llanuras y ríos asociados permitió la extensión de esta especia, la aparición de la agricultura y la ganadería y del nomadismo con la doma del caballo y cómo estos dos modos de vida (nómada y sedentario) se confrontaron hasta que el sedentarismo fue ganando terreno gracias a la concentración de producción que conllevaba un aumento de población. Murallas, nuevas armas y nuevas manos llevaron a la ciudad a ser el centro de la Historia.

La segunda nos mostrará cómo los vientos y las corrientes marinas han guiado las expediciones de exploración y descubrimiento de los europeos hacia África, Asía y después América y Oceanía. Cómo los Monzones y los vientos asociados hacen navegable el camino a la India solo durante unos meses (y la suerte que Vasco de Gama tuvo) y cómo navegantes de exploradores se debían basar siempre en conocimientos anteriores o jugársela a un golpe de suerte. La posición de la Península ibérica dio a castellanos (aquí españoles) y portugueses además una ventaja de partida que no desaprovecharon en sus viajes atlánticos.

La tercera estará relacionada con la Industrialización y cómo esos depósitos de carbón y petróleo, formados millones de años atrás, harán de los países que los posean (o los controlen) los más poderosos del planeta. De cómo un mapa que nos muestra los principales yacimientos de carbón en Gran Bretaña coincide con el de los condados con mayoría de voto Laborista, uniendo el Movimiento obrero y la Historia contemporánea con el Carbonífero (hace unos 300 millones de años). La obra en su conjunto se encuentra salpicada de ejemplos como este, muy ilustrativos y que ayudan a apoyar la idea de que tanto la geografía y la geología son fundamentales a la hora de entender el desarrollo del ser humano. Y sí, incluye algunas ilustraciones para complementar la narración del texto de forma ocasional.

Bien es cierto que a veces es imposible no recurrir al trazo grueso o la generalización (sobre todo un libro enfocado para, más o menos, todos los públicos) y más aun cuando el autor no es historiador sino biólogo. Creo que es una lectura esclarecedora, que puede hacernos preguntarnos cosas y querer saber algo más de algunos de los temas que plantea, similar y totalmente complementaria a Sapiens de Harari, con la que comparte estilo, virtudes y defectos. Siendo como es una lectura no muy densa ni larga (de sus 400 páginas unas 100 son notas y bibliografía) casi diría que todo amante de la Historia debería darle una oportunidad y añadir a sus conocimientos un extra de profundidad y de perspectiva, que a veces perdemos poniendo solo la lupa en esos monos medio calvos de África y olvidándonos de todo lo demás.

Por lo tanto, y para finalizar, recomiendo encarecidamente su lectura para aquellos que nunca se hayan planteado estas cuestiones o tengan curiosidad al respecto y ver cómo, de muchas y diversas formas, la historia de la Tierra determina la de la humanidad.

Lewis Dartnell, Orígenes. Cómo la historia de la tierra determina la de la humanidad. Traducción: Joandomènec Ros i Aragonès. Editorial Debate, 2019, 400 páginas.

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